Con el triunfo de Gustavo Petro el 19 de junio del año pasado, los expertos pronosticaron una fuerte disparada del precio del dólar en Colombia. Los vaticinios se cumplieron parcialmente, y la divisa, que ya estaba por encima de los 4.000 pesos en el Gobierno Duque, tocó un pico histórico el 3 de noviembre y se cotizó en 5.133 pesos. La guerra en Ucrania, la recesión en Estados Unidos y el fenómeno de una inflación mundial al alza también estaban haciendo de las suyas.

En todo caso, en las primeras semanas cualquier anuncio del Gobierno generaba una tormenta que impactaba en la moneda. El panorama era abrumador. Pero hoy, ocho meses después de la llegada de Petro a la Casa de Nariño, las cosas parecen estar cambiando. Este viernes, el dólar cerró en 4.425,43, y los mercados muestran algunas señales de haberse tranquilizado y aprendido a convivir con los provocadores y constantes pronunciamientos del presidente y sus ministros.

Aunque en el Gobierno Petro siguen haciendo propuestas heterodoxas, como la reciente para que el Emisor emita deuda para las víctimas, los mercados ya no reaccionan, pues han aprendido a evaluar la factibilidad de los anuncios.

Pero, principalmente, el hecho de que la inflación en Estados Unidos haya empezado a ceder también ha contribuido a que el dólar esté a la baja. Por su parte, el peso, después de una larga y dolorosa carrera de devaluación, es la moneda de mejor desempeño en América Latina en lo que va de 2023, con una apreciación del 8 %. Sin lugar a dudas, esta es una buena noticia para los ciudadanos de a pie y los empresarios, que se están enfrentando diariamente a una inflación descontrolada que golpea los bolsillos, tal como ocurrió en la crisis de finales de los noventa, mientras el Gobierno trata de atajarla. La otra buena noticia es que, tras la caída del dólar, automáticamente baja la deuda del país. Por eso, la pregunta que surge es si esta tendencia del dólar se mantendrá en los próximos meses.

Cuando la divisa tocó el inédito valor de 5.133 pesos, ese mismo día corrigió y promedió en 5.061,21. Este valor, a su vez, se convirtió en la cotización oficial más alta del dólar en el país en toda la historia. Sin embargo, empezó a descender paulatinamente desde el inicio de este año y aceleró su caída en abril. Desde el máximo registrado, la tasa de cambio ha perdido casi 700 pesos. Eso no solo implica un alivio para las autoridades económicas, que enfrentaban duras presiones por este tema, sino también para el ciudadano, que, sin salir del país, sentía cómo muchos de los bienes que consume estaban afectados por un dólar caro (alimentos, carros, motos y aparatos electrónicos, entre otros productos).

En la caída del precio del dólar es clave el contexto internacional, que claramente marcó el precio alrededor de 2.000 pesos que se registró durante el Gobierno de Álvaro Uribe, el salto a los 3.000 en el caso de Juan Manuel Santos y la trepada por encima de 4.000 en la administración de Iván Duque, en plena pandemia.

Frente a la tasa de cambio, según los expertos, lo principal es tratar de llevar unas finanzas públicas sanas y enviar las señales adecuadas, pero el precio del dólar sigue principalmente las directrices globales y allí el que manda la parada es el Tío Sam y su banco central, conocido como la FED o la Reserva Federal.

Cada vez que la FED cambia sus tasas de interés produce un movimiento telúrico en las economías del mundo y, en particular, en las emergentes, como la colombiana. Tras la pandemia, y con una inflación creciente, el banco central estadounidense empezó a subir sus tasas, lo que volvió más atractivo el dólar y motivó a los inversionistas a vender los activos que tenían en otras monedas para comprar el billete verde, haciendo que este subiera más. A su vez, en 2022, la guerra en Ucrania y las dificultades económicas de Europa y China impulsaron a la moneda dura por excelencia, y si los ingleses estaban preocupados porque su libra esterlina quedó casi a un precio de uno a uno con el dólar, ¿qué dirían los colombianos, que se estaban empobreciendo al ver que su peso cada vez valía menos?

