En un mundo cada vez más globalizado y diverso, el sector financiero se enfrenta al gran desafío de adaptarse a una realidad más inclusiva en donde debe lograr una verdadera democratización de sus productos.
En ese sentido, es fundamental que esta industria, de la que participan bancos, fintechs u otras organizaciones, se prepare para promover políticas que fomenten la diversidad y abarquen diversas comunidades étnicas, culturales y raciales, así como de personas con discapacidades, o aquellas que hacen parte de la comunidad LGBTIQ+.
Es así como se vuelve indispensable cerrar las brechas sociales que se presentan en Latinoamérica para construir una economía donde las personas con diversas características, procedencias, preferencias, creencias e identidades, puedan desarrollar su potencial económico. En consecuencia, esto les permitiría construir un mejor futuro, tanto para ellos como para las generaciones que vienen y, desde Finaktiva, aportar en pequeña proporción a esta inclusión.
Entre algunos datos interesantes sobre el tema, se puede encontrar que, de acuerdo a Gallup Workplace, los ambientes laborales incluyentes aumentan 39 % la satisfacción del cliente, 22 % la productividad y 27 % la rentabilidad.
Finaktiva diseñó una serie de políticas con el fin de crear un entorno más diverso e inclusivo donde todos puedan tener las mismas oportunidades.
Ana María Portillo, cofundadora de esta fintech, explica que dentro de los principales ejes a desarrollar se encuentran: promover acciones con enfoque de género; ofrecer productos y servicios que se ajusten a las necesidades particulares de cada empresa; visibilizar las experiencias y testimonios desde sus diversos roles económicos y sociales, entre otras cosas.
“Estas acciones parten de nuestra convicción de que la igualdad de género y la inclusión social son fundamentales para un futuro próspero y sostenible. Decidimos implementar nuevas acciones para cerrar brechas tales como: la promoción de actividades de inclusión concretas en relación con nuestras operaciones internas, nuestra fuerza laboral y equipo de liderazgo. Y, de cara a nuestros mercados y a las comunidades en las que tenemos incidencia como empresarios, emprendedores y grandes organizaciones, también venimos trabajando para crear productos y servicios más inclusivos”, agrega la directiva.
Cabe recordar que en el país se estima que hay más de 500.000 personas que se identifican como LGBTIQ+, y que para el año pasado, se estima que pudieron llegar a mover cerca de US$ 16 millones. La presencia y valor en el ecosistema empresarial de esta comunidad ha adquirido tanta fuerza que en 2012 nació la Cámara de Comerciantes LGBTI de Colombia, una institución privada, sin ánimo de lucro, que busca fortalecer y empoderar económica y socialmente a todos aquellos que hagan parte de la misma. A la fecha, dicha institución ya cuenta con un poco más de 250 organizaciones y se espera que para 2025 puedan llegar a ser más de 1.000.
Para Caterine Mosquera, mujer afro y analista de tesorería de la fintech, es muy importante esta iniciativa que se enfoca en temas de diversidad e inclusión no solo con la creación de políticas, sino también haciéndolo parte del ADN de todos los ‘Finaktivers’.
“Esto permite que se generen espacios de manera orgánica de cocreación los cuales son exitosos precisamente porque quienes participamos en ellos tenemos diferentes experiencias profesionales y de vida”, asegura Mosquera. También agrega que cuando se habla de diversidad e inclusión “tal vez me quedo corta en todo lo que implica, por lo tanto, mi misión es tener un conocimiento mucho más amplio que permita junto a mis compañeros de este equipo producir iniciativas en las que todos nos sintamos incluidos”.
En la actualidad, las empresas son cada vez más conscientes de que deben implementar este tipo de políticas inclusivas en sus modelos de negocio para llegar a una población más amplia y diversa como la que hay hoy en día. Las cifras demuestran que el presupuesto que destinan las organizaciones para la implementación de acciones relacionadas con la inclusión ascendió de 21,3 % (en 2021) a 25,7 % (en 2022) y 44 % (en 2023); datos que ratifican el compromiso de los diferentes sectores por adaptarse a un mundo de constantes cambios.