Históricamente, el sector empresarial ha desempeñado un papel clave en la inversión social que se ejecuta en las diferentes regiones del país. Pero durante la pandemia fue mucho más visible su aporte. Los recursos de las compañías privadas destinados al tema social aumentaron e impactaron positivamente.

Así lo confirma el más reciente Índice de Inversión Social Privada (IISP), elaborado por Jaime Arteaga & Asociados (JA&A), en alianza con Semana Sostenible y con el apoyo de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (Usaid).

El IISP evidenció que el monto destinado de manera voluntaria por las compañías para apoyar temas de educación, alimentación, salud e infraestructura, entre otros, dio un salto en 2020, situándose en 2,8 billones de pesos, frente a 1,3 billones de pesos de 2019. Para esta medición participaron 138 compañías, de las cuales 67 por ciento dijo que incrementó este rubro a pesar de las dificultades financieras por cuenta de la pandemia, pues el 57 por ciento reportó haber reducido sus ingresos.

Los sectores con mayor aporte privado voluntario, según el IISP, fueron el financiero, con 35 por ciento del total; minero-energético, 27 por ciento; agroindustria, alimentos y bebidas, con 13 por ciento, al igual que el de salud, con este mismo porcentaje. Las personas vulnerables, las comunidades rurales, los municipios con Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) y los migrantes venezolanos fueron las poblaciones más beneficiadas con estos recursos.

Para Jaime Arteaga, presidente de JA&A, estas inversiones son montos que van más allá del mínimo requerido y no están reglamentados. En el Índice, que evalúa cinco dimensiones con igual peso en la medición (Alineación, Gestión, Sinapsis, Focalización y Reconocimiento), se destacan 25 compañías por tener las mejores prácticas en materia de inversión social. En los primeros diez lugares están Alpina, Bavaria, Cementos Argos, Grupo Nutresa, ISA, Postobón, Alquería, Grupo Argos, Celsia y Natura.

Según el IISP, las empresas que este año participaron de la medición generan 445.000 empleos y sus inversiones voluntarias impactaron a 389.000 personas durante 2020. El año pasado estuvo lleno de retos para estas organizaciones, afirma Arteaga, debido a que la pandemia motivó una redefinición de estrategias en materia de inversión social y cambió las prioridades en la destinación de los recursos.

Por ello, el 23 por ciento de la inversión social se dirigió a ayuda humanitaria y crisis sanitaria, y el 15 por ciento a salud. En 2019, esos porcentajes fueron de 2 y 5 por ciento, respectivamente.

El trabajo de la manos de las comunidades en las que hace presencia es clave para ISA.

Anamaría Martínez, subdirectora de reputación corporativa de JA&A, considera que el trabajo de las empresas privadas es clave, dado que son motor de la recuperación y cada vez asumen un rol más importante como agentes de cambio social.

En su concepto, la inversión social es un gana-gana para las compañías y la sociedad. “Mientras ellas contribuyen al desarrollo de los territorios y a la mejora de condiciones de la población, su buen comportamiento les genera un retorno a sus negocios; es decir, que garantiza la sostenibilidad de sus operaciones”, explica.

Sostenibilidad

Es un hecho que invertir en lo social no es un tema aislado en la operación de las compañías. Por el contrario, hace parte de su estrategia de sostenibilidad y apoyo a las comunidades en las que operan. Bernardo Vargas, presidente de ISA, asegura que las inversiones sociales no son ajenas al core de su empresa y por ello trabajan como agentes de apoyo a iniciativas de orden social y ambiental.

Bernardo Vargas Gibsone, presidente de ISA. Foto: Archivo Publicaciones Semana.

“Como compañía de infraestructura sería muy difícil lograr los planes y los proyectos trazados a 2030 si no involucramos la inversión social en todo lo que hacemos”. Añade que cada acto realizado por la empresa en materia de infraestructura es evaluado para asegurarse de ser responsables y respetuosos con las comunidades.

La inversión social de esta compañía en 2020 fue de unos 34.000 millones de pesos. De esta cifra, el rubro de recursos voluntarios correspondió a 13.000 millones de pesos. Vargas dice que 95 por ciento de esa cifra se dirigió a zonas rurales y 97 por ciento a personas en condición de vulnerabilidad.

Bavaria, por su parte, trabaja para impactar positivamente a diez millones de colombianos mediante su estrategia de objetivos sociales y medioambientales. Desde 2018 a la fecha ya ha logrado este objetivo con más de nueve millones de personas.

Samira Fadul Solano, vicepresidente de Asuntos Corporativos de Bavaria | Foto: Cortesía Bavaria

“Nuestra estrategia y ejes de acción están alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU a 2030. Estos objetivos buscan erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos. Es por esto que en Bavaria trabajamos desde seis grandes frentes: agricultura inteligente, custodia del agua, economía circular, energía renovable y acción climática, emprendimiento y promoción de consumo responsable de alcohol”, dice Samira Fadul, vicepresidenta de Asuntos Corporativos de Bavaria.

En 2020, mediante Bavaria y la Fundación Bavaria, invirtieron más de 80.000 millones de pesos en materia social y alrededor de 20.000 millones en medioambiente.

Para María Adelaida Arango, vicepresidenta de Sostenibilidad del Grupo Nutresa y directora de la Fundación Nutresa, el propósito de su organización es construir un mundo mejor en el que el desarrollo sea para todos. “Nuestra estrategia promueve la cooperación con las personas, los aliados y la sociedad; impulsa la inspiración del desarrollo, el crecimiento y la innovación, y fomenta la preservación del planeta”, dice.

