A pocos meses de cumplirse dos años de la guerra entre Rusia y Ucrania, estalló el conflicto en Oriente Medio tras el ataque de Hamás a Israel, que desató la contraofensiva israelí en la Franja de Gaza. Estas dos disputas han generado fuertes presiones a la economía global, apenas unos meses después de haberse superado la crisis generada por la pandemia de la covid-19.

Soldados israelíes durante una operación terrestre en la Franja de Gaza, al iniciar la segunda semana de noviembre de 2023. | Foto: Copyright 2023 The Associated Press All rights reserved

De acuerdo con la más reciente edición del informe Commodity Markets Outlook (Perspectivas de los mercados de productos básicos) del Banco Mundial, si bien la economía global está mejor posicionada que en la década del 70 para hacer frente a una gran crisis de los precios del petróleo, una escalada del conflicto en Oriente Medio –que se suma a las perturbaciones causadas por la invasión rusa a Ucrania– podría empujar a los mercados mundiales de productos básicos hacia terrenos desconocidos.

Soldados ucranianos disparan artillería hacia posiciones rusas en el frente de batalla, el sábado 27 de mayo de 2023, cerca de Bájmut, en la región de Donetsk, Ucrania. (AP Foto/Efrem Lukatsky, Archivo) | Foto: Copyright 2023 The Associated Press. All rights reserved

El conflicto en Oriente Medio ha planteado riesgos geopolíticos para los mercados de materias primas. Hasta ahora, su impacto sobre los precios ha sido pequeño. Sin embargo, los conflictos militares anteriores en la región a menudo desembocaron en precios más altos y volatilidad en el mercado de los insumos primarios, advierte el análisis del Banco Mundial.

En el informe se concluye que los efectos serán limitados si el conflicto no se extiende. Según el pronóstico, los precios del petróleo alcanzarán un promedio de 90 dólares el barril en el trimestre en curso, antes de descender a un promedio de 81 dólares el próximo año a medida que se desacelera el crecimiento económico mundial. Se prevé que en 2024 los precios generales de los productos básicos caerán 4,1 % y los precios de los productos básicos agrícolas disminuirán a medida que aumenten los suministros. También se espera que los precios de los metales básicos caigan 5 % en 2024 y que los precios de los productos básicos se estabilicen en 2025.

La guerra en Ucrania afectó el suministro de alimentos, en especial de cereales, en el mundo, elevando los precios y generando presión sobre la inflación. (Photo by Pierre Crom/Getty Images) | Foto: 2023 Getty Images

“Hasta el momento, los efectos en los mercados mundiales de productos básicos han sido limitados. Desde que estalló el conflicto, los precios generales del petróleo han aumentado alrededor de un 6 %. Los precios de los productos básicos agrícolas, la mayoría de los metales y otros productos básicos, apenas se han movido”, dice la entidad.

Sin embargo, frente a otros escenarios, el panorama cambia. Las perspectivas para los precios de los productos básicos se ensombrecerían rápidamente si el conflicto se intensifica. En el informe se describe lo que podría suceder en tres escenarios de riesgo basados en la experiencia histórica desde la década de los años 70.

“Los efectos dependerían del grado de interrupción del suministro de petróleo. En un escenario de “poca interrupción”, el suministro mundial de petróleo se reduciría entre 500.000 y 2 millones de barriles por día, lo que equivale aproximadamente a la reducción observada durante la guerra civil de Libia en 2011. En este escenario, el precio del petróleo aumentaría inicialmente entre 3 % y 13 % con respecto al promedio del trimestre actual, y el barril pasaría a costar entre 93 y 102 dólares”, señala el estudio.

En un escenario de “interrupción media” que de acuerdo con el análisis equivale a la guerra de Irak de 2003, el suministro mundial de petróleo se reduciría entre 3 y 5 millones de barriles por día. Esto aumentaría inicialmente los precios del petróleo entre 21 % y 35 %, de modo que el barril pasaría a costar entre 109 y 121 dólares.

“En un escenario de “interrupción considerable” –comparable al embargo árabe del petróleo de 1973–, el suministro mundial de petróleo se reduciría entre 6 y 8 millones de barriles diarios. Esto elevaría inicialmente los precios entre un 56 % y un 75 %, con lo que el barril pasaría a costar entre 140 y 157 dólares”, agrega el análisis del Banco Mundial.

Destaca el informe que el hecho de que el conflicto haya tenido hasta ahora solo un impacto modesto en los precios de los productos básicos puede reflejar la mejoría en la capacidad de la economía mundial para absorber las crisis de los precios del petróleo.

Según el estudio, desde la crisis energética de la década de 1970, los países de todo el mundo han reforzado sus mecanismos de defensa contra este tipo de conmociones. Han reducido su dependencia del petróleo: desde 1970, la cantidad de petróleo necesaria para generar 1 dólar del producto interno bruto se ha reducido más de la mitad.

