Con el programa ‘Ella es astronauta’, de la Fundación She Is, Nadia Sánchez ha fortalecido las habilidades y el potencial científico de 715 niñas entre 11 y 16 años en áreas STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Una iniciativa que, además, aborda varios frentes: la prevención del embarazo adolescente, su proyecto de vida, educación financiera y la experiencia de vivir una semana de inmersión académica en el Space Center de la Nasa, en Estados Unidos. Para 2030, la meta es tener entre 500 y 1.000 niñas becadas, principalmente de poblaciones vulnerables.
¿Cómo viven la brecha de género las niñas y jóvenes en el país?
Nadia Sánchez: Hay un estudio que revela que cuando las niñas tienen entre 11 y 13 años forjan su personalidad y sus intereses alrededor de su proyecto de vida. Es ahí cuando el entorno se encarga de hacerlas desistir. En el país, las niñas rurales en extrema vulnerabilidad, con acceso a educación superior, es mínima. Entonces hay que apostarles a las niñas de la base de la pirámide para que accedan a educación STEM. Son niñas que experimentan sesgos hacia estas áreas, pero también viven realidades en las que se deben romper círculos de pobreza y evitar que se repitan patrones, pues la mayoría son hijas de madres cabeza de familia. Y embarazos adolescentes en entornos donde se naturaliza la violencia y el abuso sexual.
¿Qué ha sido lo más retador para reducir esa brecha?
N.S.: Hacerlas entender que el lugar donde nacen no las define ni tampoco su contexto, sino cómo toman eso para salir adelante. Escuchar historias como las de la ingeniera aeroespacial Diana Trujillo, en la Nasa, les muestra que sí es posible. Más que convencerlas, es que ellas entiendan el poder que tienen de transformar.
¿Estas niñas y jóvenes podrían ser potenciales científicas?
N.S.: Sin duda. Y ya hay grupos de mujeres científicas que no se visibilizan. Debemos contar estas historias para que las niñas se den cuenta de que son capaces de llegar hasta allá, pues sus vivencias no distan mucho de las realidades de esas científicas. Es importante contar quiénes son y cuáles son sus trabajos y conquistas. En las charlas, las niñas sienten una conexión porque hay de por medio la misma pasión y persistencia.
¿Qué falta para que estas niñas se conviertan en científicas?
N.S.: Hace falta aumentar la inversión en educación STEM, en especial para mujeres y niñas. Garantizar un fondo de inversión específico y duplicar esfuerzos. El sector público, privado, la academia y la sociedad deben responsabilizarse de esta apuesta y lograr que los entornos de estas niñas sean seguros, ellas puedan estudiar y acceder a un empleo digno. Se trata de que al hablar de paz también se trate la educación STEM para niñas y jóvenes de los territorios menos atendidos.
¿Cuál sería el impacto económico y social de cerrar esta brecha de género?
N.S.: Cuando empoderamos a una niña y a una mujer, el PIB de un país crece aceleradamente, pues es más alto el costo de mantener mujeres y niñas sin estudio. Además, los índices de pobreza bajarían considerablemente. Si no se invierte en estas poblaciones, el país no avanza.