Los precios de los insumos para generar energía están por las nubes. El petróleo, el gas y ahora el carbón han marcado una senda de altos incrementos que los han llevado a sus máximos de los últimos años.
Solo en el caso del carbón, antes de la invasión de Rusia a Ucrania, su precio en medio de la recuperación económica del año pasado alcanzó niveles de 200 dólares por tonelada. Pero ahora, tras el conflicto, en las últimas semanas su precio ha tocado techos de 400 dólares.
Este aumento de precios en el mundo está generando una fuerte presión sobre la inflación, que ya venía creciendo desde el año pasado.
En medio de esta coyuntura, ¿cuál es el panorama del carbón y el impacto sobre la economía con unos precios desbordados? Carlos Cante, presidente de Fenalcarbón, gremio nacional que congrega y representa las empresas productoras y comercializadoras de carbón y/o coque en Colombia, analiza la situación.
SEMANA: ¿Cuál es el panorama del incremento de los precios de los energéticos, como el gas y el carbón?
Carlos Cante (C. C.): Como antecedente, hace rato estamos, por un lado, en guerra fría y con amenazas latentes. Y, por el otro, hay una crisis energética en Europa que ha hecho que el precio de todos los energéticos se haya disparado, como el gas. Ese incremento del gas ya había conducido a que Europa empezara de nuevo a prender plantas de generación de carbón, lo que sucedió en la primavera-verano del año pasado. Ya había crisis energética en Europa por el incremento del precio del gas y la escasez de renovables. El costo de la energía se había incrementado.
Lo que sucede ahora con el conflicto en Ucrania es que el 38 % del gas que consume Europa proviene de Rusia. Rusia es además el tercer exportador de carbón, es el quinto exportador mundial de coque y en los primeros lugares de carbón metalúrgico.
SEMANA: ¿Esto qué significa?
C. C.: Más que el conflicto en Ucrania es el efecto de las sanciones. El solo hecho de bloquear el sistema de pagos conduce a que no se pueda comprar, recibir ni realizar negocios con empresas rusas y le quita capacidad al mercado energético en el mundo. Lo que estamos viendo ahora es un apetito por el carbón que hace mucho tiempo no se veía.
SEMANA: ¿Cuál es la composición de consumo de carbón?
C. C.: El consumo global de carbón está en cerca de 7.800 millones de toneladas al año y fácilmente en proyección para 2022 podríamos superar las 8.200 millones de toneladas.
SEMANA: ¿Y alcanza con lo que hay en el mundo?
C. C.: No hay suficiente carbón porque el mundo no está financiando nuevas operaciones de carbón. Muchas de las compañías a nivel global habían empezado un desescalamiento de sus operaciones, un achicamiento de sus proyectos. Hoy, por una menor oferta de carbón no es mucha la capacidad que tenga el mundo para atenderla. China e India ya venían ampliándose a través de la pandemia, pero lo hacen para su consumo nacional. Cuando Europa vuelve a pedir carbón es bastante complejo. Hoy los precios están por encima de los últimos 20 años, pero por escasez de carbón.
SEMANA: ¿Qué están haciendo los países con el carbón?
C. C.: Lo que está sucediendo con las sanciones frente a Rusia y su importancia en el mercado de los commodities es que hay demasiada incertidumbre frente a lo que pueda pasar en el futuro y los países se están estoqueando. Están haciendo pedidos de carbón para garantizar un cierto nivel de abastecimiento pensando en el recrudecimiento de las sanciones, del conflicto y ese nivel de demanda es muy superior a la oferta y eso ha elevado los precios mucho más.
SEMANA: ¿Qué puede pasar?
C. C.: Es el riesgo que estamos advirtiendo. Ya los precios de la energía en Europa no aguantan más incrementos y la gente se está quejando y el efecto inflacionario es muy alto, alarmante para países europeos como España, Alemania y Francia. Y al ahondar la crisis energética, lo que podemos empezar a ver es que las industrias a ese costo de generación eléctrica no son rentables y empezarán a programar o a hacer mantenimientos no programados. Lo que significa es que dejan de producir y eso puede llevar a una recesión en Europa. El riesgo de estos precios de insumos de energía, del térmico, metalúrgico como del coque para producción de acero y hierro puede llevar una recesión global, se cae la demanda y los precios pueden volver a caer.
SEMANA: ¿Qué tanto pueden permanecer al alza los precios?
