La semana pasada, el Distrito anunció un plan de obras e infraestructura para contratar y ejecutar de 2021 a 2035.Durante una presentación virtual a los potenciales inversionistas extranjeros, el jefe de gabinete de la administración distrital, Felipe Jiménez, expuso con detalles y cifras este ambicioso plan de obras y proyectos que estructura desde hace un tiempo la ciudad.
La hoja de ruta incluye nuevas líneas de metro, cifras de inversión para cuatro cables aéreos, hospitales y ampliación de unidades de urgencias, colegios nuevos y reacondicionados, puentes, viviendas, nuevas líneas de TransMilenio, trenes regionales, una nueva opción para el corredor verde de la carrera Séptima que incluye un tranvía, el distrito de innovación, inversiones en cicloinfraestructura, andenes y espacio público, e incluso plantas de lixiviados y de generación de energía térmica en el relleno sanitario de Doña Juana.
El programa de inversión en obras de salud, educación, saneamiento y movilidad es uno de los más ambiciosos en la historia de la ciudad, pues representa inversiones por 16.000 millones de dólares distribuidos en 413 proyectos.
En solo proyectos relacionados con acueducto y alcantarillado se prevén inversiones por 2.100 millones de dólares, de los cuales 1.500 millones irían a la construcción de la planta de tratamiento de aguas residuales Canoas, que permitirá descontaminar 70 por ciento de las aguas negras de Bogotá.
El otro 30 por ciento lo atenderá la planta del Salitre, que está en fase final de ampliación y modernización.Lo más novedosoEntre lo más llamativo de la presentación del Distrito a los inversionistas extranjeros y locales se destaca la extensión de la primera línea de metro hasta la calle 200.
El contrato actual prevé que los trenes lleguen desde el patio de Bosa hasta la calle 80 con avenida Caracas. Ahí tendrían que dar la vuelta para retornar al suroccidente de la ciudad.
El plan de la alcaldesa Claudia López y su equipo es extender ese primer trayecto hasta la calle 200, lo que permitiría recoger un mayor número de pasajeros y mejorar la caótica movilidad de la autopista Norte.
Los borradores iniciales del proyecto metro recogían esa necesidad de extender esta primera línea hasta la salida de Bogotá.
Sin embargo, el tema de costos no permitió esa opción, por lo que se recortó hasta la calle 80. Aunque los números de inversión son muy preliminares, una extensión de estas características podría significar inversiones por 4.500 millones de dólares.
En cuanto a la segunda línea del metro de Bogotá, promesa de campaña de Claudia López, se mantiene la intención de construirla –puede ser con viaducto o subterránea–, desde la calle 80 con avenida Caracas hasta Suba-Engativá. El valor preliminar de las obras es de 4.600 millones de dólares.
Por último, se mencionó en la presentación el plan para la tercera línea de metro en el trazado de la avenida Boyacá, una de las más extensas de la ciudad.
Ese recorrido tendría 40 kilómetros, movilizaría 25.000 pasajeros hora sentido y una inversión de 11.000 millones de dólares.
Se trata de cifras muy grandes que necesariamente tienen que ser evaluadas y concertadas con el Gobierno nacional, que es el financiador de estos proyectos en 70 por ciento. Otro plan que causó sorpresa está relacionado con el polémico corredor verde de la carrera Séptima.
El gobierno de Enrique Peñalosa intentó varias veces adjudicar una troncal de TransMilenio, pero decisiones judiciales lo impidieron. La alcaldesa echó para atrás la licitación argumentando que no quería más buses contaminantes y que el diseño planteado no estaba ajustado a las necesidades de la ciudad.
En noviembre de 2020, la administración presentó el diseño conceptual del nuevo corredor, que descarta una línea de TransMilenio que se alimenta con gas natural u otros combustibles de origen fósil, distribuye por sectores espacios para peatones y biciusuarios y plantea un sistema de movilidad con buses eléctricos.
El exalcalde Peñalosa ha criticado duramente este proyecto al que califica de “show mediático” y poco innovador, pues él mismo había planteado que allí solo transitarían buses eléctricos.
El tranvía también fue objetado por la alcaldesa en la presentación debido a que un sistema de este tipo bloquearía las intersecciones, convirtiéndose en un ‘muro’ que divide occidente y oriente de la Séptima.
