La Cámara de Comercio de Bogotá realizó la Gran Encuesta del Empresariado de Bogotá y la Región con la que se hace una radiografía del tejido productivo. En él se verifica qué ha pasado con el sector empresarial, establecido y naciente, en medio de una coyuntura como la pandemia y frente a la reactivación económica.
La estructura sorprende. Casi el 98 % de las empresas son microempresas con pocas ventas y utilidades y que alcanzan a generar cerca de 3 empleos cada una. Todo indica que la necesidad sí empujó a muchos colombianos a crear empresa.
¿Qué va más allá de los resultados? ¿Cuáles deben ser los planteamientos en época electoral sobre el tejido empresarial? Nicolás Uribe, presidente de la Cámara de Comercio de Bogotá, analiza los alcances del estudio y de lo que viene.
SEMANA: ¿Cuáles son los principales hallazgos que encontraron en el estudio? ¿Qué fue lo que descubrieron en esta radiografía?
Nicolás Uribe (N. U.): Creo que hay muchos temas particulares de mucho interés, pero cuando uno hace una interpretación sistemática de lo que se encuentra, ahí hay varios elementos importantes. El primero es que es evidente que a las empresas formales les va mejor que a las empresas informales, en términos de ingreso, de apropiación tecnológica, de permanencia, de generación de empleo; en términos, por ejemplo, de participación, en término de cierre de brechas con mujeres y jóvenes. Y eso vale la pena resaltar, porque aquí existe la idea de que la informalidad siempre es mejor negocio y seguramente puede ser mejor negocio para salir de un apuro, de un aprieto, para resolver un problema de ingreso en el mediano o en el cortísimo plazo. Pero la verdad es que ser empresa formal es lo único que les permite a los empresarios cumplir en realidad su sueño empresarial, es lo que permite crecer, es lo que permite innovar, es lo que permite apropiar tecnología.
La verdad es que había un mito alrededor de la importancia de la informalidad, bajo la informalidad como alternativa única. Poner los puntos sobre las íes, alrededor de conocer la dificultad de la formalidad, pero al mismo tiempo reconocer los beneficios y la importancia de la misma.
Y, en segundo lugar, este es un instrumento que nos sirve para encontrar puntos que son debatidos, pero que tienen que ser abordados con urgencia. Temas, por ejemplo, como el de la reforma laboral son importantes; la realidad que demuestra esta encuesta es que nosotros vamos a tener de golpe que hacer esfuerzos para pensar o dejar de pensar que los estándares que hemos establecido en términos de formalidad están un poco por encima de nuestras realidades, y ahí nos va a tocar hacer algunas transformaciones.
SEMANA: ¿Cuáles son las principales diferencias entre los empresarios con registro mercantil y los que no tienen registro mercantil?
N. U.: Esa es la primera diferenciación que es importante, es decir, la formalidad no radica en tener matrícula mercantil. La formalidad es una escalera donde uno va evolucionando a medida que va cumpliendo las normas que tiene que cumplir determinado negocio, de acuerdo con el sector en el que está y el tamaño en el que se encuentra.
Ahora el menor nivel de formalidad por supuesto es aquel que ni siquiera cuenta con matrícula mercantil, y dentro de la informalidad hay diferentes contextos y realidades. Está la realidad de quien trabaja básicamente en espacio público, que es la informalidad más básica que podríamos denominar casi que economía subsistencia. Un poco más arriba está aquella economía sin matrícula mercantil que tiene emplazamiento, que está localizado en fábricas locales y viviendas y ahí nos enfocamos en esta encuesta y lo comparamos con aquellos que tienen el primer paso, que son aquellos que tienen matrícula mercantil.
SEMANA: ¿Cuáles son las cifras de empresas?
