Cuatro años después del impacto de la covid-19, y en medio de conflictos, alta inflación y restricciones monetarias, parece que el crecimiento económico mundial se está estabilizando. Sin embargo, preocupa que este nivel se encuentra por debajo del periodo prepandemia.
Esta es la proyección del Banco Mundial, que prevé que la economía en el planeta logre nivelarse en 2024, tras unos años recientes marcados por la volatilidad e incertidumbre en los mercados después de la pandemia y los procesos de ajuste.
Según esta entidad, ese proceso de estabilización se dará en un nivel débil, en comparación con los parámetros históricos. “El crecimiento se sitúa en niveles más bajos que antes del año 2020. Las perspectivas para las economías más pobres del mundo son aún más preocupantes. Tienen que afrontar niveles muy elevados de servicio de la deuda, posibilidades comerciales limitadas y fenómenos climáticos costosos”, dice Indermit Gill, economista en jefe y vicepresidente sénior del Banco Mundial.
Para él, las economías en desarrollo deberán buscar la manera de fomentar la inversión privada, reducir la deuda pública y mejorar la educación, la salud y la infraestructura básica.
Los cálculos del Banco Mundial establecen que el crecimiento mundial se mantendrá estable en un 2,6% durante el año 2024, antes de aumentar poco a poco hasta alcanzar un promedio de 2,7% en el periodo de 2025-2026.
Esta cifra es muy inferior al promedio del 3,1% de la década anterior a la covid-19. De acuerdo con el banco, en el transcurso del periodo de 2024-2026, los países que representan en conjunto más del 80% de la población mundial y del PIB mundial seguirán creciendo a un ritmo más lento que durante la década anterior a la pandemia.
En general, se prevé que las economías en desarrollo aumentarán en promedio un 4% durante el período de 2024-2025, un poco menos que en 2023.
A su vez, se estima que el crecimiento en las economías de ingresos bajos se acelere hasta el 5% en 2024, en comparación con el 3,8% de 2023. Sin embargo, en las previsiones de crecimiento para el año 2024, el Banco Mundial observa un descenso de tres de cada cuatro economías de ingresos bajos desde enero.
Por su parte, en las economías avanzadas, el crecimiento se mantendrá estable en el 1,5% durante 2024, antes de aumentar al 1,7% en 2025, de acuerdo con las proyecciones la entidad.
Para 2024, el Banco Mundial prevé que una de cada cuatro economías en desarrollo continuará siendo más pobre de lo que era en vísperas de la pandemia en 2019. “Esta proporción se duplica en los países que se encuentran en situaciones de fragilidad y conflicto. Además, la diferencia en los ingresos entre las economías en desarrollo y las avanzadas aumentará en alrededor de la mitad de las economías en desarrollo durante el período de 2020-2024, la proporción más alta desde la década de 1990″, agrega el banco.
Por regiones, los estimativos son los siguientes: En Asia oriental y el Pacífico se prevé que el crecimiento se desacelerará, y será del 4,8% en 2024 y del 4,2% en 2025. A su vez, en Europa y Asia central el crecimiento se estima que se modere hasta ubicarse en un 3% en 2024 y luego se ubique al 2,9% en 2025. Por su parte, en América Latina y el Caribe se calcula que el crecimiento descenderá al 1,8% en 2024 y luego repuntará hasta alcanzar el 2,7% en 2025.
En Oriente Medio y Norte de África se estima que el crecimiento aumente al 2,8% en 2024 y al 4,2% en 2025; en tanto que en Asia meridional la perspectiva es que el crecimiento se reduzca al 6,2% en 2024 y se mantenga estable en esa cifra en 2025. En África subsahariana se calcula que el crecimiento llegue al 3,5% en 2024 y al 3,9% en 2025.
Se prevé que los ingresos per cápita en las economías en desarrollo aumentarán un promedio del 3% hasta 2026, muy por debajo del promedio del 3,8% de la década anterior a la pandemia.
Asimismo, se espera que la inflación mundial se modere hasta el 3,5% en 2024 y el 2,9% en 2025, “pero el ritmo de descenso es más lento de lo previsto hace tan solo 6 meses”, advierte el Banco Mundial.
Y agrega que es posible que muchos bancos centrales adopten una actitud prudente con respecto a la reducción de la tasa de política monetaria. “Es probable que las tasas de interés mundiales permanezcan en niveles elevados en comparación con las últimas décadas, con un promedio de alrededor del 4% durante el periodo de 2025-26, aproximadamente el doble del promedio del período de 2000-2019″, argumenta el Banco Mundial.
Para Ayhan Kose, economista en jefe adjunto y director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial, aunque los precios de los alimentos y la energía se han moderado en todo el mundo, “la inflación básica continúa siendo relativamente alta y podría mantenerse así”.
“Esta situación podría impulsar a los bancos centrales de las principales economías avanzadas a retrasar las reducciones de las tasas de interés. En un entorno de tasas ‘más altas durante más tiempo’, las condiciones financieras mundiales serían más estrictas y el crecimiento, mucho más débil en las economías en desarrollo”, anticipó Kose.
En una radiografía de las perspectivas, el Banco Mundial concluye que el crecimiento de la inversión pública en las economías en desarrollo se ha reducido a la mitad después de la crisis financiera mundial, con una disminución a un promedio anual del 5% durante la última década.
“Sin embargo, la inversión pública puede convertirse en un instrumento de política poderoso. Para las economías en desarrollo con un amplio margen fiscal y prácticas de gasto público eficientes, aumentar la inversión pública en un 1% del PIB puede incrementar el nivel de producción hasta en un 1,6% a mediano plazo”, asegura el Banco Mundial.
De otro lado, la entidad advierte su preocupación por lo que llama “las dificultades fiscales crónicas” de los pequeños Estados, los que tienen una población de 1,5 millones de habitantes o menos. Según el Banco Mundial, dos quintas partes de las 35 economías en desarrollo pertenecientes al conjunto de pequeños Estados se encuentran en un riesgo elevado de sobreendeudamiento o ya lo padecen. Esta cifra es aproximadamente el doble en comparación con otras economías en desarrollo.
“Es necesario aplicar reformas integrales para solucionar las dificultades fiscales de los pequeños Estados. Los ingresos podrían proceder de una base impositiva más estable y segura. La eficiencia en el gasto podría mejorarse, sobre todo en los ámbitos de la salud, la educación y la infraestructura. Podrían adoptarse marcos fiscales orientados a la gestión de los desastres naturales y otras conmociones, que se producen con mayor frecuencia. Unas políticas globales específicas y coordinadas también pueden contribuir a que estos países adopten una secuencia impositiva más sostenible”, concluye el Banco Mundial.