A Colombia ya le están saliendo canas. Una parte importante de su población está envejeciendo y cada año llegan menos niños a los hogares.

El país tendrá en 2035 más viejos mayores de 60 años que niños entre 0 y 14 años. En departamentos como Caldas y Tolima esta situación se replicará a partir del año 2026, mientras que en Quindío este quiebre de tendencia se dará en 2027 y Valle del Cauca en 2028. Todo a la vuelta de la esquina.

Bogotá llegará a ese punto en el año 2049, lo mismo que Antioquia. Estas regiones no es que hayan encontrado el elixir de la eterna juventud, solo se aprovecharon de los millones de migrantes venezolanos que llegaron en los últimos años para ‘rejuvenecer’ el promedio de la población.

Frente a este asunto, uno de los datos más interesantes que entregó el Dane es que el año pasado el 10,5 por ciento de las madres gestantes del país ya eran venezolanas, frente al 0,2 por ciento en 2017.

En palabras de Juan Daniel Oviedo, director del Dane, Bogotá recibió de Venezuela un “bono demográfico prestado’'.

Analistas prevén que es posible que continúe la llegada de venezolanos, aunque es poco probable que en las mismas proporciones de años anteriores.

En ese sentido, Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, dijo hace unas semanas en un foro sobre el tema que luego de una encuesta realizada a esta población se pudo concluir que la mayoría de estas personas no piensan volver a Venezuela, aún si la situación económica y social mejora allí. “Es más, muchos piensan traer el resto de la familia”, dijo.

¿Qué significa todo esto? Que el sector privado y el gobierno tendrán que reevaluar o reorientar buena parte de sus políticas de producción y desarrollo con el fin de satisfacer las nuevas necesidades de una Colombia abuela.

Nacimientos madres venezolanas | Foto: Fuente: Dane

Los expertos llaman a este envejecimiento del país el fin del ‘bono demográfico ‘y el comienzo de una nueva era denominada: ‘impuesto demográfico’, que es la etapa en la que entró hace décadas Europa occidental, Japón y Corea del Sur, entre otros.

Además, el fin del bono demográfico en Colombia significa que en 2035 la población en edad de trabajar, es decir de 14 a 59 años, no crecerá a la misma velocidad como lo hizo en el siglo XX.

En 1950 el 43 por ciento de la población tenía menos de 15 años, para 2018 esa tasa había bajado al 24 por ciento y la proyección en 2070 es que por cada 100 colombianos solo 16 tendrán 15 años o menos.

En economía callejera, esto se traducirá en menos sitios de rumba para jóvenes, pero también aulas de colegios y universidades más vacías. También generará un mayor gasto en salud y un aumento anual en el déficit pensional que se aproxima a los 40 billones de pesos para el caso del régimen de prima media.

En este frente, el presidente de Asofondos, Santiago Montenegro, dijo hace unas semanas que en Colombia existe una relación de tan solo cinco trabajadores activos por cada adulto mayor, cifra que caerá a dos hacia 2050 y a uno a final de siglo.

“La llamada ‘solidaridad intergeneracional’ no existe, ya no puede existir. Cuando los jóvenes de hoy sean adultos mayores, no habrá jóvenes suficientes para pagarles sus pensiones”, anticipó.

Hace 10 o 15 años algunos españoles solían decir que los migrantes ecuatorianos o latinos les iban a terminar pagando las pensiones.

Para los que creen que la migración venezolana podría salvar la ecuación pensional en Colombia, se necesita que el Estado garantice primero la salud y educación de estas personas para que- de esta manera- sean más productivas y retornen ese esfuerzo con más gasto, inversión, aportes a la seguridad social e impuestos.

Lo que parece seguro es que las canas le saldrán algo caras a Colombia, al menos por ahora.

“La clave está en las transiciones demográficas. Colombia aumentó la población de manera importante hace 50 o 60 años cuando llegaron las medicinas y las vacunas, lo que produjo una reducción en la mortalidad infantil y generó un aumento de la gente joven”, explicó a este medio el exministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry.

Población por grupos de edad | Foto: Fuente: Dane

El economista dijo que esa ola de vigor juvenil aumentó la fuerza laboral del país lo que contribuyó a mejorar el gasto y los recaudos de IVA, Renta y otros impuestos. También fue posible mejorar las contribuciones a salud y pensiones, en un periodo que también se caracterizó por la acumulación del ahorro. Lo que ahora vemos es todo lo contrario.

Esta transición demográfica es costosa y genera muchos desequilibrios macroeconómicos. explica Echeverry- porque hay menos fuerza laboral entrando al mercado situación que impacta una fuente clave de crecimiento económico.

Ese hueco poblacional genera mucha preocupación en los economistas desde que comenzó este siglo debido a que está acompañada de una oleada de pesimismo a escala global.

