Durante la pasada crisis financiera global, ocurrida hace 13 años, se acuñó una frase sobre las empresas que, en caso de quiebra, podrían generar una efecto dominó y golpear a toda una economía. Se les llamó las “Too big to fail” (demasiado grandes para quebrar) y los gobiernos las debían proteger para no cometer el mismo error de Estados Unidos cuando dejó que se quebrara el entonces cuarto mayor banco de ese país, Lehman Brothers. Al caer este, se llevó por delante casi todo el sistema financiero americano y del mundo, por la relevancia del mercado estadounidense.
El miedo a las too big to fail revivió recientemente con la posibilidad de quiebra de Evergrande, la segunda mayor inmobiliaria de china, y aunque en teoría esa posible bancarrota no tendría por qué afectar a mercados financieros al otro lado del mundo, como el colombiano, la verdad es que con inversiones cada vez más globalizadas, ahora el país no solo se resfría cuando estornuda Estados Unidos, sino también cuando lo hace China.
Guillermo Valencia, analista internacional y director de Macrowise, explica que el problema de Evergrande se originó porque el Banco Central de China modificó las leyes de apalancamiento de las compañías inmobiliarias, las cuales se venían beneficiando del boom de crecimiento y de demanda interna del gigante asiático. Las desarrolladoras tenían los terrenos, vendían sobre planos y el precio iba subiendo a medida que la gente iba comprando, en medio de un abundante crédito. Sin embargo, el regulador empieza a decir que no acepta esos activos como garantías a las inmobiliarias, pues dice que están inflados. Como consecuencia, las empresas como Evergrande empiezan a tener dificultades para financiarse, así como para cumplir con obligaciones ya adquiridas.
Los pasivos de Evergrande representan aproximadamente el 2 % del PIB del país asiático y alcanzan 305.000 millones de dólares, lo mismo que la deuda externa de Turquía. El lío es que el jueves 23 de septiembre vencen 83.500 millones de dólares de intereses de uno de sus bonos de deuda y el 29 de septiembre otros 47,5 millones. Evergrande se está viendo a gatas para cumplir dichas obligaciones y se teme que entre en default (impago) y le pase lo mismo que a Lehman Brothers.
Esa posibilidad fue la que llevó a que ayer (lunes 20 de septiembre) cayeran las bolsas de casi todo el mundo. El Dow Jones bajó 1,27 %, el Nasdaq 3,1 % y el índice MSCI Colcap de Colombia bajó 1,27 %. Así mismo, el precio del dólar subió 23 pesos y quedó en $3.851,22.
Daños colaterales
Los temores por lo que pueda ocurrir con Evergrande se han sentido más en el mundo occidental que en Asia, pues allá están cerrados por festivo y vuelven a abrir el miércoles. Esto se acrecienta más porque entre sus numerosos prestamistas están gigantes de las finanzas como BlackRock, UBS y Ashmore, inversionistas que si tienen problemas con algún mercado emergente, prefieren salirse de todos mientras las aguas se calman y ahí terminan afectados países como Colombia.
Los operadores financieros le dan una alta posibilidad a un impago de Evergrande y por eso ya sus bonos se negocian con un descuento del 30 %; así mismo, están cayendo las acciones de otras desarrolladoras inmobiliarias chinas. Sin embargo, la mayor incertidumbre está en cómo actuará el Gobierno chino en esta situación y si permitirá que se repita otro Lehman Brothers.
Valencia opina que Evergrande y Lehman Brothers no tienen punto de comparación porque el mercado financiero de derivados chino no es tan profundo como el estadounidense y mientras el regulador americano fue reactivo y no proactivo con Lehman, los chinos son conscientes del riesgo que enfrentan y lo están desapalancando. “Probablemente se quiebren algunos desarrolladores, pero no creo que lleve a un problema sistémico. Además, el Gobierno chino no va a realizar rescates como los que hicieron sus colegas de Estados Unidos”, explica.
Para este experto, lo más probable es que sobrevivan los desarrolladores inmobiliarios menos malos y que el Gobierno tome el control de los que no subsistan, mientras que castiga a los empresarios de las compañías que sucumbieron, algunos de ellos por cobrar dividendos a sabiendas de que sus finanzas no estaban bien.
No obstante, Valencia dice que hay dos canales de transmisión de esta coyuntura: el primero son los mercados financieros, con la salida de muchos inversionistas de las activos más riesgosos (emergentes como Colombia) hacia los más seguros (el dólar, el oro, etc.), y el segundo en las materias primas. Esto porque si cambia la expectativa de que el crecimiento chino ya no va a estar en la construcción, se afectan los precios de insumos como el hierro, base para el acero. Esto golpea a los países productores, como Brasil y Australia, pero también a los consumidores, ya que se desajustan los costos de la construcción en todo el planeta.
El Gobierno chino tendrá en sus manos decidir si Evergrande es “too big to fail” y si con sus medidas impiden un impacto sistémico en su país y en el resto del planeta.