A ese panorama se sumó el temor de una posible recesión y se convirtió en el coctel perfecto para que el dólar reinara casi todo el año pasado y, en el caso de Colombia, a su cotización se le echaba gasolina, cuando el Gobierno emitía anuncios como el de no continuar con la exploración petrolera o la posibilidad de un control de capitales, dos ideas que espantan a los inversionistas y hacen temer por el futuro del país al quedarse sin su principal fuente de divisas.

¿Qué cambió?

En noviembre pasado, cuando la cotización del dólar en Colombia alcanzó su precio más alto, la FED completaba seis alzas consecutivas de sus tasas de interés y anunciaba que ese movimiento iba a durar más de lo esperado. Y aquí, después de tres meses de discusiones, se aprobó sin mayores problemas la reforma tributaria, lo que despertó temores de que con la misma facilidad fueran aprobadas reformas controversiales como la pensional. Pero arrancó el nuevo año y el panorama cambió dentro y fuera del país.

La guerra en Ucrania continúa, pero China levantó sus estrictas políticas contra el covid, el precio del petróleo está al alza (por encima de los 80 dólares por barril) y se han aminorado las probabilidades de una recesión global. Sin embargo, lo más importante es que la inflación empezó a ceder en gran parte del mundo y esa es una buena noticia incluso para Colombia, cuyo costo de vida sigue aún al alza: en marzo quedó en 13,34 %.

Esta semana se conoció que la inflación en Estados Unidos pasó del 6 % que registró en febrero al 5 % en marzo y ese dato aceleró la caída global en el precio del dólar, el cual se mide con el índice DXY. Este indicador calcula el valor de la moneda estadounidense contra seis divisas principales: euro, yen, libra esterlina, dólar canadiense, corona sueca y franco suizo.

El DXY fue creado en 1973. Su punto de partida es 100 y, si sube, por ejemplo, a 102, significa que el dólar ha ganado un 2 % de valor en relación con las monedas de la cesta. En noviembre del año pasado estaba en 112,92 y el 14 de abril de este año iba en 100,86.

Munir Jalil, economista jefe de BTG Pactual para la región andina, asegura que de todos los factores internacionales que marcan el movimiento de la tasa de cambio en Colombia el más importante es el DXY, pues el precio local del dólar se mueve en la misma dirección de este indicador, es decir, baja cuando este lo hace y sube cuando él asciende.

La razón para que el DXY esté bajando es que, con las buenas noticias inflacionarias en Estados Unidos, la FED ya no tendría la misma necesidad de seguir subiendo sus tasas, al menos no al mismo ritmo en que lo venía haciendo. Hoy dichas tasas están entre 4,7 y 5 %, su nivel más alto desde 2007.

Los gobernadores de la FED han insistido en que tienen que seguir con su política de tasas de interés altas porque la inflación, con todo y que ha bajado, aún está lejos de su meta, que es el 2 %. Pero los expertos piensan que, tras la reciente quiebra de los bancos Silicon Valley, Silvergate y Signature, se reviven los temores de una posible recesión y la Reserva Federal no puede permitir que eso ocurra, lo que la llevaría a desacelerar su política monetaria contraccionista.

Lo local

Jalil insiste en que el director de orquesta de la tasa de cambio en Colombia es el DXY, pero agrega que hay otros tres factores fundamentales a la hora de definir cuánto vale un dólar. El primero es el llamado déficit de cuenta corriente, que no es otra cosa que la diferencia entre la cantidad de divisas que entran al país (por exportaciones, deuda, remesas o inversión extranjera) y las que salen (para pago de importaciones, de deuda o el envío de utilidades de las multinacionales a sus casas matrices). Este indicador muestra que a Colombia no le entran suficientes dólares para pagar sus obligaciones y eso implica un hueco de 5,5 % del PIB, que si bien se ha corregido, pues en 2022 estaba en 6,2 %, sigue siendo uno de los más altos del mundo.

