El sistema de pensiones privado, que administran las AFP, ha estado recientemente en el ojo del huracán. Primero, por la propuesta que hizo Gustavo Petro de sacar de allí 18 billones de pesos para financiar pensiones del sistema público y dar un subsidio a los adultos mayores que no cuentan con mesada pensional (esto se haría mediante el traslado de afiliados de los fondos a Colpensiones). Luego, la polémica vino por cuenta del anuncio del presidente Iván Duque, junto con Asofondos, el gremio de las AFP, al informar que van a invertir 4,5 billones en proyectos de infraestructura que se construirán en el país y que incluyen concesiones viales de cuarta y quinta generación, proyectos de logística, aeropuertos, colegios y hospitales, entre otros.
Aunque estas inversiones no son nuevas para los fondos de pensiones (están permitidas desde hace diez años y allí ya tienen más de 4 billones de pesos), el anuncio de Duque y Asofondos tomó a muchos por sorpresa, y para otros fue motivo de burlas y sarcasmos en redes sociales, asegurando que ahora “iban a abrazar a los peajes porque allí estaba el dinero de su pensión” o que la verdadera motivación era financiar a los grupos económicos dueños de algunas AFP y de algunas de concesiones viales.
Lo primero que vale la pena entender es cómo y por qué las AFP destinan recursos de sus afiliados a proyectos de infraestructura. Lo hacen por medio de dos vehículos financieros: fondos de capital privado y fondos de deuda. Las AFP entran como socias del fondo de capital privado, que a su vez es el que elige los proyectos de infraestructura que va a financiar. En otras palabras, el fondo de pensiones se vuelve socio financiador de la obra, pero no asume ni los riesgos de construcción, como la caída de un puente (porque eso le corresponde al constructor y a la aseguradora), ni los de tráfico, dado que en este tipo de concesiones el Estado garantiza un tráfico mínimo y si no se cumple, pone el faltante.
El riesgo en el que sí incurre el fondo de pensiones en esta figura es que no se consigan suficientes inversionistas para arrancar el proyecto o que este no dé la rentabilidad esperada.
Solo prestamista
En el fondo de deuda, el fondo de pensiones entra como prestamista. Entrega un dinero y el concesionario debe devolverle capital más intereses, independiente de lo que suceda con la obra.
Como se sabe, un mayor riesgo implica una mayor rentabilidad, y es el comité de inversiones de cada fondo de pensiones el que debe decidir si opta por un fondo de capital privado o por uno de deuda.
Las cifras oficiales muestran que hasta enero, 18,4 por ciento de las inversiones del fondo de pensiones de mayor riesgo –donde ahorran 14 millones de los 17,3 millones de afiliados a las AFP– están en fondos de capital privado o de deuda.
Frente a la preocupación de que con este dinero se financia a los conglomerados dueños de concesiones y de las AFP, los expertos explican que los fondos de pensiones no pueden invertir en un fondo de capital privado o de deuda que tengan vínculos con el grupo al que pertenecen y que, en general, no pueden tener más del 8 por ciento de su portafolio en el conglomerado del que son parte.
En cuanto a por qué las AFP apuestan por estas inversiones, además de una diversificación, el objetivo es tener activos que se acoplen a sus necesidades de largo plazo, pues ellos deben invertir ahora para obtener rendimientos cuando sus afiliados se pensionen.
La duda estaría con respecto a la rentabilidad de las inversiones en infraestructura, pues esta no se revela de manera detallada, lo que sí sabe es que desde que iniciaron operaciones, en julio de 1995 hasta el 31 de enero de 2022, los fondos de pensiones han rentado 7,84 por ciento real, es decir, descontando la inflación.