El cruento conflicto en Europa del Este parece no dar tregua. De hecho, la incertidumbre no solo se extiende en la población mundial, sino también ha comenzado a inundar a los mercados que no han parado de mover sus números desde que inició el conflicto.
Jack Jansiewicz y Garret Melson, estrategas de Natixis Investment Managers, analizan la crisis en Ucrania que ya encabeza la lista de preocupaciones de los mercados e inversionistas sobre los posibles resultados y los efectos secundarios.
- Quedan tres resultados probables: un conflicto largo y prolongado, una escalada a través de una nueva agresión rusa o una solución negociada. Hasta ahora parece que se ha estado en el camino de un conflicto prolongado, con los militares rusos encontrando una feroz resistencia que hace que los avances sean lentos y con un alto costo. Cada parte está bajo presión, pero ninguna está dispuesta a retroceder.
- Aunque los dos primeros resultados suenan muy mal, se vislumbra una posible vía de escape. Putin necesita una victoria y la lista de incentivos que motivan una rápida resolución está creciendo. Putin está más solo que nunca en la escena mundial y, al parecer, más en el ámbito interno, con informes de que recientemente ha detenido a varios altos funcionarios de los servicios de inteligencia como consecuencia del escaso esfuerzo bélico realizado hasta la fecha.
- Mientras tanto, en Ucrania, es poco probable que el presidente Zelenski ceda, con la moral alta. Aunque las dos partes siguen muy alejadas, las conversaciones continúan y las exigencias han ido disminuyendo. Estas exigencias a la baja han llevado al optimismo por un final más rápido del conflicto, pero los últimos titulares han provocado dudas. En primer lugar, porque los representantes rusos afirman que no está cerca un acuerdo, lo que aumenta los riesgos de que las conversaciones hayan sido simplemente un medio para retrasar y permitir que las fuerzas rusas se reagrupen y reabastezcan. El segundo giro viene de la mano de las supuestas peticiones de ayuda militar a China, que parece haberse convertido en una posibilidad a pesar de la reticencia de este país a prestar su apoyo más allá del nombre.
- Con las conversaciones en curso entre Biden y Xi, el camino a seguir sigue sin estar claro, pero las naciones occidentales han sido claras en cuanto a que cualquier acción por parte de China para socavar las sanciones probablemente también pondrá a ese país en el punto de mira. Los riesgos para el crecimiento interno aumentan, ya que el país se aferra a sus políticas de “cero” en un momento en el que es probable que el consumo mundial comience a alejarse lentamente de la oleada de bienes. Esto puede servir de incentivo para no permanecer ajeno.
- Las consecuencias económicas siguen siendo un riesgo, pero después de que el mercado haya descontado rápidamente las graves implicaciones de la interrupción del suministro de petróleo y la destrucción de la demanda de los consumidores, se perciben idas y venidas en muchos activos, con los precios del petróleo volviendo a los niveles anteriores a la crisis, la volatilidad implícita cayendo por debajo de los niveles anteriores a la invasión y los mercados empezando a rebotar desde niveles de sobreventa graves.
- La principal vía de transmisión sigue siendo el aumento de los precios de los alimentos y la energía. La energía ya es el principal motor de la inflación en la zona euro y los niveles relativamente altos de gasto de los consumidores en energía significan que los riesgos de destrucción de la demanda siguen siendo altos para la economía europea. Por otro lado, las repercusiones directas en la economía estadounidense siguen siendo bastante limitadas, ya que se trata de un productor clave de energía y cereales.
- Aunque se espera que la crisis ralentice el ritmo de desaceleración de la inflación en EE. UU., los consumidores disponen de un considerable colchón de ahorro excesivo y de fuertes ganancias salariales para reducir el impacto del aumento de los costes de los alimentos y la energía.
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