Aunque la historia de China se remonta a miles de años atrás, con registros que datan de al menos 3.000 años, en materia económica parece más un adolescente que el gigante al que le temen muchos países. Así como los púberes, que no saben si son niños o adultos, esta nación no ha acabado de definir si es un país en desarrollo o uno ya desarrollado, y esa indecisión le está saliendo cara.
Esa es una de las tantas razones a las que se le atribuye la fuerte desaceleración de la segunda mayor economía del planeta, que hasta hace poco tenía todo para desbancar del trono a Estados Unidos, pero cuyas cifras recientes muestran esa meta aún bastante lejana.
Su economía creció 6,3 por ciento en el segundo trimestre de 2023, revelando un desempeño más rápido que el 4,5 por ciento del primer trimestre, pero quedando por debajo de las estimaciones del mercado de 7,3 por ciento. Al mismo tiempo, China cayó en deflación, es decir, que allí el costo de vida no sube sino que baja (-0,3 por ciento a julio). Esto es peligroso porque implica una reducción en la demanda, el consumo y la inversión, al tiempo que puede crear un ciclo negativo en la actividad económica.
La Oficina Nacional de Estadísticas (NBS, por su sigla en inglés) recientemente no ha parado de dar malas noticias en el frente económico. Las ventas minoristas y la producción industrial fueron peores de lo esperado en julio, con datos de 3,7 y 2,5 por ciento, respectivamente, cuando se preveía un avance superior al 4 por ciento.
Las ventas de propiedades llevan varios meses a la baja, el desempleo urbano aumentó, en especial, entre los jóvenes, y las exportaciones pasaron de 285.000 millones de dólares en enero a 281.000 millones en julio. Así mismo, se registran caídas en la confianza de los consumidores y una débil demanda de crédito.
Con todo y desaceleración, el ritmo de crecimiento de China es la envidia de muchos países (diferentes pronósticos estiman que sería de 5,4 por ciento en 2023), pero el tema es que es insuficiente para sus 1.400 millones de habitantes y para una nación que quiere ser potencia.
Razones políticas
Ildiko Szegedy-Maszak, directora de la maestría en Derecho Económico de la Universidad Javeriana, cree que el bajo desempeño chino se debe a que no está claro si es un país en vía de desarrollo o uno ya desarrollado, pues muestra señales de ambas condiciones. También podría encontrarse en la llamada middle-income trap (trampa de ingresos medios), un concepto económico que describe a un país estancado en un nivel de ingresos medios con dificultades para avanzar hacia un nivel de ingresos altos. En otras palabras, es cuando una economía logra un cierto grado de desarrollo y crecimiento, pero luego enfrenta desafíos para continuar creciendo y mejorar su nivel de vida.
“Como China ya es la segunda economía mundial, empieza a jugar en una posición geopolítica en la que tiene que gastar. Se muestra como una potencia que nunca pone el freno, sino que mantiene el pie en el acelerador y toma decisiones macro equivocadas que afectan su economía”, explica la académica y señala que mientras en las economías de mercado los ajustes se hacen por oferta y demanda, en China es el Estado el que interviene y toma decisiones, que en el pasado daban resultados en términos económicos, pero que ahora no son eficaces.
A eso se suma el interés de Xi Jinping de asegurar su tercer mandato mostrando una China que estaba ‘divinamente’, pero que tomó muchas decisiones erradas durante la pandemia. “Querían demostrar que ellos manejaban la crisis sanitaria mejor que los demás, con bajos contagios y muertes, pero no les pusieron vacunas a los viejitos, tardaron demasiado tiempo en salir de los encierros y al reabrir el tema fue tan álgido que decidieron dejar de contar los muertos y los enfermos”, dice Szegedy-Maszak.
La académica agrega que a eso se sumó una encrucijada del gobierno de Xi Jinping, que sabe que el consumo de los hogares es clave para su desarrollo, pero no lo pueden promover porque en los últimos años ha aumentado la brecha entre ricos y pobres y eso es una contradicción gigante frente al ideal de igualdad del Partido Comunista.