El segundo elemento es el precio del petróleo, el principal generador de divisas para Colombia. Gracias a una decisión reciente de los países de la Opep, que planean reducir su producción, el crudo viene subiendo y el barril de la referencia Brent pasó de 71,5 dólares el 17 de marzo a 86,2 el 14 de abril.

El tercero es el llamado riesgo país, una medida que evalúa la percepción de los inversionistas sobre la capacidad de una economía para cumplir con sus acreencias financieras, principalmente en lo que se refiere a la deuda externa. El riesgo país se calcula con el spread o prima de riesgo, que se refiere a la diferencia entre el rendimiento de los bonos del país y los que son considerados libres de riesgo, como los del Tesoro de Estados Unidos. Un mayor spread indica una percepción de mayor riesgo. En octubre pasado, el de Colombia alcanzó a estar en 400 puntos básicos y ahora está alrededor de 265. Si bien es una mejoría, al analizarla en contexto se ve que Colombia sigue como la nación con mayor riesgo país entre sus comparables de América Latina.

Esa diferencia se ve también en el precio del dólar. Felipe Campos, gerente de Investigaciones de la fiduciaria y comisionista Alianza, explica que en este momento hay un fuerte apetito por Latinoamérica gracias a la fortaleza de las materias primas, la lejanía de la guerra en Ucrania y la reubicación de las cadenas de producción que se moverían de Asia a esta parte del mundo. “El año pasado, las monedas latinoamericanas, sin contar al peso colombiano, les ganaron a todas las del mundo y este año vuelven a estar en el top cinco (Colombia, México, Brasil y Chile), el único que nos gana es el florín de Hungría. En 2022, Colombia no disfrutó de esa situación por la incertidumbre política, lo que hizo que fuera la moneda más barata, y este año es la que ha tenido más espacio para crecer a medida que se afloja el castigo de los mercados”, precisa.

Precio del petróleo | Foto: BTG Pactual

Por castigo, Campos se refiere a las preocupaciones que se generaron tras los anuncios del Gobierno, en particular sobre la política petrolera. Se estima que ese castigo fue de unos 1.000 pesos en la tasa de cambio, que era lo que separaba al peso de las monedas del vecindario y que sería lo que ahora se está corrigiendo.

La moneda nacional, en lo corrido de 2023, ha tenido su quinto mejor comportamiento desde 1991. En estos 32 años, 2004 ha sido el año con la mayor revaluación, al registrar una baja de 14 por ciento en la tasa de cambio.

Para Campos, la incertidumbre política ha bajado a ojos de los mercados por los pesos y contrapesos del país, que han llevado al Gobierno a moderar y negociar sus propuestas, reduciendo el temor de cambios muy abruptos.

Guillermo Valencia, cofundador de la firma de investigaciones Macrowise y experto en divisas, agrega que las políticas de Petro al final no han sido tan nocivas como se creía para la tasa de cambio, y Jalil agrega que el problema no es de ideología, pues el dólar no es de izquierda ni de derecha, sino de enviar un mensaje a los mercados de que Colombia puede buscar transformaciones sociales, manteniendo unas reglas del juego claras y un ambiente propicio para la inversión, en donde todos ponen y todos ganan.

Como advierte Mauricio Acevedo, estratega de divisas y derivados de Corficolombiana, en un análisis del dólar la volatilidad ha sido alta y el mercado “puede subir o bajar 100 pesos sin problema en una sola jornada”.

Los próximos meses serán determinantes en la agenda del Gobierno y en las señales que envíe a los mercados. Allí será clave lo que pase con las reformas, lo que se defina con la política petrolera y, externamente, las decisiones que tome la FED con respecto a sus tasas de interés. Con lo que se sabe hasta ahora, los economistas han vuelto a barajar sus cartas y creen que al cierre de este año el dólar puede estar entre 4.500 y 4.680 pesos.