Los problemas del sistema tributario colombiano están sobrediagnosticados: se recauda poco frente a países del mismo nivel de desarrollo; con algunos impuestos, como el IVA, les cobran la misma tarifa a ricos y a pobres; en renta son pocos los contribuyentes y la mayor carga está en hombros de las empresas y no de las personas naturales (situación contraria a la de los países de la Ocde).
Además, hay tal cantidad de exenciones y deducciones, que no solo enredan el sistema, sino que muchas veces generan inequidad y se convierten en el hueco por el que se escapa gran parte del recaudo.
A estas complicaciones que hacen más tortuosa la obligación tributaria, se suma la creciente necesidad de recursos que tiene el país para atender gastos como educación, salud, justicia o pensiones, a los que hace poco se añadieron los programas para atender la pandemia. Es decir, es indispensable otra reforma tributaria, que se agregará a las 30 que se han tramitado desde 1994 y las cuales no han sido suficientes para desenredar y volver más eficientes los impuestos en Colombia.
Por este motivo, los economistas aplauden y consideran que es responsable fiscalmente el anuncio del Gobierno electo de priorizar su reforma, de la cual se ha dicho, será para que paguen los más ricos. No obstante, el diablo está en los detalles, y a medida que se conocen, se empiezan a prender alarmas sobre su impacto. Estos son diez de los temas que han sonado.
1. Más gente declarará y pagará impuesto de renta
Solo 3,8 millones de los 20 millones de colombianos que están ocupados declaran renta y vale la pena recordar que declarar no necesariamente implica pagar. Aunque entre los expertos existe consenso sobre la necesidad de que más personas aporten con este tributo, pues no es sostenible, ni justo, que tan pocos paguen para una población de 50 millones de habitantes, la gran pregunta es a partir de qué nivel de ingresos se debería cumplir con este gravamen. Este año, declararán renta quienes tuvieron ingresos brutos iguales o superiores a 1.400 UVT (50.831.000 pesos) en 2021. Por lo que se sabe hasta ahora, la reforma tributaria que liderará José Antonio Ocampo, como ministro de Hacienda, buscará aumentar el recaudo, justamente con aportes de las personas naturales. Aunque no se ha comprometido con la cifra del nivel de ingreso a partir del cual buscarán que los colombianos paguen renta, ha insistido en que los de ingresos altos serán los mayores aportantes. Los aumentos en las cargas serían para contribuyentes que devengan 10 millones de pesos mensuales hacia arriba.
2. Menos exenciones para las personas naturales
Las personas que ya pagan renta, tradicionalmente han tenido beneficios que les permiten reducir el monto a su cargo, como por ejemplo los pagos por medicina prepagada, por créditos de vivienda, por tener dependientes económicos o por los ahorros en pensiones voluntarias o cuentas de Ahorro para el Fomento de la Construcción (AFC). No está claro si estos beneficios van a seguir. Ocampo ha explicado que “aún no ha entrado en ese detalle”, pero que está evaluando si se pueden mantener en los contribuyentes de más bajos ingresos y quitarlos para los que más devengan.
3. Más contribuyentes para el impuesto al patrimonio
Mientras que en el impuesto a la renta se paga por los ingresos anuales que recibe cada persona, en el de patrimonio se aporta por el valor de los bienes adquiridos, por eso también se conoce como impuesto a la riqueza. Este tributo no está vigente para 2022. Aplicó hasta 2021 y se revivirá en la tributaria de Petro. El interrogante está, de nuevo, en el valor mínimo del patrimonio a partir del cual se impondrá el tributo. Hasta el año pasado estuvo en 5.000 millones de pesos. Ahora se ha mencionado la posibilidad de cobrar desde 1.000 millones. Ocampo ha asegurado que este impuesto se enfocará en personas naturales y no en personas jurídicas, y que es una de las grandes apuestas de la reforma para lograr progresividad, dado que el patrimonio está distribuido de manera más desigual que el ingreso. Con respecto a si bajaría hasta 1.000 millones de pesos, solo se ha limitado a decir que “lo anunciará en su debido momento”.
4. Gravar pensiones altas
Ocampo ha sido claro en esta idea. Su argumento es que los pensionados, en el mundo entero, tienen sus contribuciones exentas, pero no sus pensiones. Otra vez, el quid del asunto es qué se considera una pensión alta, pero asumiendo que para Ocampo tener ingresos altos es devengar más de 10 millones de pesos al mes, la misma cifra podría aplicar para los pensionados.
