Centro de la crisis financiera de 2008 con los créditos de alto riesgo, el sector inmobiliario muestra una muy buena salud en Estados Unidos, alimentado por bajas tasas de interés y la demanda de propiedades de quienes se mudan para teletrabajar, en un momento complicado por la pandemia.

Nuevos o viejos, las casas y apartamentos se vendieron como pan caliente en 2020, cuando las ventas de vivienda usada alcanzaron un máximo desde 2006, poco antes de que estallara la burbuja inmobiliaria que condujo a la crisis financiera de 2008 y a la Gran Recesión de 2009.

En total, 5,64 millones de viviendas fueron revendidas en 2020, “un incremento del 5,6 % con respecto a 2019”, indicó el viernes la Federación Nacional de Agentes Inmobiliarios (NAR).

Las tasas de interés de los créditos hipotecarios están en un mínimo histórico cercano a cero desde el inicio de la crisis del coronavirus y no subirán pronto.

Muchos trabajadores no volvieron a sus oficinas en Estados Unidos y probablemente continuarán teletrabajando al menos una parte de la semana cuando la pandemia esté bajo control.

Así, sin la necesidad de vivir en apartamentos muy pequeños para estar cerca de sus trabajos en el centro de la ciudad, muchas familias decidieron comprar casas más alejadas, con jardines al aire libre, como residencia principal o secundaria. De otra parte, los precios de los autos usados subieron un 10 % en 2020, la mayor alza en 40 años, propulsados por este movimiento hacia las afueras.

El boom inmobiliario no debería detenerse en 2021, “con nuevos compradores esperanzados en el mercado”, destacó Lawrence Yun, economista jefe de la NAR.

Con las campañas de vacunación avanzando y la perspectiva de una ayuda económica estatal adicional, la situación podría mejorar en los próximos meses para muchos norteamericanos.

Las imágenes de viviendas abandonadas por sus ocupantes en 2008 y 2009 por no poder pagar las hipotecas no se reproducen durante la crisis económica por la pandemia. En aquel entonces, la crisis derivó del estallido de una burbuja inmobiliaria de precios, alimentada por créditos hipotecarios atados a productos financieros complejos con tasas de interés variable al alza, que arruinaron a muchos estadounidenses.

Demanda por nueva vivienda

Este renacimiento de la demanda por vivienda, del que quedan fuera las personas más modestas, que no pueden acceder a un crédito a la altura del costo de una propiedad, hace subir los precios de las viviendas usadas. El mes pasado este incremento fue del 12,9 % con relación a diciembre de 2019, para una media de 309.800 dólares por unidad.

La demanda es de tal magnitud que el 70 % de las viviendas se vendieron en menos de un mes: la media es de 21 días, contra 41 días un año atrás.

“El inicio de construcciones y los permisos para construir aumentan, y la demanda es fuerte”, resumió Rubeela Farooqi, economista de HFE Snapshot.

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La venta de viviendas se mantendrá, “la limitante viene de los ‘stocks’ extremadamente bajos que hacen subir los precios y podrían tener una incidencia sobre el acceso en el futuro”, advirtió la especialista.

Esta escasez hizo bajar los compromisos de compraventa en noviembre en comparación con octubre.

El jueves, el Departamento de Comercio estimó que el aumento en el número de construcciones nuevas fue del 7 % en 2020.

“Serán necesarias muchas viviendas nuevas en 2021 y 2022 para abastecer al mercado y responder a la demanda”, concluyó Yun.