Una de las mayores presiones sobre la inflación histórica que ha vivido el mundo en los últimos meses ha sido generada por los precios de los alimentos. Primero, por la pandemia y, luego de ella, por la crisis de los contenedores y los problemas de distribución que afectaron la operación logística global.

Y segundo, por los efectos que se registraron tras la invasión de Rusia a Ucrania, que sacudió los mercados en el mundo. Estos dos países son proveedores clave para muchas regiones del planeta de energéticos –gas y petróleo– con los que atienden mercados como el europeo, pero además son una de las más importantes despensas mundiales, como grandes proveedores, por ejemplo, de maíz, trigo, soya y fertilizantes para los cultivos.

La región de Rusia y Ucrania es responsable por, aproximadamente, el 30 % de las exportaciones mundiales de trigo y el 65 % de las de girasol. “Esto refleja que los mercados son cada vez más estrechos y están interconectados por lo que una pequeña disrupción en el suministro impacta el precio y el abastecimiento de alimentos. Estas implicaciones ya son visibles”, agrega un informe de McKinsey.

El conflicto bélico entre Rusia y Ucrania ha dificultado el transporte de alimentos e insumos desde estos territorios. Foto: AFP. | Foto: AFP or licensors

Incluso la ONU, entre otros organismos, ya ha advertido que las tensiones están generando un alza en los precios de los alimentos. De hecho, alertó por la crisis humanitaria y la inestabilidad política que podrían aparecer en distintos países por el impacto que tendrá sobre los más desfavorecidos y vulnerables.

“Los precios de los alimentos, el combustible y los fertilizantes se están disparando. Las cadenas de suministro se están interrumpiendo. Y los costos y retrasos en el transporte de los productos importados, cuando están disponibles, alcanzan niveles récord. Y todo esto está afectando más a los más pobres y sembrando las semillas de la inestabilidad política y el malestar en todo el mundo”, dijo en su momento el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

Además de las presiones generadas por las cicatrices que dejó la pandemia y de los efectos del conflicto entre Rusia y Ucrania, el clima sigue afectando la producción de alimentos en dos extremos: o grandes incendios forestales o intensos inviernos, que en ambos sentidos afectan los terrenos y no permiten programar los cultivos ni las cosechas.

En medio de esta coyuntura, un análisis del Fondo Monetario Internacional (FMI), firmado por Jeff Kearns, y un poco más de un año después de que la invasión rusa de Ucrania trastocara los mercados de productos agrícolas básicos, advierte que los precios de los alimentos permanecen elevados a pesar de haber retrocedido de los máximos registrados a comienzos de 2022.

Los alimentos parecen presentar aún un costo alto a pesar de los síntomas de mejoría.

La pandemia ha tenido un impacto económico duradero, ha mencionado el FMI, y prevé que el ingreso per cápita en los estados frágiles no se recupere a los niveles de 2019, sino hasta 2024. La guerra de Rusia en Ucrania y sus efectos secundarios relacionados, incluidos los precios de los alimentos y la energía, agravaron aún más la situación.

Según este organismo financiero, dos de los principales exportadores mundiales de trigo y otros cultivos esenciales están entrando en un segundo año de guerra, lo que implica que muchos países vulnerables aún se vean afectados por una agudizada inseguridad alimentaria. Y señala que los Estados frágiles y afectados por conflictos, en donde viven mil millones de personas, están especialmente expuestos al riesgo.

Tras once bajas mensuales consecutivas, los precios han descendido 19 % con respecto a los máximos de marzo, informó el viernes la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

“Si bien los precios de febrero ajustados por la inflación descendieron con respecto al año anterior, siguen siendo 12 % más altos que el promedio de los últimos cinco años. La composición del Índice de Precios de los Alimentos de la FAO muestra que los aceites vegetales fueron el factor que más incidió en la disminución de precios, junto con los productos lácteos y los cereales, en tanto que los precios del azúcar y la carne varían poco con respecto a comienzos del año anterior”, señala el informe del FMI.

En una reciente declaración conjunta sobre seguridad alimentaria, el FMI y otras instituciones mundiales señalaron que los gobiernos y donantes tienen que reforzar el apoyo a las personas más vulnerables, facilitar el comercio y el funcionamiento del mercado y eliminar los subsidios perjudiciales.

“Es preciso adoptar medidas más concertadas en estas tres esferas clave para evitar una crisis prolongada”, indicaron las máximas autoridades del Banco Mundial, la FAO, el FMI, la Organización Mundial del Comercio y el Programa Mundial de Alimentos en una declaración del 8 de febrero, la tercera desde julio sobre la crisis mundial alimentaria y nutricional.

El comercio sería uno de los elementos estratégicos a fortalecer para evitar una crisis alimentaria según el Banco Mundial, la FAO, el FMI, la Organización Mundial del Comercio y el Programa Mundial de Alimentos . Foto: WFP | Foto: CORTESÍA

La nueva Ventanilla para Shocks Alimentarios hasta ahora ha brindado apoyo a Guinea, Haití, Malawi y Ucrania. Además, nueve países en situación de inseguridad alimentaria aguda se beneficiaron del apoyo financiero del FMI mediante programas nuevos o en curso dirigidos a reforzar las redes de protección social y las políticas con el objetivo de ayudar a hacer frente al impacto de la crisis de alimentos.

Por su parte, la FAO advierte que la crisis de Ucrania ha provocado interrupciones en el acceso y la disponibilidad de alimentos básicos, energía e insumos agrícolas en todo el mundo, con especial preocupación entre los países de bajos ingresos que dependen de la importación de alimentos y fertilizantes para asegurar la productividad de su sector agroalimentario.

Las crisis, explica la FAO, han exacerbado la inseguridad alimentaria y la malnutrición, especialmente en países que dependen de los mercados de exportación de granos básicos, aceites de cocina y fertilizantes. La subida de los costos del consumo y producción del granero local está afectando desproporcionadamente a los grupos pobres y vulnerables que dependen de la agricultura como principal fuente de sustento.

Para los países exportadores de granos y aceites básicos, las crisis han sido perjudiciales en su seguridad alimentaria, según la FAO. | Foto: Getty Images

“Los niños son especialmente vulnerables a los efectos del aumento de los precios de los alimentos. Ya hay 27 millones de niños viviendo en contextos de inseguridad alimentaria severa y, desde principios de 2022, el número de niños que sufren adelgazamiento severo en los 15 países más afectados aumentó a una velocidad sin precedentes: un niño adicional con adelgazamiento severo cada minuto”, concluye la FAO.

Incluso las advertencias van más allá. Según el Banco Mundial, “irónicamente, aunque la producción mundial de alimentos casi se cuadruplicó entre 1961 y 2020 y aumentó un 50 % entre 2000 y 2020, más personas que nunca pasan hambre”.

Un informe de Naciones Unidas, entregado el año pasado, pero con datos de 2021, deja en evidencia esta dramática situación: cerca de 828 millones de personas padecieron hambre en 2021: 46 millones de personas más que el año inmediatamente anterior y 150 millones más que en 2019.

Esta situación se puede profundizar, tras el año del conflicto entre Rusia y Ucrania, pero también por los efectos climáticos en las cosechas y unos precios al alza que presionen para mantener una inflación alta, todavía lejos de las metas de los bancos centrales.