5. Sin cambios en IVA, pero adiós al día sin IVA
Pese a que el IVA es un impuesto regresivo, pues cobra por igual a ricos y a pobres, los diseñadores de la próxima reforma tributaria no planean cambios en ese frente por varias razones. La primera es que es un gravamen muy eficiente en términos de recaudo y, la segunda, que es políticamente inviable hacer modificaciones en ese frente para incluir más productos gravados. Lo que sí se eliminaría son los días sin IVA, que fueron establecidos como mecanismo de reactivación tras la pandemia, y por ley se dejaron tres veces al año. El ministro entrante ha asegurado que ese mecanismo no sirve porque fomenta el consumo de productos importados y, además, no lo puede aprovechar toda la población, sino solo aquellos con recursos para comprar con descuentos.
6. Sigue el 4 x 1.000
Uno de los impuestos ‘transitorios’ más demorados en ser retirados es el que aplica a las transacciones financieras, que comenzó en 1998, al amparo de la emergencia económica de esa época. Era por un año y cada vez que se intenta desmontar surge una nueva razón para dejarlo. Aunque los expertos dicen que es antitécnico y los bancos piden quitarlo, Ocampo dijo en entrevista con SEMANA: “Me encantaría que ustedes me recomendaran cómo reemplazarlo. En más de 20 años, otros gobiernos han tratado de reemplazarlo y no han podido”. Al igual que el IVA, el 4 x 1.000 es un impuesto fácil de recaudar y, por eso, ha sido complejo desprenderse de él.
7. Menos exenciones para las empresas
Con el objetivo de nivelar la cancha para que todos los empresarios tengan las mismas reglas de juego en materia de impuestos, así como para tapar uno de los mayores huecos del sistema tributario, una de las grandes apuestas de la reforma de Petro será eliminar exenciones y beneficios que reciben diversos sectores económicos. Se estima que el año pasado, el Gobierno dejó de recibir 92,2 billones de pesos por aplicar exenciones, principalmente en renta. El problema es que muchas de esas gabelas fueron creadas para promover sectores económicos, cuyo desarrollo se quiere impulsar, tales como hotelería, economía naranja, generación de energías alternativas o algunos cultivos específicos. Se teme que, al eliminar beneficios, las empresas afectadas aumenten los costos de sus productos y servicios.
8. Más impuestos por dividendos
Desde 2017, en el país se cobra el impuesto a los dividendos mediante una retención en la fuente del 10 por ciento y solo para los dividendos que superen las 300 UVT, hoy 11.401.200 pesos. La intención de la administración Petro es aumentar la tarifa de este impuesto, con el objetivo de que las empresas no repartan sus utilidades y las reinviertan para generar mayor valor. Como en las demás propuestas, pagarían más quienes más dividendos reciban. Para algunos expertos, una mayor tributación en ese frente podría generar el efecto contrario: que las empresas prefieran no invertir, sino endeudarse o cambiar de país para sus operaciones.
9. El ‘coco’ de Chile
Se ha dicho que José Antonio Ocampo asesoró la reforma tributaria que ya se está tramitando en Chile, pero el ministro entrante aclaró que no tuvo nada que ver con esa iniciativa. No obstante, algunos temen que se copien ideas del proyecto que cursa en el país austral, donde también plantean cambios en el impuesto de renta, incorporan el de patrimonio y limitan exenciones. Igualmente, aspiran aumentar las compensaciones que pagan las empresas mineras al Estado y se teme que acá se haga algo similar con el sector petrolero.
10 ¿Muy ambiciosos?
Finalmente, hay dudas sobre la capacidad del Gobierno entrante para recaudar los 50 billones de pesos que aspira con su tributaria. Esa suma equivale al 5 por ciento del PIB. “En promedio, las tributarias en el país han recaudado 1 punto del PIB, la última apenas consiguió medio punto y la más alta fue durante el Gobierno de Betancur, con Roberto Junguito como ministro de Hacienda, y recaudaron 2,1 por ciento del PIB”, dice Mauricio Santamaría, presidente de Anif, y agrega que incluso en el ámbito internacional es una suma muy alta, pues en promedio las tributarias en el mundo aumentan el recaudo en 2,5 por ciento del PIB.