La economía europea también ha sufrido cambios por cuenta de factores internacionales como la guerra en Ucrania y la crisis energética, que según los expertos ha dejado como resultado que el dólar tome ventaja, y nada más hay que revisar los registros alcanzados en 2022.
El imparable ascenso del dólar, que batió récord tras récord ante muchas divisas, hace temer por el futuro de otras monedas y por una crisis de proporciones como la que ocurrió en 1997.
Impulsado por la subida de tasas de interés por parte de la Reserva Federal (Fed, banco central), enfrascada en su lucha contra la inflación en un contexto de pujante economía, el billete verde se fortalece y el valor de otras monedas se erosiona hasta límites inexplorados, como ocurre con la libra esterlina, la rupia india, la libra egipcia o el won de Corea del Sur.
“Los movimientos son claramente extremos”, resumió Brad Bechtel, del banco de inversión Jefferies. “Y el dólar puede ir mucho más lejos. Por lo tanto, podríamos encontrarnos en una situación desastrosa” para algunas monedas, añadió.
Muchos países emergentes están también en mala posición. La rupia paquistaní perdió 29% de su valor ante el “greenback”, uno de los apodos del dólar, y la libra egipcia, 20%. Pakistán, Egipto, Sri Lanka y Bangladesh “sufren por la liquidez menos abundante a nivel mundial”, resume Win Thin, de BBH Investor Services.
La disparada de precios del petróleo y de los cereales, productos de los cuales estos países son grandes importadores, profundizó su déficit comercial y aumentó la inflación, dos venenos para sus monedas. El fortalecimiento del dólar acentuó el fenómeno, ya que muchas materias primas se cotizan en la divisa estadounidense y, por lo tanto, cuando el dólar gana terreno, se encarecen.
“Estos países con fundamentos (económicos) más débiles serán seguramente los primeros en ser puestos a prueba” en caso de que la temperatura suba en el mercado de cambios, sostuvo Win Thin.
En los casos de Taiwán, Tailandia y Corea del Sur, la política de covid cero en China redujo sus exportaciones hacia ese mercado crucial, y la desaceleración económica amenaza su comercio.
Aunque son economías con más espalda que las de sus vecinos, China y Japón contribuyeron en las últimas semanas a las turbulencias en el mercado de cambios. El yen japonés y el yuan chino cayeron recientemente a mínimos desde hace 24 y 14 años, respectivamente.
El temor a una desestabilización reaviva el recuerdo de la crisis asiática de 1997, que se disparó por la devaluación de la moneda tailandesa, el baht.
Como un dominó, Malasia, Filipinas e Indonesia siguieron, poniendo en pánico a los inversores extranjeros que retiraron masivamente sus colocaciones, al punto de empujar a varios países del continente a una recesión y a Corea del Sur al borde de la moratoria.
Para Erik Nelson, de Wells Fargo, la diferencia notable con 1997 es que “no hay demasiadas paridades fijas (de tipo de cambio) hoy, al menos entre los grandes países emergentes”.
En aquel momento, el derrumbe del baht se debió, en parte, a su paridad fija con el dólar, un mecanismo que obligaba a las autoridades a sostenerlo a riesgo de agotar sus reservas monetarias y dejar a su vez a su moneda sin respaldo.
El Líbano anunció el jueves una brutal devaluación de la libra libanesa. Ahora un dólar vale 15.000 libras, contra 1.507 antes de esta decisión.
Los países latinoamericanos por su parte, con Brasil y México a la cabeza, aumentan sucesivamente sus tasas de interés para combatir las alzas de precios. Solo Estados Unidos parece tener posibilidades de cambiar la situación en el mercado de divisas. Pero “con la inflación tan alta (...) la Fed ve al dólar fuerte como una bendición”, según Christopher Vecchio, de DailyFX. Eso “contribuye a apartar a la economía (estadounidense) de presiones inflacionarias adicionales”, ya que el país paga más barato sus productos importados, reflexionó el analista.
Para Adam Button, de ForexLive, “la cuestión es hasta qué punto las cosas deben deteriorarse antes de que la Fed cambie el rumbo”.
*Con información de la agencia AFP