El debate sobre la situación energética en el país continúa. Colombia cuenta con reservas de gas suficientes para seis años, al tiempo que la demanda interna sigue aumentando y la capacidad de producción local no ha podido mantenerse a la par de este crecimiento.
Según el último informe sobre el sector energético de la empresa Promigas, esta coyuntura se agrava por una suma de factores, entre los que están los retrasos en autorizaciones y megaproyectos, sequías, falta de exploración de nuevos campos y la creciente dependencia del gas importado, lo que ha incrementado los costos y ha puesto en riesgo la estabilidad del suministro tanto para el sector industrial como el residencial.
Es tanto así, que desde las proyecciones que presenta Promigas, Colombia se estaría enfrentado a un aumento del 23 % en las tarifas de gas.
Juan Manuel Rojas, presidente de Promigas, señaló que el país ha sorteado momentos difíciles en otras ocasiones, pero que en esta oportunidad los retrasos en la infraestructura y los efectos del clima han empeorado la situación.
“Venimos de un fenómeno de El Niño que duró más de lo que esperábamos y una Niña más suave. Este momento, que queremos seguir definiendo como coyuntural y no estructural, ha dejado en evidencia todos los campos en el que el sector energético debe mejorar”, aseguró.
A pesar de que los fenómenos climáticos siempre han sido una constante, su intensificación debido al cambio climático es innegable. Se ha visto su efecto en el bajo nivel de los embalses, que en muchos casos se encargan de la generación hidroeléctrica, un punto que ha obligado al país a depender cada vez más de las importaciones.
Sobre esto, Rojas compartió que el gas importado ya representa el 50 % del suministro en algunas zonas del país, lo cual también ha terminado subiendo los precios.
Además del clima, otro de los puntos más relevantes en esta crisis energética ha sido la falta de ejecución de proyectos clave debido a retrasos en la aprobación de autorizaciones por parte de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG).
Según Aquiles Mercado, vicepresidente financiero de Promigas, “la actividad de la CREG ha sido intermitente”, lo que ha causado retrasos en la expansión de la capacidad de transporte de gas, en especial, desde los últimos dos años.
Por otro lado, desde su inicio en 2022, el gobierno de Gustavo Petro ha impulsado una transición energética enfocada en energías renovables como la solar y la eólica.
Como parte de esta estrategia, se detuvieron las exploraciones de gas y, aunque ser pionero en energías limpias es positivo para el país, Promigas sostiene que el gas natural sigue siendo esencial durante este proceso de transición.
Rojas subrayó que, sin una producción suficiente de gas, Colombia no podrá garantizar la estabilidad del suministro, y advirtió que “el que no explora, no encuentra”, señalando que esta medida solo encarecerá el servicio y pondrá en riesgo la soberanía energética del país.
El estancamiento de proyectos de exploración, como el pozo Uchuva, es otro factor que, a futuro, podría colocar a Colombia en una situación aún más complicada. Con las reservas actuales de gas en 2,3 terapies cúbicos, el país solo tiene garantizado suministro por seis años, según la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME).
Sin embargo, los voceros de Promigas aseguran que, de explorarse este pozo, se podrían añadir 3 terapies cúbicos más a las reservas, prácticamente duplicándolas.
El pozo tiene el potencial de producir hasta 400 millones de pies cúbicos de gas por día, una cifra que aliviaría la presión sobre el sistema nacional. No obstante, el proyecto ha enfrentado problemas relacionados con licencias ambientales y oposición de comunidades, lo que ha frenado su desarrollo.
Además de Uchuva, Promigas menciona otros proyectos como KGG, en la costa de Coveñas, que podrían aumentar la oferta de gas; sin embargo, su implementación también ha sufrido retrasos.
Frente a este panorama, la empresa insiste en la implementación de una serie de medidas tanto a corto como a largo plazo. Por un lado, subrayan la urgencia de lograr flexibilizar las reglas de importación de gas, que permitiría al país aumentar la cantidad de gas importado para cubrir no solo la demanda de las plantas térmicas, sino también de otros sectores esenciales. Esta flexibilización también ayudaría a reducir el impacto de los aumentos de tarifas en los consumidores y a estabilizar el suministro.
En cuanto al largo plazo, el informe finaliza subrayando la necesidad de acelerar la expansión de la bidireccionalidad del gasoducto, un proyecto clave que permitiría transportar más gas desde las zonas productoras hacia el interior del país.
Actualmente, la capacidad de transporte es insuficiente, y si no se acelera la ejecución de este proyecto, el riesgo de pasar de una crisis coyuntural a una estructural es alto. “No podemos seguir operando sin margen de seguridad”, advirtió Rojas.