La inflación, el aumento del salario mínimo, el alza en los precios de los combustibles y el encarecimiento del dólar se han convertido en un peligroso cóctel para las empresas que se dedican al transporte de valores en el país y cuya principal ‘mercancía’ es el dinero en efectivo, el medio de pago preferido de los colombianos.
Según Nicolás Botero-Páramo, presidente ejecutivo de la Federación Colombiana de Empresas de Vigilancia y Seguridad Privada (Fedeseguridad), gremio que representa a los transportadores de valores, la sostenibilidad financiera de esta industria está en riesgo de no corregirse los diferentes factores que han encarecido su labor, la cual hoy realizan casi sin rentabilidad y en algunos casos a pérdida.
Aunque cada vez hay una mayor cantidad de dinero en efectivo circulando en el país, lo que hace que se aumente la demanda por el transporte de valores, esto no ha servido para compensar el impacto de factores económicos negativos para esta industria, como la inflación, que hoy está en sus niveles máximos del presente siglo. Igualmente, el salario mínimo, según cálculos de Fedeseguridad, se incrementó en cifras acumuladas en 35,55% entre 2017 y 2022. A esto se suma la alta devaluación del peso, lo que afecta la importación de vehículos y repuestos, así como el aumento acumulado del combustible (diésel y jet) que afecta la operación, y el crecimiento de Índice de Costos al Transporte de Carga por Carretera (ICTC) en general.
Paralelamente, los transportadores de valores enfrentan dificultades operativas por cuenta de acuerdos de nivel de servicio desactualizados, los onerosos costos de las operaciones que se hacen vía aérea y la siniestralidad a causa de los grupos armados y de la delincuencia organizada. El resultado, señala Botero-Páramo, es que el sector no ha sido rentable desde hace por lo menos cinco años.
Radiografía del negocio
Hasta 2021, ocho empresas se dedicaban al transporte de valores en el país, según datos de la Superintendencia de Vigilancia. Sus ingresos operacionales eran de 735.630 millones de pesos y empleaban unas 9.000 personas (entre directos y temporales)
El presidente de Fedeseguridad indica que por los tipos de contratos que tienen, las empresas del sector están en desventaja frente a otro tipo de transportadores, pues, por ejemplo, tienen restricciones de horarios, ventanas de entrega y de recogida, las cuales están desactualizadas de la realidad económica o de la movilidad de las ciudades y “siguen manejando precios y logísticas que se vuelven incumplibles”, precisa.
Pone como ejemplo la comparación de un servicio de taxi en un trayecto entre Bogotá y Zipaquirá, cuya tarifa hoy oscila entre 90.000 y 130.000 pesos, mientras que el servicio de transporte de valores en igual trayecto vale 100.000 pesos. “Puede costar lo mismo o incluso más, con la diferencia de que mover el carro de valores vale más, pues es blindado y de mayor tamaño, a tiempo que se le exige llevar tres tripulantes y seguros (cobrados en dólares)”, reitera el dirigente gremial e insiste en que el mercado debería reconocer que su actividad es mucho más compleja y riesgosa y, por ende, tener un costo mayor.
Propuestas
Para que los transportadores de valores vuelvan a levantar cabeza, el gremio propone la creación de un indicador especializado que permita a la industria y sus usuarios hacer seguimiento a la variación de su canasta de costos, tal como sucede con el Índice de Costos al Transporte de Carga por Carretera o con el Índice de Precios al Consumidor, que publican desde el Dane.
También sugieren revisar los niveles de servicio con actores como entidades financieras y clientes empresariales, que mueven bastante efectivo, para conjuntamente encontrar condiciones que mejoren el negocio, así como mitigar riesgos de seguridad en la calle y sitios de alta exposición como los centros comerciales.