En 1983, Elon Musk tenía 12 años y era una rareza entre los niños de la época, que no tenían la pasión por la computación, que es tan común entre los de hoy. Su obsesión era tal, que aprendió a programar a punta de manuales, con tal acierto que, a tan corta edad, se inventó el videojuego Blastar y lo vendió por 500 dólares.
Así comenzó el hombre cuyas polémicas y coqueteos con la farándula eclipsan a veces su estatura de visionario, empeñado en hacer pasar a la raza humana de terrestre a interplanetaria de maneras que cambiarán sus relaciones con los componentes más importantes de su realidad: el tiempo y la distancia, como lo observó Rolling Stone.
Musk, que a finales de 2019 tenía una fortuna personal cercana a 25.000 millones de dólares, llegó esta semana a 208.000 millones de dólares, según Bloomberg, ratificándose como el hombre más rico del mundo, por encima de Jeff Bezos, fundador y CEO de Amazon.
El crecimiento exponencial de su fortuna personal en los últimos meses obedece al crecimiento como espuma del precio de las acciones de Tesla, su compañía de movilidad eléctrica.
Desde mediados de 2020 las acciones de la automotriz vienen impulsadas por las expectativas de los negocios verdes. La acción costaba 312,89 dólares hace un año y esta semana llegó a 900 dólares. Eso empujó su valoración bursátil a 800.000 millones de dólares, que para algunos analistas es exagerada. Al comparar el nivel de ingresos y utilidades con el precio de la acción, expertos advierten que solo se podría recuperar el capital en 1.600 años.
En 2020, Tesla produjo 500.000 unidades, cifra que contrasta con los casi nueve millones de vehículos que vendió Toyota, valorada en 210.000 millones de dólares. Pero el auge bursátil de Tesla ha desatado todo tipo de rumores, incluidos los que advierten una posible burbuja. Lo cierto es que la acción no para de subir mientras sus inversionistas, muchos jóvenes y antisistema, mantienen una conexión emocional con la marca. Y con Musk.
Hay quienes comparan esa devoción con una religión que idolatra la personalidad de su polémico líder y fundador. Eso ayuda a que las acciones sigan al alza, a pesar de que ni sus ganancias ni su producción justifiquen sus elevados precios.
Pero Tesla no es el único negocio millonario para Musk. Su compañía SpaceX, que compite en la carrera espacial, fue valorada en 46.000 millones de dólares, aunque no está en bolsa. Otras inversiones futuristas atraen, como Hyperloop, un modelo de transporte a través de cápsulas; The Boring Company, especializada en excavación e infraestructura, y la última es Neuralink, que busca conectar el cerebro humano con un computador por medio de un chip implantado. Estos le han hecho ganar una buena fama de magnate innovador y comprometido con el medioambiente.
Duro comienzo
Antes de que la ambición insaciable lo convirtiera en el hombre más acaudalado del planeta, la infancia en su natal Pretoria, Sudáfrica, fue triste. “Me criaron los libros antes que mis padres”, ha dicho en varias entrevistas, refiriéndose a que casi nunca los veía.
El papá, Errol Musk, vivía entregado a sus proyectos en la minería de esmeraldas y construcción, en tanto que su madre, Maye Haldeman, luchaba por su carrera de modelo y nutricionista. Elon recuerda cómo se pasaba horas solo, esperando ansiosamente que alguien llegara para estar con él, pero nada pasaba. Su refugio fueron los cómics y los libros de física. Hasta se leyó toda la Enciclopedia Británica a los nueve años.
Su retraimiento hacía pensar que era sordo, pero solo era presa de la falta de compañía. Cuando Errol y Maye rompieron, Elon y sus hermanos, Kimbal y Tosca, se quedaron con ella. Pero él sintió pena por su padre y se fue a vivir con él en Johannesburgo. “No fue una buena idea”, ha repetido en varias entrevistas. Errol era un hombre dotado con un coeficiente intelectual muy alto, pero tenía una faceta oscura, que él ha descrito entre lágrimas en reportajes. “Mi padre es capaz de todas las cosas malas que te puedas imaginar”, asegura, y lo acusa de abusos físicos y emocionales.
