En los metaversos, las personas existen a través de avatares, que a su vez son las representaciones digitalizadas del ‘quién quieren ser’, abriendo un abanico de posibilidades en términos de género, raza e incluso especie, sin mencionar el uso de vestuario y bienes que acompañan esos gráficos y se entienden como uno de los grandes negocios en las realidades digitalizadas.

Pero más allá de las posibilidades de conexión y representación que abren los metaversos, incluyendo el publicitado por Meta (antes Facebook), el cual tiene más de concepto que de desarrollo para este punto, una de las evoluciones más impactantes en términos de interacción está en lo económico y las formas en que evolucionan los modelos de negocio. “Jugar para ganar, crear para ganar y aprender para ganar, son modelos que están convirtiendo actividades de ocio en trabajo”, como lo señala el estudio Fjord Trends 2022 presentado por la consultora global Accenture.

Jugadores, creadores de contenido, aprendices y exploradores son algunos de los perfiles que rondan los universos construidos con código y quienes están definiendo una nueva dinámica de mercados, donde, entre otras, conceptos como la propiedad o el valor generado cambian de sentido.

A propósito de la tecnología que soporta la construcción de estos mundos inmersivos, la realidad aumentada y el blockchain son la fuente de lo que se ve, se siente y se transa. “Cuando se habla de blockchain, se suele pensar en criptomonedas; sin embargo, se trata de una tecnología que impulsa la innovación de las empresas al permitirles no solo fortalecer sus procesos de gestión de datos actuales, sino también diseñar nuevos productos y servicios basados en arquitecturas de cadenas de bloques, valiéndose de sus cualidades de trazabilidad y comprobación de la información”, señala Edgar Giraldo, Líder de Tecnología en Accenture Colombia.

El potencial del blockchain existe tanto para quienes quieran dar el salto en virtualización como para quienes proyectan sus operaciones en el mundo análogo. Lo importante para ambos es tener en cuenta que se anticipa un crecimiento de inversión del 42% en desarrollos basados en cadenas de bloques para 2024 en América Latina; así mismo, el mercado estimado en realidad aumentada (y el metaverso) es de US$ 814.000 millones para el 2028, aunque en Colombia solo el 26% de los ejecutivos afirma estar escalando esta tecnología actualmente.

Existe el potencial, pero también existen profundas dudas sobre qué significa y cómo capitalizar aquello que hoy es incipiente pero que asegura cambiará las formas de ser y estar en la realidad.

Para este punto, mayoritariamente se ha visto cómo distintas marcas globales están abriendo espacios y tiendas en el metaverso, que conectan con la venta física de productos y servicios, generando un puente entre la virtualización de la experiencia y la confiabilidad de los modelos transaccionales que bien conocemos.

Sin embargo, con el desarrollo de los NFT (non-fungible tokens) y las particularidades de aplicación que se están viendo, en las que se negocian desde productos digitales hasta intangibles, y entendiendo que en ninguno de los casos se entrega una propiedad para hacer uso exclusivo de ella (es decir, la cuestión va más allá de los derechos morales o patrimoniales de autor), se abre la puerta a un universo con límites profundamente distintos a los que conocemos en nuestra realidad, que hace imperativo pensar de manera distinta frente a qué decisiones tendrán que considerar las compañías.

Adicionalmente, uno de los puntos de mayor controversia es referente a las preocupaciones que las organizaciones tienen acerca del impacto en sostenibilidad que generan los criptoactivos y el blockchain. Sobre este tema, muchos NFT necesitan desarrollar minería para generar un soporte y garantía de su valor, sin embargo, en la actualidad se han creado criptomonedas que no necesitan de esta práctica o buscan fuentes renovables para su desarrollo.

Por ahora, mientras los equipos digitales de las organizaciones se ocupan de entender las lógicas sobre las cuales operan los distintos metaversos ya existentes, para así mismo diseñar nuevas experiencias de cliente e incluso de colaboradores; los desarrolladores trabajan por generar puentes que permitan la conexión entre los múltiples formatos de metaverso que existen, de modo que interoperen y un avatar pueda pasear libremente entre ellos, portando todos los bienes y capacidades adquiridos de una plataforma hacia otra.

Entre tanto, la responsabilidad mayor compartida por creadores y usuarios de los nuevos universos está en el factor ético asociado a la idea de no tener límites. Cuestiones como el control de comportamiento, las prácticas de sostenibilidad y la accesibilidad son algunos puntos críticos que desde ya deben estar en la cabeza de los líderes frente al futuro inmersivo.