Senior couple in PAris | Foto: Getty Images

Además, hay que decir que los servicios que demandan los hijos son cada vez más costosos. Cuando la mayoría de la población vivía en el campo los hijos eran vistos como activos o fuente de trabajo y capital, ahora, en las ciudades la gran mayoría de familias hacen malabares para pagar los colegios y otros gastos. En las ciudades los hijos son más vistos como pasivos.

En medio de uno de los peores paros de la historia, una pandemia sin precedentes que ya deja más de 105 mil muertos en el país y una ola de malestar y pesimismo, Dinero analiza los indicadores más importantes de natalidad, mortalidad, fenómenos migratorios y la expectativa de vida.

¿Cuántos seremos?

Los censos de población siempre tienen un sesgo o un margen de error propio de la metodología o estadísticas. No es una ciencia exacta. Sin embargo, el Dane viene afinando sus procesos para estar más cerca de la realidad. Para este año, esta entidad proyecta una población total en Colombia de 51.049.498. Este número seguirá creciendo hasta el año 2064 cuando Colombia completará 63.197.004 habitantes. De ahí en adelante comenzará - según el Dane- poco a poco a declinar la población.

Una de las explicaciones para esta tendencia a la baja es la tasa bruta de natalidad que viene decreciendo desde hace décadas.

En 1985 nacían 27,3 bebés por cada 100.000 habitantes, un dato que para este año ya está en 15,1 bebés, para 2035 estará en 11,7 niños y en 2050 en 10 nacimientos.

“Vemos que Bogotá, Antioquia, Valle y Cundinamarca tienen una disminución muy marcada en las tasas de fecundidad”, anticipó Oviedo.

Las familias deciden tener menos hijos por múltiples razones. En 2005, una mujer en Colombia en edad fértil traía en promedio 2,34 bebés, en 2018 la tasa bajó a 1,9 niños y para 2035 se prevé que llegue a 1,64 niños nacidos vivos.

A la par con estas estadísticas, la esperanza de vida se ha incrementado. En 2005 era de 72,98 años, el año pasado ya iba en 76,46 años y para 2050 se prevé que llegue a 79,22 años.

En resumen, en junio de 2021 somos 51.049.498 habitantes, cerca de 2 millones son venezolanos que emigraron al país en los últimos años. “Si no hubiéramos recibido esa población habríamos tardado 3 o 4 años más en llegar a los 50 millones que se registraron en junio de 2020”, dijo el Dane.

Además, cada año nacen menos bebés en Colombia. En 2017 llegaron al mundo 656.707 y el año pasado 619.504.

Entre 2019 y 2020 en Bogotá el número de nacimientos cayó un 6,8 por ciento, mientras que, en Antioquia, un departamento que en los siglos XIX y XX se caracterizó por familias numerosas, también viene bajando el número de niños, aunque a una menor velocidad que en la capital.

Estas estadísticas son las que mira una empresa a la hora de invertir en un país como Colombia. La población es fundamental porque da escala a la economía. Después de México, Colombia es el país de habla hispana más poblado del mundo, tiene más gente que España y Argentina, así que los empresarios siempre verán ese tipo de variables.

Mal del corazón y sin esperanza

El año pasado murieron en Colombia 296.800 personas, un 24 por ciento más que en 2019. Como es apenas predecible, la covid 19 desbancó a las enfermedades isquémicas del corazón como la principal causa de muerte natural en 2020. De ese total, la covid mató a 50 mil colombianos en 2020, mientras que, a junio de este año, este virus ya había cobrado la vida de 105 mil personas.

A la sombra de esta catástrofe humana hay otra situación poco documentada y con menos titulares de prensa: las muertes por infarto.

Según Víctor Castillo, presidente de la Fundación Cardiovascular de Bucaramanga, en el último año se presentó un aumento cercano al 20 por ciento en muertes asociadas a enfermedades del corazón. “Vemos una mayor incidencia debido a que las camas hospitalarias están copadas por pacientes con covid, al miedo de los pacientes que siguen tratamientos del corazón tratamiento a contagiarse en los hospitales, al estrés derivado de la misma pandemia y a un mayor sedentarismo y consumo de alimentos”, explicó el directivo.

Punto de inflexión de la población | Foto: Fuente: Dane

Llama la atención que según cifras del Dane, entre 2019 y 2020 aumentó en un 17,8 por ciento la muerte de los hombres por paro cardiaco.

Claramente, el corazón de los colombianos falla. Mientras que la covid 19 mató a unas 50 mil personas el año pasado, otros 39 mil perdieron la vida por enfermedades relacionadas con el corazón.

Otro fenómeno social que se está agudizando en plena pandemia es el crecimiento de casos de suicidios. Las cifras van en aumento.

En el cuarto trimestre de 2018 se presentaron en promedio 1,79 suicidios por cada 100 mil habitantes, en el mismo periodo de 2019 la cifra se elevó a 1,92 casos y el año pasado ya llegaba a 2,04 suicidios.

