Muchos países, como Colombia, se precian de sus riquezas naturales. No obstante, un informe del Banco Mundial (BM) señala que por estar buscando ganancias de corto plazo en sus economías, dichas naciones no solo están agotando sus recursos naturales, sino también caminando hacia una senda de desarrollo insostenible.
El reporte The Changing Wealth of Nations 2021 llega a esta conclusión luego de rastrear la riqueza de 146 países entre 1995 y 2018, midiendo el valor económico del capital natural renovable (como bosques, tierras de cultivo y recursos oceánicos), el capital natural no renovable (como minerales y combustibles fósiles), el capital humano (ganancias durante la vida de una persona), el capital producido (como edificios e infraestructura) y activos externos netos. El informe también da cuenta, por primera vez, del capital ‘natural azul’, que se refiere a la riqueza en manglares y en pesca oceánica.
Colombia en ese capital natural azul ocupa el puesto 18 en cuanto al área de manglares que posee, la cual se mantuvo relativamente estable entre 1996 y 2015. Indonesia, Brasil y Australia son los que tienen la mayor extensión de estas formaciones vegetales.
Prosperidad de largo plazo
“Una comprensión más profunda y matizada de la sostenibilidad de la riqueza es fundamental para un futuro ecológico, resiliente e inclusivo”, dijo Mari Pangestu, directora gerente de Políticas de Desarrollo y Asociaciones del Banco Mundial. “Es esencial que se le dé la misma importancia al capital natural renovable y al capital humano que a las fuentes más tradicionales de crecimiento económico, para que los responsables de la formulación de políticas tomen medidas para permitir la prosperidad a largo plazo”.
Específicamente en rentas de capital natural no renovable, Colombia es el quinto país de Latinoamérica en donde los minerales y los combustibles fósiles tienen mayor peso en el PIB, lo que evidencia lo poco diversificada que está la economía nacional y el impacto ambiental de dichas actividades. En la región, Surinam es el país en donde el capital natural no renovable aporta más al PIB y en el puesto contrario está Jamaica, cuya riqueza la genera principalmente el turismo.
Esto llevó a que Colombia fuera clasificada en el grupo de países dependientes de los combustibles fósiles, los cuales simplemente siguen a los países líderes en políticas climáticas y tienen mayores dificultades para avanzar en un proceso de descarbonización. Precisamente, junto con Australia, Indonesia, Mongolia y Sudáfrica están entre los más dependientes del carbón, por su nivel de exportaciones del mineral. “Los propietarios de minas de carbón en esos países parecen ser indiferentes a la política climática y comercial. Disfrutan de costos de extracción relativamente bajos y están cerca de los mercados de combustión de carbón premium”, señala el informe del BM.
Mala gestión
Los expertos del organismo multilateral sostienen que la riqueza mundial creció significativamente entre 1995 y 2018, y los países de ingresos medios (como Colombia) están alcanzando a los países de ingresos altos. Sin embargo, la creciente prosperidad ha ido acompañada de una gestión insostenible de algunos activos naturales.
Los países de ingresos bajos y medianos vieron cómo su riqueza forestal per cápita disminuyó 8 por ciento entre 1995 y 2018, lo que refleja una deforestación significativa. Mientras tanto, el valor de las poblaciones de peces marinos mundiales se derrumbó en 83 por ciento debido a la mala gestión y a la sobrepesca durante el mismo período. Los impactos proyectados del cambio climático pueden exacerbar estas tendencias.
Valorar otros activos
Además, la fijación de precios incorrectos de activos como los combustibles fósiles que emiten carbono puede llevar a una sobrevaloración y un consumo excesivo. “El desarrollo puede encaminarse por un camino más sostenible adoptando una visión integral de la riqueza y poniendo en práctica medidas de política que incluyan la fijación de precios del carbono para valorar mejor y nutrir activos como bosques, manglares y capital humano”, subraya la investigación.
Si se hace una desagregación de la riqueza de los países por su capital natural (renovable y no renovable), su capital humano y su capital producido, se evidencia que en Colombia 8,1 por ciento corresponde al capital renovable, 65 por ciento al capital humano y el resto al producido. Entre más ricos son los países el capital natural es más bajo, mientras que crece más el capital humano.