N. U.: Las empresas de registro mercantil son principalmente microempresas. Para darle el ejemplo ya con cifras de matrícula mercantil de nuestro registro, terminamos el año pasado con 470.000 empresas. De estas, la gente cree que grandes son un montón, pero la verdad es que solo son 2.500; y entonces dicen: bueno, medianas deben ser un montón y no son muchas, son cerca de 5.200. Y entonces serán pequeñas, pues tampoco, son algo así como 20.000. Es decir, de 470.000 empresas que hay en Bogotá y Cundinamarca, en la jurisdicción en la que nosotros estamos, 445.000 son microempresas. Entonces, eso nos empieza a ubicar en un lugar donde la segunda pregunta es, si son chiquitas, ¿cuánto ganan? Y cuando la encuesta responde eso, pues lo que es evidente es que las empresas o los empresarios de nuestra región tienen pocas ventas y pocas utilidades, que cerca del 46 % de las microempresas que tienen matrícula mercantil son capaces de tener utilidades menores a los 50 millones de pesos al año y que un porcentaje muy importante del 23 % apenas 10 millones de pesos en un año; es decir, menos que el salario mínimo legal vigente, y para el caso de la informalidad la situación es mucho más compleja porque el porcentaje de quienes se ganan de 0 a 10 millones de pesos está en el 76 % e ir escalando en esa medición de mayor ingreso, pues los castiga mucho más cuando son formales, porque literalmente no son capaces de evolucionar ni en términos de ventas ni de utilidades.
SEMANA: El estudio se hace en medio de una pandemia. ¿Cuáles son los motivos para crear empresa? ¿El desempleo llevó a muchas personas a empezar a crear empresa para subsistir? ¿Cuál fue el punto de quiebre?
N. U.: Creo que ahí hay contextos que son importantísimos y el primero es que tal vez uno podría calificar el emprendimiento de doble naturaleza. Uno, que es el emprendimiento de subsistencia, el que dice me quedé sin trabajo, no tengo nada qué hacer, necesito ingresos, voy a montar una empresa. Y hay mucho de eso en el mercado de la informalidad, es gente que entra y sale y también incluso en el mercado de la formalidad la pura base de esa pirámide, en donde la ausencia de empleo se convierte en el principal sentido para montar un negocio para sustituir los ingresos que perdió por cuenta de la ausencia del empleo.
Ahora bien, cuando estamos evolucionando en esa ruta, lo que vemos es que lo que la pandemia hizo que cerca de 5 millones de personas perdieran el empleo y ahí yo creo que la pregunta se responde concretamente: cuando usted no tiene trabajo y no tiene ingresos derivados del trabajo formal o incluso del informal, pero trabajo al fin y al cabo, pues se va a la economía de subsistencia que en algunos casos es el espacio público. En otros casos es montar una empresa y eso explica la gran participación de empresas creadas en los 2 últimos años o de iniciativas empresariales, en términos por ejemplo de lo informal, con una participación enorme. Y en el tema de lo formal, también con una importante participación que puede superar el 60 % en los últimos 5 años y en los 2 últimos años 42 % para los formales y 36 % de participación de creación de empresas de los últimos 2 años para aquellos que tienen matrícula mercantil. Luego la necesidad sí empuja a la gente sin duda a crear empresa y a veces también percibimos que así como la empuja a crear empresa, también le mantiene la posibilidad de dejarse seducir con el tiempo cuando existe otra oportunidad laboral, y eso explica también por qué la base de empresas se mantiene más o menos constante, con unos crecimientos progresivos. Pero hay muchas nuevas empresas y muchas que no tienen actividad, es decir, que se dejaron abandonadas por cuenta de su propietario, que probablemente se dedicó a una actividad de empleado, o a una actividad formal o informal, que le hace innecesario seguir dándose a la tarea de su empresa.
SEMANA: ¿Cómo es la estructura interna de esas empresas? ¿Qué tantos puestos de trabajo generan y qué calidad de empleos se está dando?
N. U.: Esa es una de las reflexiones más importantes, porque ya nos vamos al fondo de los temas y estas, con una precariedad institucional grande, son empresas que en su gran mayoría no son capaces –para el caso de las formales, más pequeñas– de generar 1, 2 o 3 empleos, en donde el primer empleo por supuesto es del propietario de la empresa. Adicione a esto que son unas empresas con unos ingresos muy restringidos. Ya habíamos hablado de la posibilidad de lo que significa tener entre 0 y 50 millones de pesos de utilidades o de ventas en un año y eso es muy precario. Es un nivel de desarrollo empresarial, que con esos ingresos es muy poco probable que pueda cumplir con los requisitos de ley para garantizar un empleo formal; es decir, con pago de la seguridad social y la salud, y desde esa perspectiva, esto corrobora lo que nosotros vemos en las cifras del DANE, donde casi la mitad de los que tienen un trabajo hoy se declaran población ocupada, pues son informales, y en donde vemos también que en una gran cantidad de micronegocios de acuerdo con el DANE, que pueden sumar cerca de 5 millones y medio, pues se generan 7 millones de empleos. Es decir, que la empresa es de alguna manera el mecanismo de solventar las necesidades de ingreso de una persona, un porcentaje que va a evolucionar y va permitiendo crear mayores y mejores empleos más formales a medida que evoluciona por la ruta del fortalecimiento empresarial, de la formalidad... y va creciendo. Eso le permite, por supuesto, mejorar el ingreso y las ventas; le permite utilizar mejor la tecnología y adecuarse por ejemplo a temas de pagos digitales; le permite, por ejemplo, hacer inversiones para desarrollar políticas de inclusión de género y de biodiversidad al interior de la organización. Hay una base empresarial de naturaleza social popular con ingresos bajos, que requiere una reflexión a fondo alrededor de estándares de formalidad y que nos ayudaría a pensar cómo lograr evolucionar con menores trabas institucionales para que pudieran vender más, vender mejor, lograran promover más empleo de calidad, pero también con la necesidad de entender que lo que tenemos hoy contraviene una realidad económica que no se cambia por decreto.
