La junta directiva del Banco de la República, en su reunión del 30 de septiembre, marcó un punto de quiebre en la discusión de la política monetaria. Tras un año en el que la tasa de intervención se ubicó en 1,75 por ciento y cerca de un lustro en el cual, la tendencia fue a la baja, el Emisor –que era uno de los pocos bancos centrales que no había tocado las tasas- decidió aumentarlas 25 puntos básicos y las dejó en 2 por ciento.

Este lunes fueron publicadas las minutas de la reunión de la junta donde se dan a conocer los detalles de lo que la misma junta llamó el inicio del proceso de normalización de la política monetaria.

Fachada Banco de la República Foto Guillermo Torres Reina / Semana | Foto: GUILLERMO TORRES REINA

Votación unánime, pero...

Por unanimidad, los miembros de la junta coincidieron en la decisión de aumentar las tasas de interés. En lo que no estuvieron de acuerdo fue en el tamaño del aumento.

Todos los codirectores coincidieron en la necesidad de iniciar un retiro gradual del estímulo monetario, teniendo en cuenta las señales claras de recuperación que viene dando la economía “y la necesidad de prevenir un desanclaje de las expectativas de inflación que desate procesos de indexación.

Sobre los factores que han presionado la inflación al alza hubo consenso en que estos han obedecido -en gran medida- a choques de oferta relacionados con la disrupción de las cadenas de suministro, los altos costos de transporte marítimo, el efecto de los bloqueos sobre los procesos productivos y el retiro de los alivios, que no responden a incrementos de las tasas de interés”, señalan las minutas.

Se movieron entre 25 y 50

Y agregan: “Los directores también anotaron que la postura de política monetaria se ha vuelto más expansiva a medida que las expectativas de inflación han aumentado, alejando la tasa real de política de su nivel natural.

En este contexto cuatro miembros votaron a favor de un incremento de 25 puntos básicos de la tasa de política, y los tres restantes respaldaron un incremento de 50 puntos básicos”.

Los directores del grupo mayoritario enfatizaron el carácter transitorio de las presiones sobre los precios, al tiempo que destacaron que las expectativas de inflación a mediano plazo siguen ancladas a la meta, lo cual otorga flexibilidad para una mayor gradualidad en el proceso de ajuste de la política monetaria. Advirtieron también que el ajuste del mercado laboral aún no se ha completado. Igualmente, destacaron la incertidumbre que aún existe sobre las proyecciones y el riesgo de un recrudecimiento de la pandemia asociado con la nueva variante delta.

Por su parte, los tres miembros de la Junta que votaron a favor de un incremento de 50 puntos básicos mencionaron que en las encuestas más recientes, las expectativas de inflación de la canasta que no incluye alimentos ya supera la meta del 3 por ciento. Igualmente, coincidieron en que posponer los ajustes podría hacer necesarios mayores incrementos en el futuro. “Insistieron en que incrementos más fuertes de la tasa de interés al inicio del proceso de normalización contribuyen a reafirmar el compromiso con la meta y a moderar el aumento de las expectativas. Además, señalaron su incertidumbre sobre qué tan transitorios o permanentes pueden ser los choques sobre la inflación ocurridos hasta el momento”.

Leonardo Villar, gerente general del Banco | Foto: Banco de la República

Este grupo de directores destacó la experiencia que dejó el manejo de la política monetaria en 2020, que optó por iniciar el proceso de reducción de la tasa de interés de manera relativamente agresiva. En retrospectiva, ese pudo haber sido un factor que contribuyó al éxito de la política monetaria para estimular la recuperación de la actividad económica, como lo demuestran las actuales cifras de crecimiento.

Las cifras dejan en evidencia las preocupaciones en el frente inflacionario. En agosto la inflación anual continuó su tendencia al alza y se ubicó por encima de lo esperado al alcanzar el 4,4 por ciento. “La inflación básica medida por el IPC sin alimentos ni regulados se situó en 2,3 por ciento. La presión inflacionaria ha tenido origen, en gran medida, en choques de oferta locales e internacionales de carácter transitorio, pero de diversa duración, que comprometen la convergencia de la inflación a la meta en el corto plazo. Además, la reversión parcial de algunos alivios de precios acentuó la presión alcista”, señalan las minutas.

En este contexto, el equipo técnico revisó al alza los pronósticos de inflación hacia un nivel que se ubicaría en 4,5 por ciento y 3,5 por ciento para finales de 2021 y 2022, respectivamente. Las encuestas y otras medidas recientes muestran que las expectativas de inflación han aumentado, aunque a mediano plazo se mantienen alrededor de la meta.

Por el lado del crecimiento, el PIB en el tercer trimestre ha ganado dinamismo, tras el impacto generado por los bloqueos y el tercer pico de la pandemia. Esto gracias al consumo privado y el fortalecimiento de la demanda externa. El equipo técnico decidió revisar al alza su pronóstico de crecimiento a 8,6 por ciento para 2021 y a 3,9 por ciento en 2022.

Finalmente, la evaluación de riesgos consideró la eventualidad de un recrudecimiento de la pandemia que afecte la recuperación de la demanda interna y externa. Igualmente, contempló la posibilidad de que la desviación de las expectativas de inflación respecto a la meta adquiera un carácter persistente que estimule una indexación a una inflación más elevada. “El dilema de política inherente en estos riesgos fue ampliamente discutido”, puntualizan las minutas.