Los cálculos poblacionales más recientes del Dane indican que hasta febrero de este año 1,3 % de la población mayor de edad del país pertenecía a la comunidad LGBTIQ+, es decir, que unas 470.000 colombianos en edad de trabajar son lesbianas, gais, bisexuales, trans y no binarias.
Claramente al ser un grupo tan amplio están presentes en todos los sectores económicos y, de hecho, registran algunos indicadores laborales diferentes a los del resto de la población, como la tasa de ocupación, que se refiere a cuántos adultos LGBTIQ+ están ocupados (no necesariamente en un empleo formal) frente al total. Mientras que 59,8 % de los heterosexuales se encuentra ocupados, el 67,2 % de lesbianas, gais, bisexuales, trans y no binarias están en la misma condición laboral.
Así mismo la comunidad LGBTIQ+ registra una mayor tasa de participación, es decir, tienen un mayor porcentaje de sus miembros en edad de trabajar que efectivamente forman parte de la fuerza laboral (78,5 %), frente a los no LGBTIQ+ (59,8 %). Los adultos que no están en la fuerza laboral son aquellos que se dedican por ejemplo a ser estudiantes, amas de casa, pensionados o rentistas, que no quieren o necesitan trabajar y las cifras del Dane indicarían que entre la población con diversidad sexual hay menos personas con esas características y por eso tendrían una mayor tasa de participación en el mercado laboral.
Al tener más personas dispuestas a trabajar, también registrar una mayor tasa de desempleo que la de los heterosexuales 14,3 % frente a 10,9 %.
Si las cifras del Dane se analizan por la cantidad de personas, se evidencia que de los 470.000 adultos LGBT del país, 316.000 están ocupados, 101.000 están por fuera del mercado laboral y 53.000 están desempleados.
En cuanto a los sectores que emplean a quienes sí están ocupados, las estadísticas muestran que el sector público, el de educación y salud es el que más emplea a esta población con 17,1 % del total. El comercio es su segundo mayor empleador (y el primero en el caso de los no LGBT). Por el contrario, la construcción, es la actividad económica en donde tienen menor presencia (3,6 %).
Pese a la evidencia del ‘buen negocio’ que implica para las empresas tener equipos de trabajo diversos, muchas aún se niegan a contratar personas LGBT, en especial, aquellas cuya condición es evidente como los trans, razón por la cual numerosas personas de ese grupo se ven obligadas a laborar en el trabajo sexual.
Cifras de 2020 de la Fundación Grupo de Acción y Apoyo a Personas Trans (GAAT) indican que 34,19 % de las mujeres trans manifestaron ejercer el trabajo sexual en las principales ciudades de Colombia como Bogotá, Barranquilla y Medellín.
Algunas de estas cifras pueden ser profundizadas en el podcast universitario Estereotrans realizado por Jorge Arias, estudiante de la Universidad Distrital, donde se analizan más a fondo estas temáticas en compañía de invitados como Danne Aro Belmont, directora ejecutiva de la Fundación GAAT.
Estos grupos poblacionales sufren discriminación debido a que hay una barrera cultural que promueve imaginarios como que las personas trans son peligrosas y que les relaciona directamente con entornos estigmatizados (consumo de drogas, hurto, trabajo sexual), lo que implica la necesidad de un acompañamiento mayor para esta comunidad y para las empresas.
“Desde la Fundación GAAT trabajamos sobre estos prejuicios y estas imágenes negativas. A través de nuestro programa Talento Trans llevamos un proceso de acompañamiento a las empresas públicas o privadas para la vinculación de este tipo de personas, especialmente porque muchos de quienes están encargados de hacer el reclutamiento no suele estar preparados para entrevistar a personas trans o para enfrentar las dificultades que pueden implicar estos procesos”, aseguró Bermont.
Bermont a su vez expresó que las personas trans en muchas situaciones son discriminadas al no permitírseles portar un uniforme con el que se sientan cómodas o en un tema tan delicado dentro de las organizaciones como es el uso de los baños:
“Desde la Fundación trabajamos con aproximadamente 300 empresas en Colombia y Argentina y estos procesos de acompañamiento nos ha permitido darnos cuenta de que sí es posible llevar a cabo estos trabajos para lograr cambios en los manuales internos, capacitaciones, rutas efectivas de protección a derechos, lo que ha permitido que las empresas transiten este proceso de transformación”, explicó Bermont.
De esta manera, desde la Fundación esperan poder seguir luchando por los derechos de la comunidad trans con el fin de lograr mayores espacios laborales que puedan ser considerados seguros e inclusivos para estas personas dentro de sus marcos de derecho, en un tema que aún es deuda para la sociedad colombiana.