El conflicto en Colombia dejó por años miles de víctimas de toda clase, incluso las mismas tierras sufrieron el impacto del mismo, mas, gracias a los diálogos de paz, centenares de campesinos pudieron cambiar sus vidas, pasando de la ilegalidad a lo lícito.
Entre tanto, el programa “Colombia PUEDE: paz y unidad a través del desarrollo productivo y el comercio”, un proyecto financiado por la Unión Europea, a través del Fondo Europeo para la Paz, y ejecutado por el Centro de Comercio Internacional (ITC, por sus siglas en inglés), cambió drásticamente la vida de decenas de pequeños productores de lima ácida Tahití orgánica.
Todo ello, en el departamento de Nariño, en la vereda de Rosario y el Vado. Allí, gracias a la inversión del proyecto, los cultivadores de dicha fruta, han obtenido la certificación en diferentes estándares de calidad internacional, permitiendo que sus frutas puedan sobrepasar las fronteras nacionales, y llegar al mercado europeo, logrando así, darle la vuelta a las condiciones de vida de muchas familias que se vieron afectadas por el conflicto en el país.
De igual manera, los productores expresaron, en el marco del cierre del programa, que ahora pueden negociar el precio del kilo de la lima en un monto más justo, ya que en el mercado nacional, un bulto de la fruta, que generalmente pesaba 70 kg, era pagado a ellos a 20 o 30 mil pesos, pero este monto, “no es negocio, ya que los costos de producción son muy altos”, según lo expresó Juan Fajardo.
Mencionando, además, que para poder vender el producto debían costear el transporte, para llevarlo hasta el filo de la carretera. Sin embrago, y por fortuna, hicieron parte del proyecto que logró que les pagaran a mejor precio su producción.
Por su parte, Nevardo Erazo se convirtió en el representante legal de una organización que nació para ser parte de la anhelada paz, en territorio en dónde operó la extinta guerrilla de las Farc, Colimonar, y destacó un ejercicio comercial que se hizo al comienzo de la implementación del programa, que les permitió aprender a negociar con los clientes, a ser ordenados con sus cultivos.
Asimismo, dijo que la logística fue compleja. “Veníamos en una situación de un cambio totalmente drástico, en el modo de vender. Una cosa es venderle al intermediario, (el limón, es diferente venderlo al mercado internacional). Fue una situación compleja, lo más importante era que nosotros teníamos esa costumbre de preguntarle al cliente ‘a cómo está el limón’. Por lo que, con el equipo técnico se hizo un balance, de cuánto puede valer un kilo de limón”.
“De los ejercicios comerciales, salieron, por ejemplo, necesidades que nos permitieron saber qué debíamos hacer. Si hacía sol, era duro. Y si llovía, peor. Había limones tirados por ahí, contaminándose. El equipo se dio cuenta que se necesitaba el centro de acopio, y luego de saber que nos iban a ayudar económicamente, supimos que la organización debe tener el lote y la mano de obra, nos le medimos. Lo hicimos sin saber y lo logramos”, dijo.
Por lo cual, Nevardo asegura que el programa le deja satisfecho “y feliz porque me deja con personas que pude trabajar en conjunto”. Erazo mencionó también que se comparaba con los grandes productores y, de alguna manera, le daba miedo, ya que eran grandes cantidades de lima, las que estaban en trabajándose, pero finalmente lograron ‘dar la talla’ en el mercado internacional.
“El éxito que tuvimos nosotros, se debió a que tenemos certificaciones -que son muy importantes- y tener un mercado asegurado, para poder dedicarnos a producir, fue como lo mejor, poderles competir a los grandes productores”, expresó.
De igual manera, Liliana González mencionó que el programa les permitió mejorar el producto para satisfacer las necesidades de los clientes. Y dijo que antes no tenían conocimiento de cultivar la lima, pero ahora lo hacen cumpliendo estándares que les permiten exportar.