Errol asegura que hizo cosas como matar a unos intrusos que intentaron entrar en su casa, pero que fue un padre más atento que su madre, a quien señala de descuidar a sus hijos por estar dedicada “al modelaje y andar de cabeza hueca”. Cree que lo que sí hizo mal fue mimar en exceso a Elon y a sus hermanos. “Los llevaba en Rolls Royce al colegio y les di caballos pura sangre”, sostiene el señor Musk, noticia y motivo de escarnio para su familia hace poco, porque tuvo un bebé con la hija de su exesposa.
Como sea, Elon heredó de él las dotes para la ingeniería que hoy lo tienen construyendo cohetes en los que confía la Nasa, y eso se manifestó desde su niñez: “Lo difícil para los otros era muy fácil para mí. Sabía cómo funcionaba el cableado de una casa (…) o cómo crear explosivos y otras cosas peligrosas”, manifiesta. Su vida no era mejor en el colegio. Hoy es un espigado hombre de 1,88 metros, pero de niño era el más chico y los acosadores de la clase le daban tundas tan brutales que terminó una vez en el hospital.
Eso duró hasta los 15 años, cuando gracias a clases de karate y otras artes marciales aprendió a defenderse y espantó a sus agresores.
A los 17, Elon voló a Canadá, la patria de su madre, con quien se radicaría allí. Furioso, el padre lo despidió con toda suerte de malos augurios, que no se cumplieron. Allí se matriculó en Física en Ontario, estudios que concluyó después en la Universidad de Pensilvania. Adeo Ressi, amigo de esa época, no olvida lo zanahorio que era. “No tomaba alcohol, era el ‘señor correcto’”.
Para 1995, tras un breve paso por Stanford, estaba con su hermano Kimbal en California, en Silicon Valley, tratando de conseguir fondos para una empresa de guías de ciudades en línea, lo que aún les sonaba raro a los inversionistas, que en su mayoría nunca habían usado internet. Pero cuando Netscape se convirtió en una compañía por acciones la actitud cambió y los Musk consiguieron el dinero para Zip2.
En 1999, Compaq le pagó 22 millones de dólares por Zip2 y con ese capital Musk cofundó lo que hoy es PayPal, la cual vendió para seguir adelante con SpaceX, la revolucionaria constructora de cohetes con la cual piensa abaratar los viajes espaciales y así llevar a la humanidad a la colonización de Marte y otros planetas.
De hecho, ya ha tenido varios despegues exitosos, así como la puesta en órbita de satélites. Con el fabricante de autos eléctricos Tesla, quizá su empresa más famosa, pretende acelerar el paso hacia energías limpias, al tiempo que con Hyperloop quiere descongestionar el tráfico poniendo a viajar a los pasajeros en cápsulas flotantes dentro de un tubo de baja presión. En fin, solo él ha logrado vender ideas que en boca de otros suenan a fantasías.
Detrás de todo ello está la herencia de su dolorosa infancia. El miedo al abandono lo ha llevado a emprender esfuerzos por un mundo mejor. Así mismo, lo motiva el temor por la extinción de la humanidad a causa de problemas como el cambio climático. La testarudez y ética de trabajo (trabaja 100 horas por semana), que lo volvieron multimillonario, son también su gran maldición, comentó The Times. Su primera esposa, la escritora Justine Wilson, no aguantó sus constantes ausencias y se divorció. Con ella tuvo seis hijos: los gemelos Griffin y Xavier, los trillizos Damian, Saxon y Kai, y un bebé que murió en 2002.
