Como muchos otros universitarios, la estudiante de derecho Luisa Chimá decidió emprender para ayudar con sus gastos y no depender tanto de sus papás, quienes ya hacían el esfuerzo de costear su carrera. Su gusto por los vestidos de baño la motivó a crear una empresa que produjera dichas prendas.

Se fue entonces al mercado del Hueco en Medellín a buscar las telas de su gusto y también buscó confeccionistas y artesanos, pues quería que los vestidos de baño tuvieran decoraciones hechas a mano. “En ese momento hice mi primer plan de negocios, algo muy básico porque debía saber cuánta plata necesitaba para empezar y estimar cuánto iba a cobrar por los vestidos de baño. Les pedí 5 millones de pesos prestados a mis papás y decidí hacerlo sola, pues siempre he pensado que asociarse es complicado”, recuerda Luisa.

Aprovechando, que como buena paisa es sociable y echada pa’ adelante, empezó a vender sus primeras producciones entre sus amigos en la universidad, en el trabajo de su mamá, en bazares y ferias de emprendimiento, pero se encontró con el problema de que muchas de sus clientas se querían medir los vestidos de baño y no tenía vestier. Eso la llevó a abrir tienda y como no lo podía hacer en un centro comercial, optó por volver al Hueco, donde consiguió un local muy pequeño, pero en el que le iba bien y generaba un empleo: el de la persona que atendía cuando ella no podía.

Con la ayuda de talleres de confección y artesanos de Medellín esta joven empresaria comenzó su negocio

Estando allí notó que sus clientes no llegaban por casualidad, sino por el tráfico que le traía Facebook, red social en donde hace 11 año Luisa empezó una estrategia de mercadeo digital de sus vestidos de baño. Eso le permitió pasar en poco tiempo a un centro comercial, donde el tráfico tampoco fue mayor pues no era muy concurrido, pero fue allí en donde le dio un giro a su negocio.

En el local vendía también productos que no eran de ella, pero que complementaban sus vestidos de baño: chanclas para la playa y bronceadores. Un día un cliente de México que había conseguido a través de redes sociales fue a su local en Medellín y le interesaron los bronceadores. “Quería 500 y yo dije: ¡eso es la venta del año! Se lo propuse a la que los hacía, pero ella no tenía la capacidad, entonces vi que yo podía meterme a ese negocio, que tiene mejor rentabilidad que los vestidos de baño. Le dije al cliente que necesitaba un anticipo y en tiempo récord de busqué una química farmacéutica que hiciera la fórmula, hicimos las pruebas en la casa de mis abuelos y pudimos sacar 700 bronceadores. Así que los 200 que sobraron los empezamos a publicar en Instagram y fueron un boom, al punto que decidí dejar atrás los vestidos de baño y quedarme con los bronceadores”, recuerda Luisa.

Su siguiente paso fue recoger el local y concentrarse en obtener los permisos Invima y registrar su marca D’Luchi para bronceadores, que luego complementó con loción para aclarar vellos corporales, productos para después del sol y autobroceador. Todo lo vendía por Instagram y con el apoyo de influenciadores, que han sido su mayor fuerza comercial.

La segunda marca

D'luchi Lab es un laboratorio de 5.000 M2 de la empresa D'luchi, Kaba y La Receta CBD (marcas del sector cosmético). | Foto: D'luchi Lab

El negocio empezó a crecer, dos tíos comenzaron a trabajar con ella y también su papá. Vendía en toda Colombia y ocasionalmente fuera del país, (su primera exportación fue a Chile). Sin embargo, los bronceadores no se compran todo el año. Eso llevó a Luisa a empezar en productos de uso diario. Inició con productos corporales como aceite antiestrías y geles reductores, cuyo principal componente era café. Así nació su segunda marca, Kaba, que significa café en lengua africana.

Luego pasó a los productos capilares, motivada por el hecho de que durante su embarazo se estaba quedando calva, así como productos faciales porque en ese momento también se llenó de manchas. Por recomendación de su esposo entró en la línea de la dermocosmética canábica y así nació su tercera marca: La receta CBD.

Actualmente 113 personas trabajan con Luisa, ya tiene su propio laboratorio (antes fabricaba con maquilas), así mismo cuenta con 10 tiendas físicas en centros comerciales reconocidos de Medellín, Bogotá, Barranquilla y Cali. El año pasado vendió 8 millones de dólares y este año ya supera los 10 millones, la meta es cerrar 2022 con 16 millones.

Nada mal para la estudiante (hoy ya abogada graduada), que empezó con un plan de negocios básico y ahora alista su expansión internacional.