Diego Camacho Álvarez, economista senior de Credicorp Capital, dice que para mantenerse en el poder el Partido Comunista fija metas de crecimiento del PIB y estas tienen que ser cumplidas, así que para lograrlas durante varios años construyeron al debe mucha infraestructura que no necesitaban. “Tienen excesos de capital y eso es como tener dos carros en Bogotá que no se pueden sacar a la calle o dos computadores para solo usar uno. Esa inversión tiene que rendir frutos y eso es lo que no ocurre hoy en China”, explica Camacho.
Añade que en los años 80 cuando empezaron a desmontarse de fallido modelo de economía centralizada, tenían mucha mano de obra disponible, barata y joven, pero con la política de hijo único aceleraron su transición demográfica y alcanzaron el pico de población hace uno o dos años. Ahora su segmento etario más grande son las personas entre 40 y 50 y sus actuales jóvenes no quieren tener hijos porque no hay sistema de seguridad social y porque crecieron en una sociedad que les enseñó que un solo hijo era más que suficiente. “El resultado es que ya no tienen un bono demográfico, lo que hace que su consumo interno ya no puede crecer tanto”, precisa Camacho.
¿Escondiendo cifras?
Una de las estadísticas recientes de China que más ha llamado la atención de los analistas es el desempleo de jóvenes urbanos (aquellos que tienen entre 16 y 24 años), el cual viene al alza y en junio llegó al 21,3 por ciento. “Los analistas esperaban que volviera a subir en julio, pero en lugar de enfrentar cifras embarazosas, la NBS decidió dejar de publicarlas”, sostiene un informe de The Economist.
Dicho informe agrega que, en el primer trimestre del año, dos tercios de los 96 millones de jóvenes urbanos de China no estaban trabajando ni buscando empleo. Del tercio restante, un poco más de 6 millones estaban buscando trabajo y no lo encontraban. Es este subgrupo de 6 millones a los que se considera desempleados.
China también ha ocultado otros datos como su coeficiente de Gini, que es una medida de la desigualdad de ingresos. Aún no se conocen las cifras de 2022 y la confianza del consumidor, que el Gobierno publicó mensualmente durante más de 30 años, no se conoce desde abril pasado cuando cayó bruscamente.
Impacto global
Juan Carlos Martínez, profesor de Economía de IE University, indica que a diferencia de muchos otros países que tuvieron un fuerte rebote tras la pandemia, en China lo que se ha evidenciado son varios desequilibrios y debilidades que arrastraba desde hace varios años.
“China aporta un tercio de la economía global, por eso, si crece menos, el mundo también crece menos por el canal exterior, con una menor demanda de materias primas”, subraya Martínez al tiempo que enfatiza que esto no implica una recesión en China, pues crece alrededor de 5 por ciento; el problema es si eso le alcanza para mantener cierta estabilidad económica y un bajo desempleo (hoy está en 5,3 por ciento).
Necesitan lanzar algún tipo de estímulo fiscal, dado que es además un país con altos niveles de deuda, la cual fue usada para construir toda esa infraestructura que no necesitaban y que no solo se refiere a obras civiles, sino también a millones de viviendas que se construyeron, pero no se vendieron y hoy amenazan con una crisis inmobiliaria.
Esos temores también se ven en las bolsas chinas, que este año ya borraron sus ganancias, y en el yuan, el cual se encuentra en su punto más débil frente al dólar en los últimos siete años.
En este contexto económico chino, Colombia tiene la ventaja de no manejar una relación comercial tan grande como la de Chile, Argentina o Brasil con el gigante asiático, pero podría verse impactada por los bajos precios de las materias primas debido a la disminución del consumo chino. Colombia también podría recibir más importaciones chinas de productos no vendidos en ese país. Además, tampoco le conviene un desequilibrio económico global originado en el país de la Gran Muralla. No en vano se dice que el mundo sentiría un temblor si miles de chinos se mueven al unísono.
Como los adolescentes, en el gigante asiático tienen que aprender que, en economía, los resultados se ven tiempo después y hoy están pagando sus acciones del pasado.