Ágape es una empresa brasileña que cuenta con más de 170 colaboradores directos y genera más de 10 mil empleos a través de tiendas físicas en Brasil y su plataforma de venta online. Pero no son una casa de moda como cualquier otra, Ágape se especializa en moda católica y se ha posicionado como proveedor de varios santuarios alrededor del mundo.

“Vestimos a mujeres, hombres y niños y, a través de nuestras camisetas, blusas y vestidos, inspiramos a cada uno de nuestros clientes a externalizar sus creencias en cualquier lugar y en cualquier ocasión. Compartir nuestros valores es creer que podemos ser cristianos que viven con más intensidad en la fe y el amor”, precisa Bernardo Vanegas, vocero de Ágape Colombia.

Y es que, para muchos, la moda católica podría ser una suerte de dotación para personal religioso, o incluso ropa exclusiva para feligreses, pero desde Brasil han logrado transformar esa idea y convertir su moda en un exitoso negocio. Su portafolio incluye todo tipo de prendas con estampados, bordados o tejidos de figuras religiosas, citas bíblicas o imágenes alusivas a la fe para niños y adultos.

“Ágape mezcla recato con estilo, lo que permite tener prendas de buena calidad y aptas para cualquier tipo de ocasión”, afirma Vanegas. De hecho, uno de los públicos objetivos de sus diseños son jóvenes y niños, por lo que se enfocan e inspiran en las tendencias actuales, pasarelas de moda y se preocupan por tener equipos de diseño fuertes en estos segmentos.

Desde su llegada a Colombia en marzo de este año, esperan lograr esa misma cercanía, además de contribuir con la generación de empleos indirectos, entre bordadoras, costureras, vendedores independientes y servicios tercerizados. En principio, la distribución nacional se hace por importaciones de Brasil, en donde se producen todas las prendas de Ágape.

El plan en el mediano plazo es abrir una planta de producción que logre maquilar lo que circule en el país y las exportaciones. “Desde Brasil vieron una gran oportunidad para que Colombia fuera el exportador al mundo, porque Brasil no tiene muchos Tratados de Libre Comercio (TLC), pero Colombia sí”, dice Vanegas. Además, Colombia es uno de los países que aún conservan un gran porcentaje de su población católica, según la Encuesta de Cultura Política, que realiza el Dane, el 78.2% de los encuestados se identifican con esta religión, lo que clasifica al país como uno de los lugares de expansión casi natural de este tipo de empresas.

Actualmente la planta de Goiânia, cerca de Brasilia, tiene capacidad de producir más de 30 mil piezas de ropa al mes con un único turno, algo que en Colombia es difícil de encontrar. Sin embargo, la idea de los brasileños es adecuar su propio punto de fabricación local para poder cubrir la demanda doméstica y exportar.

Aunque los planes no tienen fecha estimada, lo que se busca es que la finalización de las prendas se haga en Colombia en el mediano plazo. El primer paso para lograrlo es consolidar la marca en el país, pues actualmente cuentan con 300 distribuidores independientes entre personas y tiendas religiosas que esperan crecer lo suficiente como para vender 30.000 piezas mensuales en el país, aunque esperan que no sean importadas.

Dice Vanegas que el proceso de importación ha sido complicado y se ha visto afectado por la subida del dólar y los incrementos de las materias primas en el mundo. “El proceso con Brasil siempre suele complicarse por el transporte, la única manera de traer las cosas de allá es en avión, lo que es mucho más costoso que las vías terrestres o marítimas”, dice.

A pesar de estos problemas, Vanegas sostiene que se han enfocado en dar a conocer la marca por medio de publicidad dirigida, influencers religiosos y redes sociales, al igual que en mantener unos precios de venta favorables al consumidor, “sabemos que este es un momento complicado para muchas familias y que probablemente no sea uno de los mejores tiempos para crear una empresa de estas dimensiones, por eso tratamos de tener precios que nos permitan crecer y ser conocidos”, dice.