Con la meta de mejorar la calidad de vida de los trabajadores y la productividad del país, en 2021 se aprobó una ley para reducir gradualmente la jornada laboral de 48 a 42 horas semanales. El primer paso se dio el año pasado, al recortar una hora y dejar la jornada en 47 horas, y el segundo será el próximo 16 de julio, cuando quedará en 46 horas.
Aunque es una medida bien intencionada, pues varios estudios han demostrado que una semana laboral más corta puede aumentar la productividad al permitir a los empleados trabajar de manera más concentrada y eficiente durante menos horas, por ahora no hay mediciones de su efectividad y, por el contrario, ha generado temores.
La abogada Saida Quintero, socia de Quintero y Quintero y especialista en derecho laboral y relaciones industriales, dice que algunas empresas decidieron implementar esta medida laborando una hora menos en un día específico, por lo general los viernes, a fin de salir más temprano del trabajo ese día. Y planean hacer algo similar a partir de julio de este año. Otras compañías optaron por reducir del horario diario una hora de entrada o de salida, o incluso 10 minutos diarios menos para las que laboran de lunes a sábado. “No obstante, hay que decir que este tipo de ajustes son más fáciles de implementar en actividades administrativas, donde resulta más viable, dado que es factible organizar las tareas para ser ejecutadas en una hora menos a la semana; otra es la historia en empresas manufactureras o de servicios, que producen 24/7”, advierte Quintero.
Muchas compañías industriales o de servicios, como los call centers, decidieron continuar trabajando 48 horas a la semana y reconocer una hora extra, para lo cual tuvieron que pedir autorización al Ministerio del Trabajo.
“Otras empresas decidieron ampliar los periodos diarios de descanso. Esto con el fin de mantener los mismos horarios de entrada y salida, sin incurrir en costos adicionales. Esto es viable solo en los casos en que trabajador y empleador hayan pactado, en la forma como lo permite la ley, que los periodos de interrupción del servicio se pueden descontar de la jornada por no ser un tiempo efectivo de trabajo. Sin embargo, es importante tener en cuenta que esta medida ha generado controversia, ya que el Ministerio del Trabajo ha iniciado investigaciones contra algunas empresas que la han implementado”, explica la abogada.
El viceministro de Trabajo, Edwin Palma, dice que los empleadores, por regla general, han cumplido, pero ha recibido quejas de aquellos que han buscado la forma de burlar la ley. “He sugerido a las organizaciones sindicales que hagan de este asunto un tema de negociación colectiva”, precisa y agrega que empresas como Decathlon, Teleperformance o Ecopetrol decidieron aplicar la reducción a 42 horas semanales inmediatamente.
Lo que viene
Con el nuevo recorte, que comenzará en diez días, algunas compañías planean pagar dos horas extras a la semana o reducir una hora adicional el horario de entrada o de salida un día a la semana.
Quintero agrega que como la reducción de la jornada va a continuar a 44 horas en 2025 y a 42 en 2026, ciertas empresas han evaluado la posibilidad de contratar más personal y otras, en especial las que nunca paran, analizan hacer uso de la jornada especial flexible prevista en el Código Sustantivo del Trabajo. Según ella, se podría acordar una jornada semanal de 36 horas a completarse con seis turnos de trabajo de seis horas cada uno. En esta opción no habría lugar al pago del recargo por trabajo nocturno ni a recargos por trabajo dominicales o festivos, pero el trabajador tendrá derecho a recibir el salario correspondiente a la jornada máxima legal (hoy 46 horas a la semana y en 2026, 42), y, en todo caso, no menos del salario mínimo legal mensual.
Esta medida vendrá acompañada de la eliminación de un beneficio que tienen los trabajadores formales: la jornada semestral del Día de la Familia, que se acabará en 2026 con el argumento de que, al tener más tiempo para la vida personal, ya no serán necesarias esas gabelas.
Palma añade que los impactos reales se verán en 2026, cuando se llegue a la jornada laboral de 42 horas semanales. “Pero es bueno recordar que, según datos de la encuesta integrada de hogares, a cerca del 90 % de los trabajadores que laboran trabajo suplementario no se les remunera. No solo es una violación a una norma laboral, sino un fraude al sistema de seguridad social”, precisa.
