El mantenimiento de un vehículo no tiene ciencia, pero sí actitud, precaución y reacción. A la hora de realizarlo en los automotores que conforman las flotillas de carga, por ejemplo, lo primero que se debe tener en cuenta son los recorridos, las rutas y una correcta conducción, pues una cosa es cuando un camión mediano realiza labores de paqueteo en una ciudad como Bogotá, y otra el recorrido desde la misma capital hasta un pueblo de Boyacá.
La diferencia es que el segundo trayecto, con kilometraje similar al primero, incluye buena carretera, pero también zonas destapadas, lo que ‘maltrata’ determinadas piezas y sistemas específicos como suspensión, frenos y llantas.
Por eso, si la idea es ahorrar y maximizar los recursos, los expertos recomiendan empezar por elegir bien los vehículos que harán parte de la flotilla. “Si el tema es distribuir mercancías en la ciudad, de poco peso y volumen mediano, un camión de carga liviana eléctrico cumple con lo que se necesita, con la ventaja de que disminuye en un gran porcentaje el gasto de combustible, que fácilmente representa una quinta parte de los costos de rodaje y mantenimiento del vehículo”, señala Ricardo Osorio, gerente general en Autotrain.
Lo mismo debe tenerse en cuenta si la carga amerita motorizaciones diésel, a gasolina y/o sistemas híbridos con gas natural y hasta electricidad. El foco debe centrarse en elegir correctamente, lo que a la postre evitará dolores de cabeza a la vez que permitirá una mejor rentabilización del activo. Aquí resulta clave la elección de un buen concesionario para recibir la asesoría correcta.
Mantenimiento en casa
Ya con los vehículos indicados, el transportador cuenta con una serie de herramientas que pueden ser guiadas por los fabricantes mediante sus concesionarios y servicios posventa, que es lo más indicado, pero que en flotillas más grandes se suele generar mediante procesos ‘in-house’, con un departamento dedicado a ello.
“Lugares en los que se gestan programas de mantenimiento y que, apoyados en la tecnología, predicen el mejor momento, por ejemplo, para cambiar un repuesto, o realizar mantenimiento a una parte específica del camión sin que casi que se afecte su disponibilidad, son otra variable clave que determina la productividad del activo”, afirma el ingeniero Osorio. Estos trabajan de la mano con otros sistemas similares como los software y laboratorios con los que cuentan los proveedores de lubricantes para lograr, previo análisis técnico, por ejemplo, que un camión no cambie el aceite a los 15.000 sino a los 20.000 km. Eso de inmediato significa un ahorro de miles de pesos, y multiplicado por una buena cantidad de vehículos, se traduce en millones.