Pequeñas y medianas empresas de Medellín, Bogotá, Cali y Bucaramanga conforman el top 10 de las más innovadoras en su categoría y son la prueba de que en la investigación y el desarrollo pesan tanto las ganas como los grandes recursos. Este escalafón lo lidera la firma paisa Alsec, cuyo caso se encuentra en la página 16, y lo siguen la bogotana WaveComm, la antioqueña Industrias Médicas Sampedro y la caleña Octopus Force. Estas son sus historias.
En busca de la eficiencia
Hace unos años, Ecopetrol realizó un estudio de mercado para optimizar su proceso de exploración petrolera, tarea en la que participan decenas de especialistas en el desarrollo de diversas técnicas y se invierten grandes sumas. La necesidad de dicho estudio se basa en el hecho de que la exploración petrolera es una tarea demorada que puede tomar cerca de siete años, desde el momento en que se asigna el bloque hasta que sale la primera gota de petróleo. Pero, además, es muy manual. A través del uso de tecnología de última generación, WaveComm –una pyme colombiana– redujo los tiempos a cuatro años mediante un banco de datos inteligente en la petrolera. Por su parte, con Frontera ajustaron el componente de logística en el transporte de crudo, uno de los factores clave en la rentabilidad del negocio.
Estas experiencias le permitieron a WaveComm avanzar en otros sectores, como el de infraestructura y transporte, buscando eficiencias y optimizando procesos por medio de la tecnología. “Hoy avanzamos en un proceso de internacionalización. Estamos incorporados en Estados Unidos, tenemos pilotos en México y estamos convencidos de que el crecimiento de la compañía va a venir por la exportación de servicios”, dice Mario Arturo Gómez, director ejecutivo de WaveComm. Agrega que hay muchas oportunidades no solo en Colombia, sino en América Latina. Consolidaron sus servicios de consultoría y el desarrollo de productos bajo el esquema de plataformas.
WaveComm nació hace una década. Ha registrado crecimientos anuales de doble dígito en los ingresos de los últimos cinco años, y ya la mitad de ellos provienen de clientes y socios externos y el otro 50 por ciento está en Colombia. Ahora que la agenda se enfoca en la transición energética, Gómez considera que el desarrollo de esos activos productivos es una problemática común en una central eólica o de energía solar o nuclear. “Nos concentramos en soluciones informáticas que permitan que el desarrollo, operación y mantenimiento de ese activo productivo sea más eficiente”, explica.
¿Cómo moverse en un escenario tan complejo en el que hace apenas un año largo el precio del petróleo se derrumbó en medio de la pandemia, pero en 2022 saltó a máximos históricos? Todo esto, con una gran volatilidad, la inflación al alza y las tasas de interés incrementándose, lo que les pone presión a los cierres financieros de los proyectos. “Precisamente, es ahí donde hay más oportunidades de innovación. Cuando se presentan todas estas crisis, es el momento en que se puede crear muchísimo valor. Ahí es donde hay que sacar toda la innovación para optimizar procesos. Al final, es ver la oportunidad en la crisis”, explica el directivo de WaveComm.
A partir de su experiencia, concluye con un mensaje vital para las pequeñas y medianas empresas: “En ocasiones no es fácil que todos los astros se alineen, pero al final, especialmente las pymes, tenemos que ser los llamados a ser más innovadores si queremos sobrevivir”.
De la metalmecánica a la salud
En 1984, José Juan Sampedro recibió en su taller de metalmecánica, ubicado cerca al Hospital Universitario San Vicente de Paúl en Medellín, la visita de un residente de ortopedia de la Facultad de Medicina. Él quería saber si allí le podían fabricar un transportador óseo para ortopedia, elemento indispensable para su trabajo de grado. Así comenzó la transformación de esta empresa, que con los años se convirtió en la principal fabricante nacional de dispositivos médicos para la recuperación de traumas y problemas osteomusculares.
Con su conocimiento, Sampedro logró el desarrollo de la compañía, catapultada en 2002 cuando el fondo Inversiones Oportunas compró Industrias Médicas Sampedro, una firma que ya no solo produce placas, tornillos o clavos, sino que se convirtió en un laboratorio de investigación y desarrollo. “Acá trabajamos ingenieros de diversas especialidades, diseñadores, y estamos muy cerca de los médicos para crear los productos”, explica Jaime Eduardo Fajardo, director de I+D+i de la empresa. Afirma que hoy ya no solo trabajan fracturas, sino que intentan ayudar a pacientes con traumas por cáncer.
