Quizás uno de los sectores económicos más afectados por el coronavirus ha sido el textil-confección, pues, con las cuarentenas, el teletrabajo, el estudio remoto y el distanciamiento social, los hogares redujeron considerablemente sus gastos en ropa; aunque compraron más tapabocas y sudaderas, esto no compensó las ventas registradas antes de la pandemia.
Una de esas firmas confeccionistas es la paisa Offcorss. Con 42 años en el mercado y 103 tiendas, arrancó 2020 con grandes expectativas, dado que 2019 había sido el mejor en su historia. Sin embargo, la nueva realidad los obligó a cambiar de planes y replantear su estrategia.
Yanet Londoño, CEO de Offcorss, explica que la primera decisión fue tomar las cosas con calma y establecer cinco estrategias. “Teníamos claro que no íbamos a ganar plata en 2020, así que la primera acción consistió en controlar la pérdida, al tiempo que garantizábamos la estabilidad laboral de las 854 personas que trabajan en la empresa”, recuerda. No solo les interesaba mantenerles sus salarios, sino también acompañarlos emocionalmente.
El comercio electrónico se convirtió en una alternativa para reubicar a los empleados de las tiendas que no podían teletrabajar. “Ese trabajo en equipo nos comprobó que somos familia, ayudó a mantener el ánimo y la moral, e, incluso, por iniciativa de los mismos empleados, durante tres meses aportaron parte de su salario; en vez de dinero, se les daban bonos de Offcorss, lo que sirvió para cuidar el flujo de caja, pues alcanzamos a tener un alivio del 15 por ciento de la nómina”, dice Londoño. Por eso asegura que 2020 fue el año del agradecimiento con los colaboradores.
La segunda estrategia fue de cara a sus clientes. Desarrollaron una línea de tapabocas divertidos para que fuera más fácil que los niños aceptaran su uso. Además, lanzaron una colección antifluido.
La tercera estrategia se enfocó en la cadena productiva, ya que en Offcorss diseñan y comercializan, pero otros confeccionan. Con ellos trabajan 120 proveedores, entre confeccionistas, estampadores y lavanderías.
La cuarta estrategia estuvo por el lado de la salud financiera; revisaron gastos, como los alquileres en centros comerciales o con los dueños de locales que tenían margen para hacer rebajas; hasta lograron acuerdos para pagar sobre un porcentaje de las ventas.
“Y la quinta estrategia, y no por eso menos importante, fue nuestro compromiso de acompañar al Gobierno, así como a las comunidades más vulnerables”, precisa Londoño; dice que esto no solo incluía donaciones, sino ser ejemplo de cómo trabajar y vender cumpliendo con los protocolos de bioseguridad. “La idea es no ser el problema, sino parte de la solución”, aseguró.
Como resultado de este plan, en el que fueron protagonistas el diálogo y la inteligencia colectiva, pasaron de decrecer entre 35 y 40 por ciento a mitad de 2020 a cerrar el año con una caída en ventas de 13 por ciento (su facturación alcanzó 207.465 millones de pesos). “Fue un año duro, pero nos permitió consolidar nuestro equipo de trabajo, y, por eso, reiteramos nuestras gracias para 2020”.