Los peros
Aunque las empresas se han ido ajustando a los cambios en la jornada laboral, es innegable que estos implican costos operativos para reestructurar horarios y procesos, así como desafíos de coordinación de equipos y proyectos; también puede impactar el servicio al cliente en sectores como el comercio, donde tienen amplios horarios de atención, y puede generar desigualdades entre empleados, pues no todos dentro de una misma compañía tendrían una jornada laboral de igual intensidad.
Según un análisis del Observatorio de la MiPyme de la seccional Atlántico de Acopi, la reducción de la jornada laboral podría subir los costos laborales hasta en 14,3 % para las micro, pequeñas y medianas empresas. Así mismo, indica que la Ley 2101 de 2021 (que le dio vida a la reducción de la jornada) no consideró la compensación por festivos, permisos sindicales, licencias de maternidad y paternidad, entre otros factores, que impactan costos operativos.
Por esto, la directora ejecutiva de Acopi Atlántico, Rosmery Quintero, propone la eliminación inmediata y no hasta llegar a 42 horas semanales de trabajo de los dos días de la familia, que representan un costo de 1,2 billones de pesos anuales para el sector empresarial. “Esta medida aliviaría la carga financiera impuesta por la reducción de la jornada laboral, permitiendo una transición más equilibrada para las empresas colombianas”, aclara.
Las dudas
Uno de los mayores ingenios del país decidió adelantarse al recorte de la jornada laboral, y desde el año pasado sus 3.500 trabajadores laboran 46 horas a la semana y aunque muchos agradecen las dos horas adicionales, también lamentan tener menos horas extras, las cuales les ayudaban a mejorar su salario, en especial, a aquellos que devengan el mínimo.
Justamente ahí radica otra preocupación de cara a la reforma laboral que se discute en el Congreso, pues las empresas que decidan pagar horas extras para compensar la reducción horaria se enfrentarán a un nuevo panorama. En lo aprobado hasta ahora en el Congreso el proyecto propone reducir la jornada laboral diurna en dos horas, estableciéndola desde las 6 a. m. hasta las 7 p. m. (hoy va hasta las 9 p. m.). Esto incrementaría los costos de los recargos nocturnos.
Cálculos de Anif indican que ese cambio implica un aumento en los costos de remuneración de 8,2 % en el caso de los empleados que devengan el salario mínimo, lo que despierta preocupación entre los empresarios, sobre todo para aquellos con actividades desde las 7 p. m., tales como el comercio y la construcción. “Tan solo el comercio (que incluye servicios de alojamiento, comida y transporte) emplea al 33 % de los ocupados a nivel nacional”, insiste el centro de pensamiento.
Desde la firma de abogados Chapman Wilches señalan que además de la reforma laboral, son motivo de preocupación los “desacertados proyectos de decreto que desde hace unos días circuló el Ministerio de Trabajo y que hemos evaluado como una subrogación del legislador. Querer hacer la reforma por vía administrativa”, aseguran.
En su concepto, de llegar a promulgarse, esos proyectos de decreto les sumarán cargas a las compañías, perjudicando, entre otros, al sector de servicios pues buscan limitar la tercerización con fiscalizaciones poco razonables. Igualmente, amplían la posibilidad de la huelga a los servicios públicos y facilitan la votación de la huelga de forma menos controlada.
Mientras tanto, países como Alemania, en donde tenían una semana laboral de 40 horas, desde 2001 introdujeron una ley que permite a los empleados trabajar menos horas a las acordadas en su contrato. Hasta 2023, 31 % de los trabajadores alemanes se habían acogido a esa figura y, como resultado, hoy en Alemania trabajan en promedio 35,3 horas semanales.
Para algunos políticos alemanes esa reducción de la jornada laboral está entre los factores que tienen al país en una fuerte contracción económica y, por eso, piden volver a las 40 horas semanales para recuperar su prosperidad. El debate está abierto.