Una de las características de los colombianos es que les gusta alargarles la vida útil a diversos productos como los zapatos (cuyas suelas remontan con frecuencia), o los muebles que retapizan varias veces porque consideran de muy buena calidad. Otros prefieren vender esos artículos que están como ‘nuevos o ligeramente usados’ para financiar los últimos modelos. Esas son las bases de un millonario, pero informal mercado de productos de segunda mano que se venden a lo largo y ancho del país, pero en el que aún prima una elevada desconfianza, pues el vendedor no sabe si le van a pagar y el comprador no está seguro de la calidad o de las condiciones del artículo que va a adquirir.
Allí ve una oportunidad de negocios el empresario llanero Norman Chaparro, quien hace 34 años fundó la empresa de mensajería Inter Rapidísimo. Justamente, en el proceso de transformación digital que está viviendo esta compañía, el mercado del usado es uno de los tantos en los que espera crecer.
Chaparro considera que seguir compitiendo solo con llevar y traer paquetes no es suficiente, porque este es un negocio cada vez más reñido y en el que grandes jugadores como Amazon o Mercado Libre están imponiendo precios cada vez más bajos. “Nuestra ventaja es que, a diferencia de ellos, tenemos la capacidad de llegar a los 1.103 municipios de Colombia, donde somos proveedores de última milla y en todos esos municipios hay una economía creciente en la que la gente compra y vende cosas nuevas y usadas”, explica.
Desde antes de la pandemia, Inter Rapidísimo venía ofreciendo servicios para que los pequeños empresarios pudieran vender sus productos y para eso crearon un marketplace que bautizaron Alcarrito.com, en donde ya tienen más de 150 compañías vendiendo. Además, recientemente, abrieron centros de experiencia físicos (el primero fue en Fontibón al occidente de Bogotá) y allá los compradores pueden ver y tocar los productos que se venden en el portal.
Chaparro dice que lo que viene ahora es aprovechar esa experiencia para enfocarse en las personas naturales que compran y venden cosas usadas. Admite que si bien ya existen plataformas que permiten este tipo de intercambios, la ventaja es que ellos no solo se encargan de la logística de recogida y entrega del producto, sino que permiten los pagos en efectivo, que paradójicamente siguen siendo muy importantes en el comercio electrónico del país.
Retos y oportunidades
Estos nuevos negocios de Inter Rapidísimo se dan en medio de dos años de importante crecimiento, pues durante la crisis sanitaria los servicios postales se convirtieron en esenciales y eso les permitió crecer 78% en 2020 y luego 40% en 2021, cuando facturaron 392.000 millones de pesos. Chaparro admite que, si bien fueron años retadores, también les permitieron innovar y entrar en áreas donde antes no pensaban que pudieran estar. Por ejemplo, en 2020 cuando estuvo restringida la movilidad en el país, transportaron perecederos del campo a las ciudades, pues muchas personas enviaban comida a sus familiares que vivían en las ciudades.
En 2021, con el paro tuvieron que trabajar a media marcha, sobre todo en el sur del país, “pero pude concretar una idea que tenía desde hace mucho tiempo y era la de llenar un avión con sobres y paqueticos. Así enviamos un chárter completo a Pasto. Claro, nos salió carísimo, pero es parte de nuestro compromiso de conectar a todos los municipios del país, incluso aquellos que no son rentables porque generan pocos envíos” explica Chaparro, al tiempo que aclara que esas operaciones se compensan con las de las ciudades.
Precisamente, al referirse a su cobertura nacional dice que actualmente están teniendo retrasos en sus entregas por las dificultades de orden público que viven algunas zonas del país, pero que en general pueden llegar a todas partes. Solo en una ocasión, estuvieron tres meses vetados en Arauca. “Como nacimos en la Orinoquía ya habíamos aprendido a vivir con amenazas de extorsiones e instigamientos, pero una vez nos tocó cerrar en Saravena, Fortul, Arauquita y la Esmeralda. Intentamos seguir operando con taxistas, pero se dieron cuenta y también los amenazaron. Sin embargo, las comunidades y, según nos cuentan incluso familiares de los comandantes de los grupos ilegales, empezaron a reclamar por el servicio y pudimos volver”, recuerda y reitera que son una empresa apolítica y que al igual que 4-72 buscan conectar las comunidades, pero con la diferencia de que pueden ofrecer tiempos entregar más rápidos.
El proceso
Chaparro señala que para la compraventa de usados el vendedor los contacta para que recojan el producto. Al llegar los mensajeros de Inter Rapidísimo verifican el estado del producto y se genera la etiqueta de envío. Al comprador se le entrega el producto y este puede pagar en efectivo, el dinero, a su vez es girado al vendedor a una cuenta de Nequi o de Daviplata para que llegue de forma automática.
La meta de la empresa es crecer 20% en 2022 (el año pasado hicieron 30 millones de envíos) y poder recoger y entregar en tiempos cada vez más cortos, así como seguir apoyando a los empresarios, no solo entregándoles sus productos, sino ayudando con temas como devoluciones o servicio al cliente. Al llegar a las casas de los compradores, los mensajeros pueden esperar a que las personas, por ejemplo, se midan la ropa antes de pagar.