Pese a que los diferentes indicadores económicos en Colombia hablan de resultados positivos y el crecimiento del país en esta materia es una referencia para muchas naciones en la región, al parecer ya se le está acabando el impulso de la reactivación al sector industrial y el país empieza a sentir los estragos que la inflación está generando en todo el mundo.

Así lo advierte el Índice Davivienda de Gestión de Compras (PMI) para el sector industrial colombiano, el cual deja tres conclusiones claves que señalan que la producción y las ventas cayeron por primera vez en el año, mientras que aumentan las presiones inflacionarias y las empresas redujeron la compra de insumos y contratación de mano de obra.

“El mes de julio fue testigo de un pronunciado giro en el entorno económico del sector industrial de Colombia, tras el buen desempeño registrado en junio. La incertidumbre de los clientes en torno a las elecciones y las presiones de los precios lastraron las ventas y obligaron a las empresas a reducir la producción y las compras de insumos”, sostiene este informe.

Según esta radiografía de la industria nacional, la creación de puestos de trabajo se vio frenada y las empresas se mostraron menos optimistas en relación con el panorama futuro. Asimismo, la inflación del costo de los insumos volvió a repuntar, lo que se tradujo en un pronunciado incremento de los precios de venta. Estos dos factores están impactando con fuerza la confianza del sector.

“El Índice de Gestión de Compras (PMI™) del sector industrial colombiano de Davivienda, ajustado por factores estacionales, se situó en 49,5 puntos en julio, cayendo notablemente desde la cifra cercana al récord de 55,7 puntos en junio. De hecho, la reciente lectura señaló el primer deterioro del sector desde mediados de 2021″, agregaron.

Además de la creciente inflación, que no cede en Colombia y tiene en jaque a varios países de Europa y a los Estados Unidos; se suma la incertidumbre por el cambio de gobierno que regirá en el país desde el próximo 7 de agosto, la cual si bien no acapara toda la atención del mercado, sí aumenta la presión y reduce el optimismo de cara al mediano y largo plazo.

El PMI Davivienda resalta que este temor en el mercado, junto a la débil demanda “lastraron la producción en julio”. También dice que si bien la caída fue moderada, pone punto final a una secuencia de expansiones mensuales que se extendía ya un año, situación que debe ser tenida en cuenta desde ya por las autoridades nacionales.

“En este contexto, los industriales colombianos experimentaron una caída de los niveles de nuevos trabajos entrantes en julio. Aunque la reducción fue moderada, implicó un contraste con el aumento de las ventas observado en junio, que fue el más pronunciado en más de siete años. Según los participantes en la encuesta, la demanda se vio frenada por las dudas de los clientes derivadas de las elecciones, la depreciación del peso y las presiones inflacionarias”, dice el informe de Davivienda.

Andrés Langebaek Rueda, director ejecutivo de Estudios Económicos de Davivienda, afirmó que los datos de julio informaron de un exceso de capacidad en el sector industrial colombiano, ya que los negocios pendientes cayeron por primera vez en 14 meses. Esta reducción de los trabajos pendientes también se asoció a menudo a la falta de proyectos entrantes y la finalización de los pedidos existentes.

“La economía colombiana creció a un buen ritmo durante la primera mitad del año -seguramente a uno de los mejores ritmos en la región- pero las vulnerabilidades macroeconómicas, en especial el amplio déficit en cuenta corriente parecen estar pasando su factura: el peso colombiano durante julio fue una de las monedas más devaluadas entre los emergentes: no resulta extraño que nuestra moneda junto con el peso chileno -otro de los países de la región con gran déficit en la cuenta corriente- hayan sido las monedas más devaluadas”, explicó este experto.

El vocero de la firma que presentó este informe, clave para entender lo que está pasando en Colombia, concluyó diciendo que “la fuerte devaluación del peso tiene efectos reales sobre el crecimiento, tal como parece sugerir el PMI de julio, al reducir márgenes y acelerar la inflación con el consecuente efecto sobre la demanda. Resulta entonces conveniente que el país, bajo la nueva administración, logre la aprobación de la anhelada reforma fiscal estructural”.