SEMANA: A final del año nos empezamos a asustar con muchas cosas: la inflación, la pobreza; a mediados del año nos asustamos con la tensión social y este año estamos atentos a lo que pase en las elecciones. ¿Cómo está viendo ese tejido empresarial frente a un entorno de reactivación y perspectiva económica muy complejo para 2022?
N. U.: Los períodos electorales siempre son períodos de inestabilidad política, porque afortunadamente en democracia lo único cierto es el procedimiento y lo incierto es el ganador. Y si fuera al contrario, estaríamos en un problema de inestabilidad mucho más grave. Creo que la dimensión económica y las propuestas en esta época son muy relevantes, no solamente porque tenemos que estructurar unos problemas de pobreza, sino porque tenemos que conectarnos con un mundo que se está separando entre quienes apropian ágilmente la tecnología y quienes están tomando del pelo alrededor de eso y están hablando carreta, pero no concretan el desarrollo tecnológico. Estamos hablando de que la necesidad de reactivar o más bien de revindicar el rol del empresario es una urgencia y que revindicar al empresario no significa revindicar al gran empresario, sino revindicar al gran empresario, al mediano empresario y al microempresario, que son el 98 %.
SEMANA: ¿Eso qué significa?
N. U.: Significa facilitarles la vida a ellos. Pareciera a veces que el debate político y tributario, por ejemplo, se reduce a cerrar exenciones porque los ricos se aprovechan de ellas, cuando la realidad es que tenemos solamente en nuestra región 450.000 empresas, que son microempresas que ni siquiera tienen posibilidades de declarar ni tributar porque sus ingresos no les dan. Y ahí hay una posibilidad de facilitar unos temas de formalidad y que van ayudando a sacar ese sector adelante.
Lo que creo desde el punto de vista político, es que si bien el entorno claramente forma parte de las dimensiones del éxito empresarial y que en un entorno complejo no florece ni la iniciativa privada,ni la empresa de ningún tamaño, pues el próximo gobierno, sea quien sea, va a tener que asumir esta realidad de impulsar el sector privado. A mí no me cabe duda que cualquiera de los candidatos tiene que empujar una política alrededor del fortalecimiento empresarial, por una cosa que además quedó en evidencia: en 3 meses que estuvieron cerradas las empresas, se perdieron 5 millones de trabajos y se lanzaron 3 millones de personas adicionales a la pobreza monetaria, sin contar con la pérdida en nuestra región de cerca de 55.000 empresas que generaban el sustento para los propios empresarios. Sin contar con las dificultades que hemos tenido por cuenta de la cadena de abastecimiento; sin contar por el impacto que esto ha tenido en la inflación. ¿Y qué es lo que pasa cuando recuperamos la actividad empresarial? Que se van recuperando los empleos, ya estamos cerca del 90 % de recuperación de empleos, y empieza a entrar un período de tranquilidad social a pesar de los ruidos que existen en muchas dimensiones de nuestra sociedad.
Lo que quedó demostrado con la pandemia es que si maltrata al empresariado, no importa el tamaño, le hace un daño rápido al bienestar de la ciudadanía y de la gente. El efecto del cierre de las empresas se notifica, se acusa recibo muy rápidamente en términos de pobreza, ingreso, oportunidades, malestar social y, por supuesto, zozobra en el ingreso a las personas y su capacidad para resolver problemas.
SEMANA: La economía parece que sube por ascensor, pero la creación de empleo por escalera. ¿Qué está pasando?