Para Fajardo, las máquinas de última tecnología son la clave para Industrias Sampedro. Actualmente, tienen una planta cerca de Medellín y otra en el centro de la ciudad. “Hacemos lanzamientos constantes e investigamos mucho porque tenemos claro que los productos exitosos de hoy no lo serán mañana”, explica. Si bien Industrias Sampedro debe traer del exterior algunos de sus insumos, al producir localmente compite en buenas condiciones frente a los artículos importados. “Estamos en una industria muy competitiva, con precios que no suben porque las aseguradoras, que son nuestros clientes, exigen precios menores, lo que choca con la tasa de cambio, los problemas de los contenedores y hasta la guerra en Ucrania, pues el titanio que se usa en muchas placas y tornillos se traía de Rusia. Por eso también estamos trabajando en bajar costos de producción y eso se logra con innovación”, aclara Fajardo.
En su proceso de creación, en Industrias Sampedro incluso desarrollaron una metodología de innovación en la que hacen tacs (tomografías computarizadas) a muchas personas para tener más opciones anatómicas en los dispositivos que fabrican. Luego, realizan los diseños por computador y, después, los prototipos con impresión 3D en plásticos y resinas. Así desarrollan los prototipos blandos. El siguiente paso es fabricarlos con los materiales reales, que llevan a pruebas de tensión, corrosión, citotoxicidad, etcétera. “La meta es lograr productos anatómicos que suplan las necesidades de los especialistas y los pacientes”, precisa Fajardo y comenta que tienen diez patentes y otras dos en trámite.
Soberanía tecnológica
En plena pandemia encontrar soluciones rápidas y eficaces para combatir la covid-19 parecía una tarea de países avanzados. Sin embargo, en Cali se desarrolló un robot denominado Dispositivo Inteligente de Desinfección (DID), que genera espacios 99,9 por ciento libres de virus y bacterias con luz ultravioleta UV-C de última generación.
Detrás de este ingenio se encuentra Lorena Valencia, directora I+D+i de Octopus Force, quien señaló que DID ya no está solo, ahora tiene hermanos: DIZ, que es el robot de Desinfección Inteligente de Zapatos, y la máquina secadora de manos con la misma tecnología de luz ultravioleta. “Acabamos de crear una empresa en Estados Unidos para iniciar el proceso de montaje de un laboratorio, donde fabricaremos estos inventos y haremos nuevos desarrollos”.
DID tal vez es el más conocido de los inventos de Octopus Force, pero son más de 150 productos tecnológicos ciento por ciento nacionales. Y es que para Lorena y su equipo una de sus banderas es trabajar por la soberanía tecnológica. “En Colombia muchas industrias quebraron porque no tenían una máquina ni la mano de obra, y, cuando el país alcance su soberanía tecnológica, no va a depender de partes importadas. Ese es un valor primordial para Octopus Force, en la cual llevamos varios años insistiendo”, señaló Lorena. Ella es ingeniera, inventora, magíster en Ingeniería de Desarrollo de Productos Tecnológicos, CEO y científica colombiana, con 24 años de trayectoria en desarrollo de productos tecnológicos.
Esta empresa caleña también diseñó y creó el primer simulador de vuelo en Colombia, así como los interiores del primer vehículo eléctrico nacional fabricados desde cero. Ahora trabajan en el desarrollo de nuevos productos basados en hidrógeno “que nos permitirán apoyar la transición energética. Nosotros también debemos desarrollar tecnologías alrededor de este tema, el cual es una necesidad mundial”, explicó Valencia, para quien “nada es imposible”.
Cuidar el planeta está en su ADN y por ello también lideran el desarrollo de un biorreactor agrícola que ayuda al cuidado del medioambiente para la utilización adecuada de los desperdicios orgánicos que se generan todos los días en los hogares. Y, aunque para un inventor no es fácil definir cuál es su producto más innovador, esta científica colombiana tiene entre sus favoritos a PlantToGo: “Es un cultivador hidropónico robotizado que siembra más de 250 plantas de manera automática. Además, asegura el crecimiento y mantenimiento de la planta desde la semilla hasta el máximo crecimiento de la misma. En un área de 50 × 70 cm, produce comida con 60 por ciento menos costo que la agricultura convencional, sin pesticidas y con el 5 por ciento de agua de lo que se usa en cualquier cultivo de la misma especie. Esto da como resultado cultivos orgánicos y sin desperdicio de agua”.