Luego siguió la artista Talulah Riley, a quien le propuso matrimonio a los diez días de conocerla, en 2008. Se casaron en 2010, se divorciaron a los dos años, se volvieron a casar en 2013, volvieron a introducir los papeles para la separación legal, la retiraron y reiniciaron el trámite hasta que lo concluyeron en 2016.Un año después rompía con la actriz Amber Heard, exesposa de Johnny Depp (el actor asegura que ella lo engañaba con él).
Hoy tiene un hogar con la cantautora Grimes, 17 años menor que él y madre de su bebé X Æ A-12, singular nombre que fue tendencia en Twitter.Musk, un hombre muy sensitivo, es muy apegado a su madre, quien animó a todos sus hijos a emprender. Ella es hoy una de las modelos más solicitadas, aunque sobrepasa los 60 años. Es representada por IMG Models, la misma de la brasileña Gisele Bündchen, imagen de Cover Girl. Como buen millonario, Musk es un buena vida.
Tiene cinco mansiones en el glamuroso Bel Air y siete jets. Gasta de lo lindo en extravagancias como el Lotus Esprit, el carro submarino usado en La espía que me amó, de la saga de James Bond, por el cual pagó casi un millón de dólares. Pero tanto dinero no le ha servido para espantar su miedo a la soledad.
Su amigo Larry Page, cofundador de Google, lo retrata así: “Él es una especie de sin techo. A veces puede escribir un e-mail diciendo: ‘No sé dónde quedarme esta noche. ¿Será que puedo pasar?’”.
En fin, solo o acompañado, ya se ganó su lugar en la historia y en el ranking de los más ricos del mundo porque es un personaje como nada más se da una vez en un siglo.
Las cifras detrás de la fortuna
- Zip2 fue la primera compañía exitosa creada por Elon y su hermano Kimbal para gestionar y desarrollar sitios de internet de medios. En 1999 la vendieron a Compaq.
- 22 millones de dólares le dejó a Musk esta venta. Su hermano Kimbal obtuvo 15 millones.
- X.com fue la siguiente compañía que creó con tres amigos. Era una startup financiera con vocación de banco de internet. Allí invirtió 12 millones de dólares.
- En 2000 unió fuerzas con la startup Confinity para crear PayPal. Enfrentamientos entre socios llevaron a que destituyeran a Musk como CEO. Hubo reorganización.• PayPal fue vendida en 2002 al sitio de compras digitales eBay. La participación de Musk, de 11,7 por ciento, le generó 180 millones de dólares. Con el dinero obtenido de esta venta, Musk fundó SpaceX, para competir en la carrera espacial, hoy valorada en 46.000 millones de dólares.
- 70 millones de dólares invirtió en Tesla para fabricar vehículos eléctricos. Tesla alcanzó una capitalización bursátil de 800.000 millones, según Business Insider.
- En 2015 creó The Boring Company, dedicada a la excavación e infraestructuras. Cuatro años después creó Hyperloop, un tren de tubos al vacío que busca competir en el negocio de transporte de pasajeros. Su última iniciativa futurista es Neuralink, para conectar el cerebro a las computadoras por un chip. Busca curar enfermedades como el alzhéimer y otras patologías neurológicas.
¿Un hasta luego?
La sorpresa en el mundo empresarial la dio esta semana el fundador de Amazon, Jeff Bezos, al anunciar que dejará su trabajo como CEO para concentrarse en un trabajo más estratégico en su compañía al convertirse en el presidente ejecutivo. En este nuevo rol se enfocará en decisiones estratégicas o adquisiciones.
Este modelo, similar al que usó Bill Gates hace más de una década en Microsoft, le permitirá al segundo hombre más rico del mundo, con una fortuna que esta semana llegó a 197.000 millones de dólares, según Bloomberg, dedicarse a tres de los temas que hoy más le apasionan: la lucha contra el cambio climático, la exploración espacial y su diario, The Washington Post.
Financial Times destacó que a Bezos puede atribuirse el mérito de haber introducido innovaciones en informática, logística, robótica, tecnología móvil e inteligencia artificial, que han transformado la industria minorista.