Por lo general, el sector financiero es visto como el privilegiado, y en el caso de Colombia, más aún, pues es la rama que se ha mantenido con los mayores crecimientos en toda la economía.
La percepción que se tiene es que nunca pierden, pues, inclusive en 2020, cuando a casi todo el mundo le fue mal y el producto interno bruto se contrajo 6,8 por ciento, la rama de actividades financieras y de seguros se expandió 2,1 por ciento.
Pero en medio de una crisis como la que ha vivido el planeta, nada mejor que una banca fortalecida, como estaba la de Colombia, para enfrentar la pandemia. Incluso así, el golpe ha sido tan fuerte que en el primer trimestre de 2021, si bien empezó la recuperación y el crecimiento del ramo fue de 4,9 por ciento en comparación con igual periodo de 2020, las ganancias de los bancos cayeron 7,1 por ciento.
Aún con la expectativa que tiene Asobancaria –el gremio del sector– de que en este año se produzca un deterioro de la cartera superior al 5,4 por ciento que registró en 2020, el superintendente financiero, Jorge Castaño, manifiesta que “el crédito continúa fluyendo a la economía”.
Así lo muestran las tasas de crecimiento –en términos reales– de la cartera: en vivienda, 5,86 por ciento; en microcrédito, 1,33 por ciento, y en consumo, 0,58 por ciento. Desde la perspectiva de Castaño, “están mostrando cifras muy alentadoras.
Los desembolsos están llegando a los 2,5 billones de pesos mensuales. Por supuesto, es necesario lograr mayores velocidades y un mayor apetito de riesgo a la hora de otorgar financiación”. Es innegable que la reactivación de la economía requiere de la banca, y así está sucediendo.
El monto de solicitudes en marzo de 2021 (de 7,9 billones de pesos) registró el nivel más alto en tasa de aprobación, con 83,6 por ciento, desde junio 2020, cuando se comenzó a medir este indicador. Incluso con indicadores de riesgo de crédito históricamente altos, puesto que del total de la cartera de 530 billones, hay 61 billones calificados en riesgo y cerca de 26 billones con mora mayor a 30 días, las provisiones son consistentes con el deterioro esperado, señala Castaño.
El total de provisiones para cubrir estos deterioros es de 39 billones, de las cuales 6,5 billones aproximadamente se constituyeron durante el segundo semestre de 2020.Los que están de cabeza en el negocio son “cautelosamente optimistas” sobre la prospectiva económica del país en 2021.
Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez, presidente del Grupo Aval –el conglomerado financiero más grande del país–, estima que al ser la base de comparación el año 2020, el cual desde un punto de vista económico se contrajo 6,8 por ciento, fácilmente será superado por el desempeño de 2021. La cautela de Sarmiento Gutiérrez con la reactivación de la economía viene por el lado de las movilizaciones registradas desde finales de abril.
“Lastimosamente, es posible que la protesta social resulte en que, durante el segundo trimestre, se pierda parte de la recuperación de empleos lograda en los dos trimestres anteriores”, asegura. La expectativa puntual del ramo financiero está sujeta al desempeño de la economía, por lo que Sarmiento Gutiérrez reafirma su cautela con los pronósticos. “Se ha demostrado una enorme correlación, a través de la historia, entre la economía colombiana y el desempeño de nuestro sector. Y es obvio, porque el sector financiero es la espina dorsal de un país; si al país le va mal, ocurre lo mismo con el sector, y viceversa”. Eso sí, los alivios a los deudores mediante el PAD (Programa de Acompañamiento a Deudores) han dado sus frutos.
Hernando José Gómez, presidente de Asobancaria, dice que el 42,5 por ciento de la cartera recibió algún tipo de alivio en 2020. “Más de 200.000 empresas fueron beneficiarias del PAD. Eso se reflejó en menores cuotas, que se cayeron en 7 por ciento, y mayores plazos, que se extendieron más de 30 meses”. El superfinanciero coincide en que esas medidas de flexibilidad ayudaron a contener el deterioro de riesgo de crédito en los hogares y las empresas.
“En el PAD, que está vigente hasta el 31 de agosto, a la fecha, cerca de 2,2 millones de deudores han redefinido las condiciones de sus créditos por un valor de 36,1 billones”, dice. También ha sido clave que los colombianos, incluso en momentos de crisis, han demostrado ser buena paga: cerca del 90,3 por ciento de esta cartera está al día. En medio de las estadísticas del ramo, no faltan los cuestionamientos por el grado de participación que ha tenido en la crisis.
Pero el superintendente insiste en que, de no ser por las medidas aplicadas, los deudores se habrían enfrentado al incumplimiento de sus obligaciones financieras, teniendo que asumir las consecuencias de esta situación: la suspensión de acceso a nuevo crédito, pagar intereses de mora, gastos de cobranza, procesos de ejecución de garantías, reportes y calificaciones negativas de riesgo, entre otros.
La Superfinanciera ha realizado modelos probabilísticos según los cuales sin las medidas de alivios desplegadas, los pagos en los créditos de vivienda con atrasos superiores a 30 días habrían superado el 10 por ciento en solo cuatro meses, mientras que a diciembre la cifra solo fue de 3,49.
La disponibilidad de recursos de la banca también ha estado apalancada en el mantenimiento de la capacidad de ahorro de muchos colombianos. De acuerdo con estadísticas de la Superfinanciera, los depósitos del público en cuentas de ahorros, corrientes y CDT han presentado incrementos, hasta llegar a un saldo cercano a 460 billones. Y el número de personas naturales que invierten en el mercado de valores ha aumentado en los últimos meses.Sin embargo, el horizonte no está despejado del todo.
El trámite de una reforma tributaria mantiene en vilo a los sectores de la economía, y el financiero no es ajeno. Principalmente, porque de ese proyecto de ley dependerá el riesgo que tiene Colombia de perder el grado de inversión con dos de las tres principales calificadoras (ya lleva una).
Desde la perspectiva del presidente del Grupo Aval, hay que examinar con cuidado los costos “de una reforma tributaria deficiente versus los costos adicionales de tomar créditos futuros en el exterior que, al final, es el verdadero costo resultante de esa pérdida de calificación.
Cosa diferente es que se debe trabajar en alivianar el déficit fiscal, problema que se agravó el año pasado, pero que, indudablemente, venía desde antes”.Para el superfinanciero Castaño, los desafíos para el ramo financiero en 2021 se prevén similares a los del año anterior.
“Los principales centros de estudios económicos proyectan un crecimiento de alrededor del 6 por ciento, y de llegar a materializarse este escenario, esperamos que la cartera cierre 2021 con un crecimiento en un rango de entre 2 y 3 por ciento, impulsado principalmente por las modalidades comercial y vivienda”, afirma Castaño.
Para el cierre de 2021, la autoridad financiera presume que las entidades registren menor rentabilidad, e incluso que algunas tengan pérdidas, sin que este comportamiento ponga en riesgo los niveles de fortaleza patrimonial y su solvencia. Lo cierto es que, en general, el vaticinio es optimista.
Eso resulta positivo, pues si hay quien preste plata, existen esperanzas de que la economía logre encender los motores. Todos esperan que la resiliencia mostrada hasta ahora por el sistema financiero continúe durante 2021.
Desde la perspectiva regulatoria y de supervisión, Castaño asegura que seguirán utilizando las capacidades disponibles para actuar de manera oportuna y efectiva, y así lograr la transición que necesita la economía entre la pandemia y la reactivación.