Después de marcar 672 goles con el Barcelona, el mundo del fútbol espera con impaciencia lo que el futbolista argentino puede aportar a la liga francesa.
Los propietarios de su nuevo club, por su parte, miran un poco más lejos, con la vista puesta en 2022. Desde que Qatar Sports Investments (QSI) compró por primera vez una participación mayoritaria en el París Saint-Germain (PSG) en 2011, ha gastado grandes cantidades de dinero en busca del dominio en la liga nacional y el éxito europeo.
Desde entonces, lo primero se ha convertido en algo rutinario, salvo una sorpresa la temporada pasada, cuando el PSG quedó subcampeón ante el Lille. Pero el trofeo de la Liga de Campeones ha resultado hasta ahora esquivo.
La hora de la verdad para el PSG
La llegada de Messi hace pensar que la próxima temporada será la hora de la verdad. Después de haber fichado al portero italiano (y ganador de la Eurocopa 2020) Gianluigi Donnarumma, del AC Milán, y al exdefensa del Real Madrid Sergio Ramos, todo lo que no sea levantar el trofeo de la Liga de Campeones el próximo mes de mayo se considerará un fracaso.
Si consigue ganarla, el simbolismo de esa victoria será impactante, ya que solo cinco meses después el pequeño estado del Golfo acogerá la Copa Mundial de la FIFA 2022. Sería todo un año para Catar y sus inversiones en fútbol, que se verán como una gran victoria tanto fuera como dentro del campo.
Desde 1971, cuando Catar dejó de ser un protectorado británico, la familia gobernante del país ha estado estudiando la mejor manera de utilizar su riqueza en recursos naturales. Ante la necesidad de diversificar su economía para no depender del gas y el petróleo, en 2008 el país lanzó su visión nacional 2030. El objetivo era “transformar Catar en una sociedad avanzada capaz de lograr un desarrollo sostenible”. Esto dio lugar a una estrategia de desarrollo en la que el deporte y el fútbol son elementos importantes.
La organización de la Copa del Mundo tiene tanto que ver con la promoción del desarrollo de infraestructuras y el turismo a largo plazo como con un torneo de cuatro semanas. La adquisición del PSG también formó parte del plan: genera dinero y extiende la influencia catarí por todo el mundo.
El negocio Messi
Esto significa que, en lugar de ser el evento principal, Lionel Messi es esencialmente incidental para las ambiciones más amplias de Catar. Dicho esto, las ventas de camisetas, patrocinios y otros acuerdos comerciales que el argentino ayude a conseguir seguirán contando como importantes fuentes de ingresos.
Sin embargo, Catar no se limita a desarrollar su estrategia nacional, sino que también tiene grandes ambiciones políticas. De hecho, su Gobierno no teme utilizar el fútbol como medio para alcanzar otros fines políticos, de los que el fichaje por parte del PSG de Neymar, antiguo compañero de Messi en el Barcelona, es un ejemplo destacado.
Oportunidad de gol
Catar utilizó ese acuerdo récord de 198 millones de libras en 2017 para mostrar al mundo (y a sus vecinos inmediatos, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos) su músculo financiero y su independencia. También simbolizó cómo el Gobierno de Doha ve el fútbol como parte de su arsenal de poder blando, una forma de atraer al público mundial intrigado por el fichaje de los mejores talentos del fútbol.
Algunos verán el fichaje de Lionel Messi por el PSG de la misma manera. Su esperada contribución al éxito del club asegurará que la proyección del poder blando de Catar continúe, mientras que el estatus, la imagen y la reputación de la “marca Catar” se pulen aún más.
Aun así, ya se discute cómo el PSG parece capaz de ir un paso por delante de la normativa de ‘fair play’ financiero de la UEFA. Sin embargo, también en este caso es evidente la planificación y el poder político y económico de Catar. El presidente de QSI y del PSG, Nasser Al-Khelaifi, es también presidente de la Asociación de Clubes Europeos, cargo que le otorga un puesto en el Consejo Ejecutivo de la UEFA.
Al-Khelaifi es, por lo tanto, alguien que sabe cómo navegar por un mundo de sables, sobre todo para garantizar que el PSG se mantenga al margen de las normas de la UEFA. También es un hombre que se mantuvo al lado de la UEFA durante la debacle de la Superliga, ya que se negó a aliar al PSG con sus rivales europeos, otra victoria de poder blando para Doha.
A medida que nos acercamos a 2022, Al-Khelaifi estará al lado de Messi y del Mundial en la alineación titular de Catar. Pero, aunque el traslado de Messi a Francia ha acaparado los focos, por una vez no es el protagonista. El Gobierno de Doha quiere que 2022 sea todo sobre Catar, y el argentino ha sido reclutado para desempeñar su papel en un plan de juego altamente táctico.
Por: Simon Chadwick
Global Professor of Eurasian Sport | Director of Eurasian Sport, EM Lyon
Publicado originalmente en The Conversation