Para 2023 estaba proyectado que la economía global, tras la recuperación por la pandemia, entrara en una fase de desaceleración. Incluso, en algunas de las locomotoras mundiales, como Estados Unidos, Europa o China, las amenazas de recesión han estado latentes, en medio de altas tasas de interés y una inflación que, si bien, se ha reducido ha seguido vigente.

El mercado financiero en Estados Unidos estuvo sacudido este año por el colapso de tres bancos que generó pánico y pérdida de confianza.

Las cifras han confirmado la desaceleración, después de dos años de crecimiento luego de los efectos de la pandemia. El Fondo Monetario Internacional (FMI) considera que el crecimiento este año será de 3 por ciento, mismo porcentaje para el año entrante, pero inferior al 3,5 por ciento de 2022 y al promedio de 3,8 por ciento de las dos primeras décadas de este siglo.

El Banco Mundial es un poco más pesimista porque considera que el comportamiento de la economía para 2023 la llevará al 2,1 por ciento.

Según Credicorp Capital, la economía de Estados Unidos continúa mostrando una resiliencia importante, soportada por un consumo robusto en medio de una gradual moderación del mercado laboral. “Lo particular de esta recuperación económica pospandemia, con un mercado laboral fuerte y la distorsión de los patrones de consumo con altos niveles de demanda contenida, podría permitir que Estados Unidos escape a una de las recesiones más anticipadas. Así, la expectativa de que la FED logre un soft landing ha subido; si ocurre, se trataría de la segunda vez que la FED logra reducir la inflación sin elevar significativamente el desempleo; la primera ocurrió en 1994-1995”.

Pero el país enfrenta retos, en especial del mercado financiero, que este año vio cómo tres bancos –Silicon Valley Bank, Silvergate Bank y Signature Bank– colapsaron y generaron un efecto de pánico y de pérdida de confianza.

También en Europa se registró un episodio similar con la caída del Credit Suisse, mientras que las economías de la zona euro estarían entre las de más bajo crecimiento en 2023, pero mejor de lo anticipado desde comienzos de año. El FMI ajustó marginalmente su proyección para el bloque de 0,8 a 0,9 por ciento en 2023 y de 1,4 a 1,5 por ciento en 2024. Las economías más orientadas al turismo y los servicios, como Italia y España, se beneficiarían de mayor actividad; mientras otras más dependientes de manufacturas, como Alemania, crecerían menos, señala Credicorp. La perspectiva de crecimiento en la zona euro ha mejorado en los últimos meses; sin embargo, la desaceleración de la inflación no ha tenido el mismo ritmo que en Estados Unidos, advierte Corficolombiana.

En el caso de China, además de las dificultades en el sector hipotecario, también sigue el impacto por la guerra comercial con Estados Unidos. Según Davivienda, en agosto pasado, el Gobierno de los Estados Unidos instauró nuevas medidas orientadas a prohibir la transferencia de tecnología e inversión en un número limitado de empresas chinas. Además, la economía china parece estar afectada por dos elementos de corto plazo: por un lado, algunos analistas sugieren que debido a los cierres de la actividad económica que se dieron en los últimos tres años por efecto de la aplicación de las políticas de cero tolerancia a la covid-19, los consumidores han perdido la confianza, disminuyendo su gasto y aumentando su ahorro. Por otro lado, la pérdida de dinamismo se está dando vía sus exportaciones, tras los efectos de una menor demanda externa por sus productos.

La guerra comercial entre Estados Unidos y China está más vigente que nunca | Foto: Libre de derechos

Sin embargo, esas proyecciones se seguirán moviendo no solo en el marco de escenarios macroeconómicos circunscritos al comportamiento de la reducción de la inflación, la inversión, el comercio internacional o las decisiones de los bancos centrales en materia de tasas de interés.

Otros factores también enmarcan la discusión económica. Por una parte, las cicatrices parecen más graves en los mercados emergentes que en las economías avanzadas. “Desde enero de 2020 (antes de que la covid afectara nuestras perspectivas), hemos recortado nuestras previsiones para el nivel del PIB de 2023 en un 3,7 por ciento en los mercados emergentes, en comparación con solo el 0,2 por ciento en las economías avanzadas. Nuestra evaluación entre economías identifica la gravedad del shock inicial y la resistencia a la inflación como factores principales que afectarán la cicatrización del PIB en 2023”, señala Oxford Economics.

De hecho, según la Unidad de Inteligencia de The Economist al identificar los eventos que amenazan el mundo en 2024, hay un riesgo moderado de que la inflación vuelva a acelerarse, impulsada por una demanda global y un aumento en los precios de las materias primas claves debido a la escasez de suministros. Esto podría llevar a los bancos centrales a seguir endureciendo la política durante gran parte del próximo año, manteniendo las tasas de interés altas que podrían provocar un efecto dominó: depreciaciones extremas de las monedas, aumentando aún más la inflación y lastrando el crecimiento.

Por otra parte, los eventos climáticos podrían ocurrir de manera más sincronizada. Sequías severas y olas de calor que se suman al regreso del fenómeno de El Niño podrían llevar a temperaturas globales récord en 2024.

Pero además de los eventos financieros y climáticos están los geopolíticos, que, aunque registran baja posibilidad de ocurrencia, están en el radar. Uno, como dice The Economist, es una ampliación y descontento social en los próximos dos años como cuenta de cobro por la dificultad de los salarios para cubrir los altos precios.

Los otros dos son conflictos armados. El primero, que inició en febrero del año pasado con la invasión de Rusia a Ucrania y desencadenó una singular presión en los energéticos y las materias primas de alimentos, al que poco a poco el mercado fue ajustándose, pero con el riesgo de que escale a un conflicto en el que se vinculen los países de la Otan al lado de Ucrania, y Rusia pueda recibir apoyo chino, de Corea del Norte e Irán.

El segundo estalló hace apenas unas semanas, cuando miembros de Hamás atacaron a la población israelí desencadenando un conflicto en la Franja de Gaza, que podría volver a poner presión a los precios de los commodities y tensión a la inflación.

Y el tercero es un escenario de baja probabilidad, pero que tendría un impacto muy alto: que China anexe a Taiwán. “Los ejercicios militares chinos cerca de Taiwán, incluidas las incursiones chinas en la zona de identificación de defensa aérea de Taiwán, aumentan el riesgo de una equivocación que podría desencadenar un incidente más amplio. Lo mismo ocurriría con una declaración formal de independencia de Taiwán”, asegura The Economist.

El escenario está convulsionado. No solo el económico, con bajo crecimiento, inflación alta y tasas persistentemente caras. La volatilidad ahora también es geopolítica.