El 2024 ha sido un gran año para los cafeteros. La producción ha aumentado un 19 %, los precios internacionales del grano superan los 3,20 dólares por libra, y las exportaciones impulsan la economía rural. Además, debido a estos buenos resultados, los productores han tenido mayor libertad en invertir en el mantenimiento y mejora sus cafetales.
“En 2022 renovamos 63.000 hectáreas y en 2023, 77.000; este año estimamos que pasaremos las 90.000 hectáreas renovadas, una muy buena noticia para el país porque significa abonar para el fututo”, aseguró Germán Bahamón, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros en entrevista con SEMANA.
Sin embargo, para el líder gremial, aunque positivos, estos resultados no deben calificarse como una bonanza cafetera. Bahamón explica que una bonanza implica precios altos sostenidos durante todo un ciclo de producción, un escenario que no se ha presentado.
“2023 ha sido uno de los años más difíciles para el café. Tras tres años de lluvias intensas, la rentabilidad para los productores estaba muy golpeada. Lo que sentimos ahora es un balance que apenas compensa las perdidas del año pasado”, señaló Bahamón.
Con esto, aunque el panorama actual parece favorecer al sector cafetero, este igual se enfrenta a retos importantes. A nivel nacional, los costos de producción siguen siendo altos, con la mano de obra como el principal gasto. Además, la inseguridad en las regiones ha sido otro golpe con el que los productores se han tenido que enfrentar. “Huila, Tolima y Cauca son los más afectados en cuanto a extorsiones y robos, un factor que sin duda es preocupante porque desincentiva la inversión de los productores”.
Por otro lado, a nivel internacional, Bahamón asegura que factores como los precios de los fertilizantes, que en su momento generaron gran preocupación debido al impacto de la guerra entre Rusia y Ucrania, han regresado a niveles cercanos a la normalidad. En el pico de la crisis, estos insumos llegaron a ser inalcanzables para muchos productores. Sin embargo, aunque la situación ha mejorado, un aspecto que sigue generando inestabilidad en el sector es la volatilidad del dólar, pues muchos de los insumos que se utilizan en la producción del café son importados y las constantes fluctuaciones de la tasa de cambio no han permitido una constancia en cuanto a estos costos.
El clima es otro gran desafío. A pesar de que las sequías de 2024 no afectaron las dos cosechas anuales que realiza el sector cafetero, eso no significa que el gremio no deba seguir preparándose para unas condiciones naturales más extremas.
En entrevistas pasadas, haciendo referencia a la coyuntura del fenómeno del Niño, Bahamón aseguró que el verano, contrario a lo que se pudiera creer, es favorable para el café y que estas condiciones, que no se presentaron en otros países productores como Brasil, ayudaron a impulsar al café colombiano en el mercado internacional.
No obstante, siendo conscientes de que los ciclos climáticos se mantienen cambiantes, el líder gremial destaca el papel de organismos como el Centro Nacional de Investigaciones de Café (Cenicafé), que debido a sus investigaciones y desarrollos, ha logrado que hoy Colombia cuente con variedades de café mucho más resilientes a las condiciones extremas y a plagas como la roya. “Cuando vivimos las lluvias, por ejemplo, los cultivos no se perdieron, como sí ha pasado en años anteriores. Esta vez las plantas solo esperaron a que volviera la luz del sol para recuperarse”, detalló Bahamón, sosteniendo que este tipo de avances no solo garantizan la productividad del sector, sino que fortalecen su competitividad en los mercados internacionales.
En cuanto al consumo interno, el café colombiano muestra signos alentadores. Las importaciones de café de menor calidad han caído a un mínimo histórico, con menos de 900.000 sacos en los últimos 12 meses, frente a los 2,5 millones registrados hace tres años. Este incremento en el consumo local es impulsado por la apertura de tiendas especializadas y el fortalecimiento de marcas nacionales, lo que refleja un cambio en la preferencia del consumidor hacia el producto nacional.
Con este escenario en mente, la Federación Nacional de Cafeteros se enfoca en enfrentar los retos del sector mientras capitaliza sus oportunidades. Para eso, ha buscado acercamientos con instituciones como el Ministerio de Agricultura, con el que se están promoviendo programas como el Fondo de Acceso a Insumos Agropecuarios (Faia) y el Incentivo de Capitalización Rural (ICR), diseñados para apoyar a los caficultores.
Estas iniciativas buscan no solo fortalecer al café como un motor económico, sino también garantizar que los beneficios permeen hasta las familias rurales, fomentando un desarrollo más equitativo y sostenible en las regiones cafeteras.