Cada tanto hay una expresión o palabra que se toma el primer puesto del diccionario, que leemos, oímos o repetimos, de corrido, muchas veces más de lo necesario y a diario. La palabra del momento es “incertidumbre”. Así como en la pandemia oímos hasta la saciedad “reinventarse”, hoy por hoy en cada evento social, conferencias de expertos de todo tipo, ejercicios de planeación y hasta en los colombianizados TED talks, escuchamos la susodicha palabra.

Los abogados, por supuesto, no escapamos de la tendencia. En particular para los que trabajamos en transacciones de fusiones y adquisiciones (M&A por sus siglas en inglés), hemos visto una preocupación fundada de varios clientes previo a aventurarse a invertir en determinados sectores (p. ej. energías convencionales, hidrocarburos y salud, entre otros y por no decir lo obvio), con motivo de las ya conocidas reformas legales promovidas por el Gobierno.

Mucho se habla de la relación directa entre la incertidumbre con el Gobierno y sus reformas. Inclusive se comienza a hablar de una desaceleración de aproximadamente un 50 % en el número de operaciones de M&A en Colombia si se toman los primeros meses de 2023 en comparación con el mismo período de 2022, de acuerdo con información publicada por la plataforma internacional Transactional Track Record (TTR).

También vemos clientes interesados en seguir invirtiendo en el país a sabiendas de la coyuntura presente, y frente a la pregunta obvia de “¿por qué invertir en Colombia en este momento de tanta incertidumbre?”, la respuesta que por lo menos me doy es que la incertidumbre, si bien está de “moda”, no es un concepto nuevo para nosotros, ni especialmente para los empresarios, menos en un país como Colombia, y mucho menos en la región.

La incertidumbre, si bien está de “moda”, no es un concepto nuevo para los empresarios, menos en un país como Colombia, y mucho menos en la región. Foto: Guillermo Torres Reina / SEMANA | Foto: Guillermo Torres Reina

Hay quienes sabrán transformar la incertidumbre en oportunidades, probablemente diversificando y analizando opciones de inversión antes no tan obvias. Un ejemplo, aunque suene paradójico con lo dicho arriba, puede ser la misma industria de la salud, y sus servicios y productos conexos. Si bien esta se encuentra en el centro de atención precisamente por la falta de claridad de cara a las nuevas reglas de juego que podrían llegar con la tan polémica reforma a la salud, el servicio a la salud es inelástico de naturaleza; las personas ahora vivimos más años, nos seguiremos enfermando y necesitando dicho servicio sin importar el resultado de la reforma. Aquellos inversionistas que sepan leer bien las señales, revisen y se apoyen en casos análogos como pueden ser Chile, México y, por qué no, Venezuela con los filtros indicados, se informen y se sepan asesorar, encontrarán muy seguramente retornos importantes en momentos de incertidumbre.

Nuestra labor como abogados frente a los clientes será la de acompañarlos en todo momento y mantenerlos bien informados sobre las reformas que se adelantan y las que vendrán; haciendo seguimiento continuo sobre los cambios que se presenten resultado de la deliberación de las distintas instituciones sociales, y analizando de manera integral qué implicaciones pueden tener para los clientes y sus respectivas industrias. Esa labor de información debe ser objetiva y, muy importante, sin tinte político ni acomodada a nuestra aprobación personal o no a las actuaciones del Gobierno. Esto con el objetivo de buscar bajar la marea de la incertidumbre.

Finalmente, también tenemos una responsabilidad social como abogados, de utilizar los medios legales disponibles para velar y cuidar las instituciones colombianas, incluyendo revisar la constitucionalidad y legalidad de varias de estas reformas.

Por: Juan David Quintero, socio corporativo de Fusiones & Adquisiciones de Gómez-Pinzón