Previo a la llegada de las nuevas administraciones a los departamentos y municipios de Colombia, empiezan las voces que reclaman por políticas que los ciudadanos consideran equivocadas. Es el caso de las cámaras de fotomultas, que están motivando, principalmente a los habitantes de Bogotá, a salir con carteles a protestar por la ubicación de estos equipos que, desde la sensatez, deberían estar visibles, si es que el objetivo es mejorar el comportamiento de los usuarios de las vías y ayudar así a salvar vidas.
“Estas cámaras de fotomultas están diseñadas para engañar a los ciudadanos, son un negocio”, expresa la concejala Diana Diago en un cartel en el punto de la carrera 30, cerca al Movistar Arena. En el mismo sentido han protestado otros capitalinos sobre la misma situación.
En respaldo a esos reclamos, el exdirector de la Dian, Juan Ricardo Ortega, quien además fue secretario de Hacienda del Distrito, hasta 2010, se despachó contra las autoridades de tránsito.
“Es todo un robo, esto es lo q deberían eliminar si quieren un verdadero cambio y menos corruptos capturando el Estado y poniendo superintendentes de transporte títeres”, dijo Ortega a través de X.
No es la primera vez que los ciudadanos manifiestan su inconformidad con la manera en la que está diseñada esta estrategia que, a través de una fotodetección, evalúa si el vehículo va a una velocidad no permitida en la zona por la cual transita, si el conductor se pasó un semáforo en rojo, si realizó cruces no permitidos, entre otras.
En Bogotá, por ejemplo, donde hay 190 puntos, es donde más se presentan reclamos de ciudadanos que no dan crédito a los objetivos de la estrategia. “La modernización debe ser para salvar vidas, no enfatizar en fines recaudatorios”, reclaman.
La molestia ciudadana se debe a que estas cámaras están camufladas, sin la posibilidad de que los usuarios de las vías las puedan detectar, para que así tengan un recorderis de que deben disminuir la velocidad o atender la señal de tránsito que está en su recorrido.
La mayor parte de los reclamos con las cámaras de fotomulta se concentran en Bogotá, donde está uno de cada cinco de estos aparatos. Inclusive, existen puntos en los que se imponen comparendos a granel a través de la detección electrónica.
La idea, supuestamente, de estos equipos, es, además de hacer un control del tránsito más moderno, con una vigilancia menos invasiva, evitar también la corrupción que se da en las vías, cuando -presuntamente- los agentes de tránsito pedían plata para ‘salvar’ al ciudadano del comparendo.
Si bien es cierto que el exceso de velocidad es la principal causa de accidentalidad en el país y, por lo tanto, sigue siendo un gran desafío en la seguridad del tráfico, también lo es que la política preventiva no solo debe enfocarse en el castigo, y es lo que enfatiza el exdirector de la Dian.
Los gobiernos suelen invertir mucho dinero en la detección electrónica, pero poco en medir sus efectos, principalmente, en el cambio del comportamiento tras las sanciones.
De ahí las quejas de los ciudadanos con las cámaras de fotomultas.
Nada con las motos
Más aún si en Colombia, gran parte de los accidentes viales involucran motos y estos controles electrónicos poco funcionan con ellas: las cámaras están ubicadas en lugares elevados para que sean invisibles a los ciudadanos.