Lo que está sucediendo en Colombia es un baile raro. Mientras que por la crisis muchos quieren salir, al mismo tiempo cada vez son más los que quieren entrar. Esa contradicción se puede medir en el movimiento que ha tenido el dólar en las últimas semanas y en las expectativas que cada una de las partes tiene del futuro.
Los pesimistas que creen que tras un posible triunfo de Gustavo Petro el país podría convertirse en la próxima Venezuela, que la crisis social y política tras la pandemia podría prolongarse y que el dólar va para 4.000 o 5.000 pesos. Pero muchos fondos extranjeros, más optimistas, piensan que en realidad se está viviendo un pico basado en percepciones psicológicas por la crisis, y que una vez que pase el chaparrón, Colombia volverá a ser la misma de siempre.
Esto explica por qué esta semana una subasta de TES (deuda pública colombiana) que hizo el Ministerio de Hacienda por 700.000 millones de pesos recibió ofertas de inversionistas internacionales por 2,6 billones de pesos, es decir casi cuatro veces. Por eso quizás es hora de preguntarse ¿quién tiene la razón?
Lo primero que hay que decir es que el dólar ha tenido gran volatilidad este año, en especial durante el último mes. El primero de enero la divisa se cotizó en 3.432,50 pesos y este viernes alcanzó los 3.729,02, aunque la cotización más alta en lo corrido del año fue el 6 de mayo: 3.846,28 pesos. Ese día, a la inesperada caída de la reforma tributaria se sumaron los actos vandálicos, bloqueos y daños registrados en medio del paro nacional.
Varios factores explican la trepada del dólar. Por un lado la protesta social ha provocado mayor incertidumbre pues ha estado acompañada de vandalismo, bloqueo de vías y criminalidad, lo que ha traído como resultado enormes pérdidas a la economía. Los cambistas ven factores adicionales como el creciente turismo de vacunas en el exterior y la proximidad de las vacaciones. El crecimiento de rutas aéreas a Estados Unidos y otros destinos ha sido más evidente en las últimas semanas. También la rebaja en la calificación y el temor por una eventual pérdida del grado de inversión estaría provocando que muchos empresarios consideren ahorrar en dólares para evitar una mayor desvalorización de sus activos.
Todo esto ha desatado rumores que señalan que algunos empresarios estarían consultando asesores financieros y abogados para evaluar si mantienen sus capitales en el país o se los llevan al exterior. Y que algunos inversionistas extranjeros estudien su continuidad.
Más allá de los rumores, lo cierto es que hay presión en la demanda de dólares, que choca con una baja oferta, lo que ha llevado a que en las últimas semanas la divisa en casa de cambio se haya vendido algunos días a un precio por encima de la tasa oficial. Se trata de un hecho atípico pues por lo general el dólar en casas de cambio se compra entre 150 y 200 pesos por debajo de la tasa oficial.
El susto por la calificación
La incertidumbre frente a la coyuntura política, económica y social del país pesó en la decisión de la calificadora de riesgo Standar & Poor’s de bajar la nota de la deuda colombiana. Esto, según distintos analistas, podría conducir a que algunos inversionistas extranjeros evalúen si siguen en el baile o mejor se van.
Alberto Bernal, jefe de Estrategia Global de XP Securities, estima que la coyuntura del país podría generar una mayor salida de capitales teniendo en cuenta que si perdemos el grado de inversión pleno, el país sentirá el golpe por menor crecimiento e inversión extranjera. Esto porque quienes tienen TES en pesos podrían verse obligados a salir para cumplir la legislación de sus fondos.
Y aunque José Ignacio López, jefe de investigaciones económicas de Corficolombiana, ha escuchado rumores de personas que han salido de posiciones de inversión en el país, advierte que no hay evidencias estadísticas. “Hay mucha preocupación, sobre todo en Cali (...) Sí hay gente que dice que la cosa está compleja y que por ahora prefiere no tener ninguna exposición”, dice el experto.
Para el abogado especialista en banca y mercado de capitales, Rodrigo Galarza, la situación tan prolongada de protesta social, a instancias del paro nacional, ha puesto nervioso el mercado. “Hay mucha gente muy nerviosa y es natural que eso ocurra, porque lo que comenzó como una manifestación legítima se ha convertido en un problema de orden público” afirma.
Por su parte Camilo Díaz, experto en banca de inversión, es más pesimista y señala que una vez se materialice la rebaja del grado de inversión por parte de Fitch, podría darse una mayor salida o venta de posiciones en TES, especialmente, desde Colombia.
Citando una nota de JP Morgan, explica que perder el grado de inversión en dos de las tres principales calificadoras podría implicar salidas de capital de entre 3.000 y 3.500 millones de dólares. En Colombia eso no se ha visto ni está ocurriendo. Sin embargo, Díaz advierte que en ese contexto habría “una salida de capitales y muchos, por ejemplo Fics y fondos offshore se están anticipando a eso. Eso no implica caos total, valga mencionar”, anota.
Los que entran al baile
Es claro que la situación social y política genera mucho ruido y asusta a los inversionistas. Sin embargo, el crecimiento del país de 1,1 por ciento en el primer trimestre, la tradición colombiana de honrar sus deudas y la confianza que existe en los mercados en la economía nacional ha llevado a que, en medio de la crisis, muchos fondos extranjeros hayan decidido entrar a comprar deuda colombiana. Y que muchos empresarios mantengan su confianza.
Germán Cristancho, gerente de investigaciones económicas de Davivienda Corredores, explica que en los últimos dos meses se han dado compras históricas de deuda colombiana por parte de inversionistas extranjeros.
En abril las compras alcanzaron los 4 billones de pesos y hasta el 25 de mayo, las compras de TES sumaban 3,66 billones. Dos meses consecutivos con cifras así no se veían hace años.
Lo cierto es que a la confianza en el país, se suma un tema clave para los inversionistas: los activos colombianos están muy baratos y las tasas de interés que ofrece el mercado local son muy atractivas. Con la devaluación que hoy tiene el país, comprar activos con un dólar de 3.750 resulta muy rentable, pues todo indica que a la vuelta de unos meses, cuando la divisa baje por ejemplo a niveles de 3.600 o 3.500, el inversionista ya habrá logrado una rentabilidad importante solo por la diferencia en la tasa de cambio.
“Si adicionalmente el activo financiero estuvo barato y subió de precio, para un inversionista institucional acostumbrado a manejar y medir los riesgos, el negocio es muy bueno”, dice Cristancho.
Para Munir Jalil, director de investigaciones económicas de BTG Pactual para la región Andina, es llamativo que en estos dos últimos meses, cuando la crisis social ha sido más dura, también aumentó el número de inversionistas extranjeros en el país. “Yo diría que en el neto, todavía es más el dinero que entra que el que sale”.
Por eso lo que enseñan episodios como el que vive el país es que la estrategia para los ahorradores debe incluir, sin lugar a dudas, activos externos “para que esa diversificación nos ayude cuando se presenten este tipo de situaciones”, dice Jalil.
La compleja coyuntura que vive el país en materia social, política y económica explica el nerviosismo de algunos inversionitas y empresarios. Pero quizás este sea un buen momento para aplicar la lógica de los inversionistas institucionales, acostumbrados a manejar y medir los riesgos, pero que tras un análisis del riesgo y el potencial que ofrece el país, han decidido aumentar su apuesta y mantenerse. Todo indica que en este baile, el retorno es bueno.