El Distrito abre ahora la posibilidad de un ‘tranvía flexible’ en ese corredor. Eso quiere decir que podría combinarse el tranvía ligero eléctrico con una flota de buses eléctricos.
La demanda proyectada con los dos sistemas es de 13.000 pasajeros hora sentido; 8.000 del tranvía y 5.000 más en los buses duales. El corredor verde tendría una extensión de 25 kilómetros y un valor en obra de 600 millones de dólares.
También entró en este plan 2035 el arreglo de la calle 13, considerada por la alcaldesa como ‘la avenida más fea de Colombia’.
Y no está lejos de la realidad, al menos en lo que tiene que ver con las grandes capitales. Se trata de un corredor estratégico por ser la única comunicación entre el centro industrial del suroccidente con el centro de la ciudad.
Esta avenida está colapsada, no solo por el tráfico de carga y pasajeros, sino por el desorden, invasión del espacio público, huecos, inseguridad y contaminación.
Se prevé el arreglo de 11 kilómetros de esta vía (entre la carrera 50 hasta empatar con la concesión regional), con una inversión de 914 millones de dólares.
No es claro si se trata de una concesión vial urbana, que incluso podría incluir modelos de financiación como el cobro por congestión o peajes electrónicos.
Eso aún está en discusión.También hay planes para extender la troncal de la calle 26 hasta el aeropuerto (dos kilómetros), con un valor de 65 millones de dólares y la extensión de la calle 80 otros tres kilómetros, por un valor de 90 millones de dólares.
El Distrito dejó claro a los interesados que progresivamente se irá renovando la flota de TransMilenio actual de buses de gas y diésel a eléctricos.
Eso representa un gran desafío para proveedores internacionales como Scania, que apenas tiene buses articulados eléctricos en fase de pruebas. Otro capítulo interesante del plan se centró en la construcción y ampliación de vías que permitan mejorar las salidas norte, sur y occidente.
La iniciativa más adelantada es Accesos Norte, la cual entrará en licitación en el primer trimestre de este año y prevé cinco carriles por sentido entre las calles 192 y 245. La ALO Sur, otro proyecto que entrará en fase de licitación en los próximos meses, también fue presentado.
Sin embargo, los corredores viales que más llamaron la atención fueron la extensión de la calle 63 hasta las afueras de la ciudad y la Avenida Longitudinal de Occidente, entre la calle 80 y la calle 13. No se mencionó el tramo de esta avenida entre la calle 80 y la salida norte de Bogotá.
En las cinco avenidas descritas se proyectan inversiones por 2.600 millones de dólares.También se menciona la construcción de cuatro cables aéreos: Potosí, Usaquén, Centro-Monserrate y San Cristóbal. Estos desarrollos representarán inversiones por otros 520 millones de dólares.
El jefe de gabinete del Distrito indicó que el plan de obras para 2035 se está “negociando con el Gobierno nacional” y que se expedirá un documento Conpes que recogerá toda la estrategia.
Al parecer, el equipo técnico del Distrito mantiene una mejor relación con los funcionarios de Planeación Nacional de lo que se evidencia en redes sociales entre el presidente Iván Duque y la alcaldesa.
Los planes de mediano plazo, como este de 2035, deben trascender los intereses y disputas políticas porque está muy claro que la capital necesita con urgencia estos proyectos. La meta en inversión es ambiciosa pero no imposible.
Está claro que se necesitan nuevas y versátiles fuentes de financiación, como el mencionado cobro por congestión o los peajes electrónicos.
Pretender financiar un plan de estos solo con vigencias futuras, deuda o el presupuesto anual no tiene sentido ni futuro.
Eso sí, el gran desafío de los gobiernos será estructurar muy bien estas iniciativas para que los ciudadanos crean y se apropien de los proyectos.
Construir 100 kilómetros de trenes regionales, 80 kilómetros de metro, 163 kilómetros de sistemas masivos y 12 kilómetros de cables aéreos es muy retador en medio de las circunstancias actuales, pero es lo que la ciudad y sus ocho millones de habitantes demandan.
Está claro que el plan 2035 no incorpora obras faraónicas o innecesarias. Son las vías, plantas de tratamiento, colegios y hospitales que la ciudadanía requiere para mejorar la calidad de vida y el medioambiente. Es un tema de supervivencia a largo plazo.