C. C.: El riesgo del incremento de los precios de los energéticos es que la economía no aguanta. Y el riesgo inflacionario es muy alto, y con las tasas al alza paran la economía también. Pero nadie tiene la bola de cristal. Estos ciclos de precios tan elevados no duran mucho y generalmente conducen a una caída.
Algunos analistas desde el año pasado e incluso desde antes de la invasión de Rusia a Ucrania mencionaron que se diera la posibilidad de un fenómeno de estanflación. ¿Ve esa posibilidad?
La decisión de la Reserva Federal de los Estados Unidos de aumentar la tasa precisamente tiene que ver con esa discusión, una inflación que no se había visto en los últimos 40 años, con una perspectiva de crecimiento mucho menor. Creo que ya todas las agencias internacionales van a empezar a ajustar los pronósticos de crecimiento de los países. Todo tiende, finalmente, a concluir hacia los costos de la energía, los precios de los commodities. Las economías no aguantan ese ritmo de crecimiento, por más de que se pueda decir que estamos en un boom y hay que aprovecharlo. Como país productor también tenemos que revisar que muchas veces este tipo de situaciones, cuando estamos interconectados y dependemos mucho de las compras a nivel global, pues eso es pan para hoy, hambre para mañana.
SEMANA: ¿Carbón hasta cuándo?
C. C.: A 2050 vamos a seguir con un consumo global de carbón de cerca de 7.800 a 8.000 millones de toneladas y mientras que el mundo siga demandando carbón, Colombia puede ser un suministrador confiable. ¿Cuánto? Mínimo, es que realmente nosotros estamos exportando 60 millones de toneladas, cuando más entre 70 y75 millones de toneladas de carbón, a un mundo que consume 8.000 millones de toneladas. Realmente somos marginales. Lo que pasa es que si le quita a eso la producción y consumo de China, que son 3.800 millones de toneladas, se queda con una parte que es cerca de la mitad, 4.000 millones de toneladas al año. Pero eso es muchísimo todavía.
SEMANA: ¿Y el mundo va a seguir demandando carbón a pesar de la tendencia de la descarbonización?
C. C.: El mundo va a seguir demandando carbón porque es una fuente confiable y de hecho nosotros hemos venido manifestando que precisamente la garantía de poder ampliar la capacidad de producción de energía y de producción industrial, a base de energías renovables, depende de que haya un sustento fuerte frente a unas energías que son intermitentes como las renovables, en las que se depende del sol y del viento. Esa garantía se llama carbón. La discusión es generar, adaptar e incorporar tecnologías que nos permitan unos procesos de combustión mucho más eficientes que generen menos emisiones.
SEMANA: ¿Qué está pasando con la producción de carbón en Colombia?
C. C.: Hoy todos estamos produciendo a full. Dados los precios internacionales, los carbones de pequeña minería que se dan al interior del país (Cundinamarca, Boyacá, Santanderes) han garantizado el abastecimiento del consumo nacional que está en cerca de 15 millones de toneladas, de las cuales entre 7 y 8 millones de toneladas es carbón térmico. Los usan las generadoras térmicas de energía y la industria (cementeras, ladrilleras, papeleras). Y lo que está pasando es que todo ese carbón de la pequeña minería, dados los precios, hoy es exportable. Todo ese carbón se está exportando y hay un déficit de abastecimiento nacional.
Esa es una noticia compleja hoy. Va a presionar precios de generación, porque el determinante del precio del kilovatio/hora es el carbón; si se incrementa el precio de generación con carbón, se incrementa el precio general de la energía y ya lo estamos empezando a ver.
SEMANA: ¿Qué están haciendo para atender la demanda?
C. C.: Hemos tenido que evaluar la posibilidad de ampliar la capacidad productiva del departamento de Córdoba. Y este departamento se empieza a mostrar como el proveedor confiable en épocas de crisis para el consumo nacional.
Ahora, esto solo es posible dados los precios tan altos, porque traer carbones de Córdoba hacia el interior por el costo del transporte, no es tan rentable.
En este momento es posible y las empresas de Córdoba están haciendo su máximo esfuerzo para garantizar confiabilidad en el suministro porque eso es lo que garantizan las térmicas. Pero si no tienen carbón, no habrá confiabilidad. En el momento en que haya un problema con una hidroeléctrica o que baje el nivel de los embalses se pierde la confiabilidad y eso lo entra a suplir el carbón y el gas. Y está más costoso generar con gas que con carbón.