Asimismo, cuentan con una base más diversificada de exportadores de petróleo y mayores recursos energéticos, como las fuentes renovables. Algunos países han establecido reservas estratégicas de petróleo, han creado mecanismos para coordinar la oferta y han desarrollado mercados de futuros para mitigar el impacto de la escasez de petróleo en los precios. Estas mejoras sugieren que una escalada del conflicto podría tener efectos más moderados de lo que habría tenido en el pasado.

Los países han diversificado la dependencia de los hidrocarburos al compararse con la crisis de la década del 70. Por ejemplo, cuentan con mayores recursos energéticos, como las fuentes renovables.

Sin embargo, el informe advierte que los responsables de formular políticas deben permanecer alerta. Algunas materias primas –en particular, el oro– están enviando señales de prevención sobre las perspectivas. “Los precios del oro han aumentado alrededor de un 8 % desde el inicio del conflicto, y guardan una relación particular con las preocupaciones geopolíticas: aumentan en períodos de conflicto e incertidumbre, lo que a menudo indica una erosión de la confianza de los inversores”, explica el análisis.

“El reciente conflicto en Oriente Medio se produce inmediatamente después de la mayor conmoción que han sufrido los mercados de productos básicos desde los años setenta: la guerra de Rusia con Ucrania”, señaló Indermit Gill, economista en jefe y vicepresidente sénior de Economía del Desarrollo del Banco Mundial. “Eso tuvo efectos disruptivos en la economía global que persisten hasta hoy. Los responsables de formular políticas deberán estar atentos. Si el conflicto se intensifica, la economía mundial enfrentaría una doble crisis energética por primera vez en décadas, no solo por la guerra en Ucrania, sino también por el conflicto en Oriente Medio”.

“El aumento sostenido de los precios del petróleo conlleva inevitablemente al aumento de los precios de los alimentos”, afirmó Ayhan Kose, economista en jefe adjunto y director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial. “Si se materializa una crisis grave de los precios del petróleo, aumentaría la inflación de los precios de los alimentos, que ya es bastante elevada en muchos países en desarrollo. A fines de 2022, más de 700 millones de personas –casi una décima parte de la población mundial– padecían desnutrición. Una escalada del conflicto reciente intensificaría la inseguridad alimentaria no solo dentro de la región, sino también en todo el mundo”, explicó.

El documento advierte a los responsables de formular políticas en los países en desarrollo que si el conflicto se intensifica se deberán tomar medidas para gestionar un posible aumento de la inflación general.

Si escalan los conflictos internacionales, como la guerra entre Rusia y Ucrania y entre Israel y Hamás, podría generarse una mayor presión para la inflación. | Foto: Getty Images

“Dado el riesgo de una mayor inseguridad alimentaria, los gobiernos deben evitar las restricciones comerciales, como las prohibiciones a la exportación de alimentos y fertilizantes, ya que este tipo de medidas suele intensificar la volatilidad de los precios y la inseguridad alimentaria. También deben abstenerse de introducir controles y subsidios de precios en respuesta al aumento de los precios de los alimentos y el petróleo. Una opción más adecuada es mejorar las redes de protección social, diversificar las fuentes de alimentos y aumentar la eficiencia en la producción y el comercio de alimentos. A largo plazo, todos los países pueden reforzar su seguridad energética acelerando la transición hacia fuentes renovables, lo que mitigará los efectos de las crisis del precio del petróleo”, concluye el estudio.

¿Cómo impactaría a Colombia?

Para Colombia, el aumento del precio del petróleo representa una noticia que tiene distintas aristas. Por el lado positivo, significaría mayores ingresos al país. El Marco Fiscal de Mediano Plazo estimó el precio del crudo en 78,6 dólares por barril para 2023, pero si se ubica por encima de los 90 dólares, según cálculos de Acipet reportados en La República, podría llegar a tener más de 164 millones de dólares mensuales este año en ingresos adicionales, y para 2024 la cifra superaría los 220 millones de dólares mensuales.

Sin embargo, hay varias facetas en la otra cara de la moneda. Una, la animadversión del Gobierno por el sector que se ha visto reflejada en la alta carga tributaria -que por estos días está a la espera del fallo de la Corte Constitucional sobre la exequibilidad o no de la reforma tributaria de finales del año pasado- y en el discurso contra la industria extractiva, que podría afectar no solo la inversión sino, incluso, las mismas finanzas del Estado.

Otra faceta está relacionada con una presión adicional que llevaría a un nuevo incremento en los precios de los combustibles, buscando la paridad con los precios internacionales para que no se genere un nuevo déficit en el Fondo de Estabilización de los Precios de los Combustibles. Y, finalmente, que Colombia no escaparía a las tensiones y rebrotes inflacionarios que volverían a aparecer, esta vez en medio de una profunda desaceleración y que podría llevar a la economía a un escenario de estanflación (alta inflación y bajo o nulo crecimiento).