El mundo ha cambiado drásticamente. Si miramos hacia atrás, vemos cómo las eras han sido definidas por distintos enfoques científicos y tecnológicos. Desde la física y las máquinas en el siglo XIX hasta la química y la genética en el siglo XX, hemos avanzado considerablemente. Ahora, en el siglo XXI, nos adentramos en una era dominada por la biología, la computación cuántica y la inteligencia artificial.

Estos avances tecnológicos están moldeando la economía global en lo que se ha denominado la cuarta revolución industrial. La educación, tanto en su aspecto formativo como en el de la investigación, juega un papel crucial en este panorama. La innovación y el progreso no serían posibles sin el impulso de las universidades, que se dedican a la investigación de punta para comprender las oportunidades futuras que nos ofrecen estas nuevas tecnologías.

La educación STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) ya no es exclusiva de un grupo selecto de disciplinas. Todos necesitaremos una base de competencias fundamentales que nos preparen para un mundo digital en constante evolución. El desarrollo de habilidades digitales mínimas, la capacidad de adaptación ágil y el fomento del pensamiento innovador serán esenciales para navegar con éxito en esta nueva era.

El siglo XXI está marcado por avances en áreas como la computación cuántica, la realidad virtual, la edición de genes y la inteligencia artificial, entre otros. En este contexto, la educación interdisciplinaria se vuelve indispensable. El trabajo colaborativo entre diversas disciplinas será clave para abordar los grandes desafíos globales, desde el cambio climático hasta la fragilidad de las democracias.

Desde la Universidad de los Andes estamos adaptando nuestros enfoques educativos para abarcar esta nueva realidad. Se están desarrollando programas interdisciplinarios que abordan desafíos globales como el cambio climático y la sostenibilidad. Además, se están implementando estrategias inclusivas para garantizar la participación equitativa de todos los estudiantes, por ejemplo, con becas STEM para mujeres.

Para los estudiantes, el objetivo es desarrollar competencias transversales que fomenten la innovación, la creatividad y la resolución de problemas complejos. Programas de formación y de investigación para pregrado están siendo diseñados para brindar a los estudiantes una mentalidad STEM que les permita enfrentar los desafíos del futuro, independientemente de su disciplina de estudio.

La transformación de la educación es fundamental en este nuevo panorama tecnológico. La educación interdisciplinaria, el fomento del trabajo colaborativo y el desarrollo de competencias digitales son aspectos clave para preparar a las futuras generaciones para un mundo en constante cambio. Es hora de abrazar esta transformación y prepararnos para los desafíos y oportunidades del siglo XXI.

*Rectora de la Universidad de Los Andes.