China anunció el martes una aceleración de su crecimiento económico hasta del 4,5 % interanual en el primer trimestre, gracias a la reanudación de la actividad en el país tras el fin de las restricciones anticovid.
En el cuarto trimestre de 2022, el producto interior bruto (PIB) del gigante asiático progresó un 2,9 %, lastrado por las medidas sanitarias vinculadas a la pandemia, que se mantuvieron hasta diciembre.
El anuncio del crecimiento estuvo acompañado de otras buenas noticias para la economía china: las ventas al por menor, un indicador clave del consumo, aumentaron en marzo un 10,6 % interanual y la producción industrial creció un 3,9 % respecto al mismo mes de 2022.
Estas cifras son la primera diapositiva desde 2019 de la situación de la economía china sin la influencia de las restricciones sanitarias impuestas por la pandemia.
La política cero covid impuesta por Pekín –basada en estrictas cuarentenas y confinamientos, tests masivos y restricciones de movimiento– perturbó la actividad económica hasta su desmantelamiento en diciembre.
En 2022, el PIB de China creció solo un 3 %, uno de sus peores desempeños en décadas.
La segunda economía mundial también enfrenta otra serie de desafíos, como la elevada deuda en el sector inmobiliario, la caída de la confianza de los consumidores o la inflación y la amenaza de recesión a nivel mundial.
Amenazas de guerra de China han reforzado el sentido de pertenencia de los taiwaneses
En un museo de Taipéi, antaño una antigua cárcel para prisioneros políticos, los visitantes se congratulan de la democracia moderna de Taiwán y forjan la identidad de la isla frente a la autoridad de China. Situado en un parque de la capital, el Memorial del Terror Blanco de Jing-Mei es un recordatorio brutal de la historia de la isla.
Al final de la guerra civil china en 1949, los nacionalistas, derrotados, se refugiaron en Taiwán. Su partido único, el Kuomintang, gobernó la isla con mano de hierro durante décadas. Tribunales secretos juzgaban a las personas acusadas de haber ayudado a los comunistas del otro lado del estrecho de Taiwán. Miles de opositores fueron ejecutados y torturados.
“Supe que la gente era arrestada por haber protestado contra el Gobierno”, dijo Mars Hung, oficinista, tras visitar el museo que muestra la represión perpetrada entre 1947 y 1987. “Somos tan libres ahora”, dice este hombre de 24 años. “Taiwán es sinónimo de democracia. No tenemos tantas restricciones como en China”, aseguró.
Taiwán vive bajo la amenaza de la China comunista, que considera la isla como parte de su territorio y está dispuesta a recuperarla aunque sea por la fuerza. La presión ha ido en aumento bajo el presidente Xi Jinping, quien dijo en 2019 que la “reunificación” con Taiwán era “inevitable”. La mayor parte de taiwaneses no se sienten de origen chino y reivindican una nación soberana, que se ha forjado una identidad a partir de los ideales democráticos.
“Nací en Taiwán y vivo en Taiwán, así que soy taiwanesa”, afirma Angela Hung, de 50 años, empleada del museo Jing-Mei. “Es un lugar libre y tranquilo (...) Espero que nuestra forma de vida actual se mantenga”, cuenta. La amenaza de Pekín, que dura desde hace décadas, ha reforzado la identidad de los 23 millones de habitantes de la isla, explica Rick Lai, estudiante de Historia.
“Este sentimiento de inseguridad hace que los taiwaneses sean más conscientes de lo que son”, abunda este hombre de 22 años. Alrededor del 60 % de los habitantes se siente claramente taiwanés, más del triple que en los años 1990, según un sondeo reciente.
El apego a la identidad china ha caído drásticamente, del 25 % a menos del 3 %. Y un tercio se siente taiwanés y chino a la vez. Solo un poco más del 1 % de los taiwaneses desea que la isla se unifique con la China continental. Y una inmensa mayoría rechaza la idea de pasar bajo el control del Partido Comunista Chino.
*Con información de la AFP.