Los hombres otra vez son los más afectados, pues la tasa de incidencia en el cuarto trimestre de 2020 para este grupo fue de 3,35 casos.

“En los hombres se presentan más casos entre los 20 y 29 años, con especial énfasis en el Eje Cafetero. En las mujeres, la mayor tasa de incidencia está entre 10 y 29 años”, dijo Oviedo del Dane.

Sin embargo, la cifra que más preocupa es la que se presenta entre la población de 90 a 99 años donde la incidencia es de 6,22 casos por 100 mil habitantes.

¿Empoderamiento femenino o abandono?

La menor tasa de natalidad de un país también puede reflejar cambios culturales profundos. Las mujeres acceden - aunque a una velocidad que no es la ideal- al mercado laboral y a una mejor preparación académica.

Las estadísticas demuestran que entre más grado de escolaridad tienen las mujeres es menor la tasa de fecundidad o aplazan hasta los 30 el primer hijo.

Las mujeres con posgrado tienden a tener su primer hijo a los 31,4 años, mientras que las que solo tienen grado preescolar o ninguno a los 25,4 años.

La jefatura de los hogares en Colombia también está en proceso de relevo. En 2005 el 30 por ciento de la jefatura del hogar era femenina, en 2018 alcanzó el 40,7 por ciento.

“Eso no significa que tengan más poder en la sociedad, porque casi siempre, en estos casos, la mujer es la única cabeza de hogar”, dijo Oviedo.

Las mujeres deben cargar con la responsabilidad de cada vez más hogares, lo que reduce las posibilidades de acceso al mercado laboral formal. Una mayor educación y empoderamiento femenino contribuirán a mejorar esta situación.

Muy atado al poder de la mujer en la sociedad está la transformación del perfil de la familia colombiana. En agosto de 2020 el Dane divulgó que el 18 por ciento de los hogares en Colombia eran unipersonales, es decir, 2,6 millones de familias de un solo integrante. Esta tendencia va en aumento y está vinculada con un mayor interés por las mascotas.

Solo para citar un ejemplo: el Grupo Familia reportó crecimientos en ventas de alimentos para mascotas en 2020 de 50 por ciento, mientras que caen sustancialmente las ventas de pañales para niños. Laika, una exitosa empresa que vende productos para mascotas prevé que hay 10 millones de mascotas en el país y que cada persona o familia gasta entre 300.000 y 500.000 pesos por año en cada animal.

La tendencia es que los parques se seguirán llenando de perros y abuelos en detrimento de los niños. Wilson López, un científico social y profesor de la Universidad Javeriana, explica que hay muchas parejas en Colombia que posponen o cancelan la procreación- en gran parte- por la confusión, ansiedad e incertidumbre que se deriva de la pandemia.

El experto explica que la juventud que sale a las calles a protestar se caracteriza por un fatalismo y desesperanza. López indicó que no hay señales de las élites económicas para solucionar los efectos del calentamiento global o la pandemia y que así es muy difícil que las parejas quieran tener hijos

La protesta de los dos últimos meses se caracteriza por una combinación entre furia y necesidad de esperanza. “Temo que algunos de estos jóvenes terminen en la violencia, el suicidio o las drogas”, advierte.

López habla de la desesperanza inducida que analizó e investigó Martín Seligman en 1967 y que aplica para nuestros días. El lema de los jóvenes pasa de querer ser padres a ‘no me importa nada’.

Está claro que la pandemia ha generado un choque negativo adicional. “También es probable que estemos viendo una caída en la creación de nuevas parejas, lo cual puede reflejarse en menor natalidad. Asimismo, el estrés asociado a la situación actual puede estar contribuyendo a una reducción en la actividad sexual y una caída en la fertilidad”, explicó Hernando Zuleta, economista y profesor de la Universidad de los Andes y quien ha adelantado numerosos estudios sobre natalidad.

El desinterés y decepción social también lleva a buscar nuevas oportunidades en otros países. La firma asesora Desloges ayuda a familias colombianas a emigrar a Canadá. La compañía reportó un incremento en el último año de solicitudes de consultoría. “La respuesta más común entre la mayoría de nuestros clientes cuando les preguntamos por qué desean migrar a Canadá es: “Yo estoy bien establecido en Colombia, pero estoy buscando este cambio por el futuro de mis hijos”, dijo Andrew Carvajal es socio de Desloges Law Group.

Las dinámicas de la población son fundamentales para definir el rumbo económico y social de una nación. China implementó una política de un hijo por familia y fue una catástrofe, según Juan Carlos Echeverry.

El economista habló de la necesidad de incubar una Colombia que pueda crear más riqueza e ingresos, aun cuando los habitantes no crezcan como en el siglo XX.

El quid es contar con una población educada, bien alimentada y con salud. El Gobierno y las empresas deben escuchar el consejo de Otto von Bismarck: “La política es el arte de oír a los caballos de la historia desde lejos”. En economía es lo mismo, remató Echeverry.