N. U.: Son dos cosas. La primera es que el empleo siempre tiene un jet lag, es decir, le pagan la nómina y no sale a gastar, sino que le pagan la nómina, pero toma decisiones de gasto con un período, digamos de gracia, para tener certeza de que las inversiones o costos con los que se va a comprometer en el futuro, pues son sostenibles en el tiempo. Entonces a mí me parece apenas normal que un período de crecimiento tenga algún retardo en la reactivación del empleo.
En segundo lugar, las empresas trabajaron con presupuesto cero. Es decir, revisaron exactamente qué es lo que necesariamente tienen que hacer y de lo que podían prescindir, para garantizar la operación del negocio. Entonces se dieron cuenta en muchas circunstancias y dimensiones que había cosas que habían creado por unas necesidades del pasado y que probablemente hoy ya no eran útiles, y esos puestos de trabajo probablemente no se van a volver a generar. Las empresas de 2019 no son las mismas de 2022, de ninguna manera, ni su estructura de venta, ni en la manera que operan, ni los costos al interior. Y esa reflexión interna de las empresas no solo hizo que seguramente algunos puestos de trabajo se pierdan de manera definitiva, sino que también la naturaleza de puestos existentes. Cuando se ve esta encuesta y se encuentra que para las empresas formales el tema de las redes sociales y las ventas digitales es la primera prioridad más allá que la presencialidad, pues esto le implica desarrollar unas habilidades y unas competencias que no tenía antes de la pandemia y que probablemente tiene que cambiar y trasladar el personal para que sean capaces de cumplir con esta dimensión de la nueva realidad.
Ahí hay una transformación del mercado de trabajo que tenemos que atender con mucha agilidad, porque el mundo real no está debatiendo sobre a veces las frivolidades en las que a nosotros nos gusta tanto entretenernos. El mundo económico en la realidad está haciendo transformaciones grandes en el mundo del trabajo, está dando agilidad para la formación, en donde en poco tiempo logra formar personas que ganan sueldos muy importantes por desarrollar tareas específicas, y a veces nosotros nos demoramos bastante en lograr entender eso y seguimos operando con la idea de tener servicios de calidad, de verificación, de garantizar una serie de procedimientos, que en últimas a veces educamos personas para un mundo que ya no existe, y esa realidad también yo creo que es una realidad que está medio confundida en este coctel difícil de interpretar en sabores, de lo que significa el mercado laboral en la actualidad.
SEMANA: ¿Cuáles son las reformas que hay que hacer?
N. U.: La verdad es que hoy en Colombia el 95 % del empleo lo genera el sector privado y no el sector público, o si alguien quiere generar empleo en Colombia lo que tiene que hacer es fortalecer el sector privado, construir un entorno adecuado para los negocios y revisar a partir de información con la que provee esta encuesta, alternativas para fomentar esquemas que nos acerquen un poco más a las necesidades del mercado, sin desconocer la importancia de garantizar elementos de calidad que permitan no pauperizar lo que ya existe, sino crecer en términos de lo que quisiéramos lograr y desde esta perspectiva no me cabe duda que el tema laboral es uno de ellos. Cuando ve los resultados de la encuesta en donde la mayoría de esas personas están operando por fuera de lo que establece el mínimo legal, ahí yo creo que hay una reflexión. Parte de la reflexión de esta política publica proempresario, tiene que ver con repensar qué significa ser formal y de pronto hacer una reducción de estándares para la formalidad, de modo tal que podamos hacer no solo política empresarial para los grandes y política social para los pobres, sino una política proempresario de crecimiento, que nos permita acompañar a estas empresas que no tienen formación, no tienen contabilidad y solamente ven el mercado local, no encuentran posibilidad de emplear a más personas. Y allá hay gente que tiene buenas ideas, que tiene capacidad para ser empresario y que seguramente necesita un empuje en término de condiciones para facilitar la formalidad.
Creo que se abre desde esa perspectiva una necesidad de reflexionar sin la nebulosa, sin la tormenta y sin los nubarrones que a veces el debate político estrictamente electoral le pone a esto, pero que nos permita entre todos ojalá hacer un acuerdo sobre lo fundamental en eso. Creería que si se hace una política pública alrededor del fortalecimiento de la microempresa en Colombia, que no sea una política asistencialista, sino una política de acompañamiento, de fortalecimiento y producción, y de generación de capacidades, pues ahí habría un consenso político interesante para sacar adelante.