Aporte a la salud

María Adelaida Arango, vicepresidente de Sostenibilidad de Grupo Nutresa y directora de la Fundación Nutresa. | Foto: Cortesía Grupo Nutresa

La inversión social de Nutresa en comunidades superó 105.000 millones de pesos el año pasado, mientras que para calidad de vida, formación y auxilios a empleados destinaron 116.259 millones. Además, por la coyuntura sanitaria la empresa invirtió en incrementar la capacidad de las unidades de cuidados intensivos (ucis) en Colombia y en la compra de equipos para el diagnóstico y control de la covid-19 en Chile y Panamá, así como la entrega de más de 249.000 ayudas alimentarias para beneficio de 183.232 familias en 22 ciudades del territorio nacional.

Ernesto Fajardo, presidente de Alpina, dice que la inversión social de su organización está alineada con la nutrición de un mundo más sostenible, entendiendo la capacidad que tiene desde su quehacer diario, de impactar positivamente a la sociedad y a su entorno.

“Nuestra estrategia va encaminada a garantizar la seguridad alimentaria y, a la vez, desarrollar el campo colombiano, generando oportunidades de largo plazo para pequeñas comunidades de ganaderos, campesinos, mujeres víctimas de la violencia y madres cabeza de familia. Todo esto enmarcado dentro de los presupuestos de comercio justo”, manifiesta.

Ernesto Fajardo, presidente de Alpina | Foto: Alejandro Acosta/Semana

El año pasado donaron casi 20.000 millones de pesos para la nutrición, el bienestar y la salud de los colombianos. “Como parte de esta inversión, aportamos a la realización de 100.000 pruebas diagnósticas de covid-19 a la Universidad del Rosario, apoyamos el fortalecimiento de las capacidades de las ucis y entregamos más 140.000 kilos de productos de alto valor nutricional a los bancos de alimentos, convirtiéndonos en su principal donante. También donamos alimentos a los miembros de las Fuerzas Militares y a las comunidades en los municipios donde operamos”.

Juan Esteban Calle, presidente de Cementos Argos, cree que la única manera de hacer empresa es creando valor social, y por ello trabajan para que un importante número de personas tengan vivienda digna. “El objetivo es que, a medida que avance la compañía, esto redunde en mejor calidad de vida de las personas”, dice.

La cementera concentraba su estrategia social en infraestructura de educación, pero la pandemia cambió las prioridades, que se centraron en preservar la vida de los colaboradores y de quienes hacen parte de la cadena extendida de la operación. Además, se concentraron en conservar los empleos para proteger el tejido social.

Juan Esteban Calle, presidente Cementos Argos | Foto: Cortesía Cementos Argos

Argos trabaja estrategias de creación de valor social. “Estamos potencializando la oportunidad de hacer la vivienda más asequible para millones de personas y tenemos clara la necesidad de generar más empleo”. También trabajan en los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) con el objetivo de ayudar a ese proceso de reinserción.

“Argos está apoyando con soluciones tendientes a resolver esa deuda histórica que tiene el país con aquellas personas que decidieron dejar las armas y con las comunidades rurales, que requieren no solo del apoyo del Estado, sino del sector privado”, dice Calle. La inversión social en los 16 países donde hace presencia ascendieron a 4 millones de dólares en 2020 y la proyección para este año es duplicar esa cifra.

Medioambiente

En materia medioambiental, el aporte del sector privado es decisivo. De acuerdo con el IISP, la inversión para este propósito alcanzó 1,8 billones de pesos el año pasado, de los cuales 245.268 millones están relacionados con inversión voluntaria, 1,3 billones de pesos correspondieron a inversiones obligatorias y 210.966 millones de pesos a compensaciones.

Alpina, por ejemplo, invirtió más de 4.000 millones de pesos en proyectos y acciones de acceso a energía sostenible, reducción de huella de carbono y manejo de residuos y materiales para promover la reutilización e implementar mecanismos de reducción de la contaminación por residuos.

Trabajan, además, en el cumplimiento de compromisos para ser plástico y carbono neutro a 2022, realizan inversiones en recolección de plástico para su reciclaje y aprovechamiento, también en varios proyectos de conservación y reforestación en el país.

En el caso de Bavaria, su trabajo está enfocado en alcanzar sus objetivos en términos de custodia del agua, economía circular, energía renovable y acción climática. La compañía hace parte del proyecto miPáramo, que desarrolla iniciativas de conservación, restauración y apoyo a la agricultura sostenible para proteger los páramos de Santurbán y Guerrero.

En economía circular, cuenta con un sistema de logística inversa, que recupera los envases retornables y los lleva a sus sedes. Tiene tasas de retorno superiores a 97 por ciento. En temas de energía renovable, trabaja en la instalación de paneles solares que proveerán 25 por ciento de la energía que consume en sus sedes, lo que le permitirá reducir anualmente sus emisiones en 5.000 toneladas de CO2. De igual manera, este año contará con 200 camiones eléctricos en la flota de distribución.

Los temas social y ambiental se han convertido en una prioridad en el presente y futuro de las organizaciones, que encuentran en estos propósitos un objetivo más en el logro de su sostenibilidad. Y de trascender en la sociedad.