El fenómeno de El Niño es irreversible y se convierte en una amenaza cada vez más evidente para la salud humana, las cosechas –principalmente de alimentos– y el abastecimiento energético, ya que cerca del 70 por ciento de la energía en Colombia proviene de fuentes hídricas.
Por el momento, sin conocer aún el momento preciso de llegada de este fenómeno climático ni la certeza de su magnitud, es inminente una sequía en La Guajira, región naturalmente desértica. Ahora se encuentra en mayor peligro hasta el punto de ser un posible epicentro de “calamidad pública”, según dijo el presidente Gustavo Petro, quien trasladó el gobierno durante una semana a ese departamento del norte del país y terminó declarando la emergencia económica y social.
El agua, el meollo del asunto
El agua está en la mitad del debate energético, el cual se avivó, pues el Gobierno habló de nuevo de la necesidad de acelerar la transición energética hacia fuentes limpias, aunque no parece incluir del todo la energía que se genera del recurso hídrico. A su juicio, no es para negocio, ya que se trata de un derecho al que no están accediendo las comunidades de la península.
“Con la energía limpia de La Guajira en su máximo, podríamos reemplazar toda la generación eléctrica en Colombia, incluidas las hidroeléctricas, Hidroituango y ese tipo de proyectos que fueron motivo de discusión, y nos sobraría energía”, dijo Petro. Argumentó que la capacidad instalada de generación en el país es de 18,8 gigavatios hora mes (GW/h/m) y esa región tiene un potencial de 25 GW. Hay que recordar que la demanda nacional es de 11 GW, es decir, aparentemente habría holgura.
Alrededor de los mensajes del presidente surgen múltiples interrogantes. Solo en el caso de La Guajira cambiarían las prioridades en el uso del agua (más para consumo humano). Y, si las hidroeléctricas no entran en la torta de la transición energética de las próximas décadas, ¿qué pasará con las grandes inversiones hechas en ellas?
Encarecimiento de la luz
Las cuentas, en la práctica, no darían para tanto optimismo con las energías renovables. Entre tanto, las fuentes eléctricas que serían las salvadoras de un apagón en el corto plazo durante el fenómeno de El Niño estarían condenadas a desaparecer en unas décadas, pues el mandatario dijo que no se tratará de complementar, sino de sustituir, principalmente, la energía térmica; de lo contrario, no habría transición. “Termoguajira es el segundo consumidor de agua en un lugar en el que la gente se muere de sed”, sostuvo Petro.
El asunto es que, con un fenómeno de El Niño irreversible, que implicará menos lluvias y mucha sequía, no quedará otro camino que activar las térmicas de gas y carbón. Carlos Prieto Valderrama, profesor de energía y sostenibilidad de la Universidad Javeriana, expresó que esto, a su vez, llevará a que el precio de escasez del kilovatio por hora se trepe. En junio ya fue calculado por encima de 1.000 pesos por XM, administrador del mercado de energía mayorista.
Con todos esos nubarrones a la vista, la probabilidad de que El Niño conduzca a una declaratoria de emergencia nacional depende de varias circunstancias, que causan tensión e incertidumbre. Amylkar Acosta, exministro de Minas, destacó que, así como el país ha tenido eventos climáticos como el de La Niña en 2010, que se prolongó por dos años, y un nuevo episodio del que apenas estamos saliendo y que por primera vez en este siglo ha durado más de tres años, también es imprevisible cómo será El Niño que se aproxima. “Puede ser leve, moderado o intenso, y puede extenderse por meses o quedarse por más de un año, lo cual sería catastrófico”.
El problema es que no se debe esperar a que llegue la tormenta para empezar a armar la carpa. Aunque la ministra de Minas, Irene Vélez, insistió desde La Guajira en que “por ahora no hay riesgo de apagón”, pues el nivel de los embalses está en 70 por ciento, lo que es mejor de lo que se tenía en 2010 y en 2014 cuando ocurrieron fenómenos similares, también es cierto que un Niño agresivo podría secar rápidamente la disponibilidad del recurso hídrico almacenada para las hidroeléctricas.
Y, pese a que las térmicas pueden ayudar, Prieto argumentó que eso no implica que se descarten restricciones horarias en el suministro de energía en determinadas regiones del país. En parte, porque la energía térmica se genera con gas, carbón y diésel, enemigos número uno debido a la apuesta del Gobierno contra el cambio climático.
¿Hay déficit energético?
Todas estas angustias por la luz en Colombia surgen aun con una matriz energética ovacionada internacionalmente, pero que cada vez está más apretada para suplir la demanda. Hidroituango, por ejemplo, con grandes retrasos en su evolución, tendría que poner 600 megas en lo que resta del año. “Si no entran, vamos a tener un déficit”, aseguró Prieto. Hasta ahora, hay dos turbinas encendidas y las otras dos tienen un avance del 83,1 por ciento (la tercera) y del 64,8 por ciento (la cuarta), según confirmó recientemente EPM.
Aun si las obras estuvieran terminadas en el tiempo previsto, no faltan otras aristas. El exministro Acosta pone en el visor el hecho de que “esta central hidroeléctrica, cuando se concluya y opere a plena capacidad, será la mayor del país y podrá abastecer hasta un 17 por ciento de la demanda, pero su embalse es pequeño y prácticamente genera la energía a filo de agua del río Cauca”.
Los proyectos de La Guajira también son pieza del engranaje previsto para garantizar la seguridad energética. No obstante, la línea Colectora, con la que se espera una transmisión de energías limpias hacia el centro del país y que ya superó la etapa de las consultas previas que la tenía atascada, no entraría en operatividad sino hasta dentro de unos dos años si no hay más tropiezos en el camino. Es decir, para este fenómeno de El Niño no fue.
“Hemos ido acumulando un déficit de capacidad instalada por los retrasos generados en la entrada de Hidroituango y por la no operatividad de las líneas de transmisión desde La Guajira”, explicó Prieto.
En la mitad está el ciudadano, que verá incrementadas las tarifas, aunque la ministra Vélez sigue esperanzada en el famoso pacto de justicia tarifaria, establecido con los actores de la cadena, y en los estímulos decretados para que entren más energías renovables a la matriz.
Javier Lastra, presidente de Afinia, compañía que presta el servicio en el Caribe colombiano, una de las zonas más afectadas por la energía cara, sostuvo que tiene cubierto el 82 por ciento de la energía necesaria para el abastecimiento en la zona. Además, usará la opción tarifaria (acumulación de saldos para que sean pagados en diferido) para que los usuarios no se vean afectados con los precios. “En Afinia manejaremos la crisis”, sostuvo.
Y el consumo subiendo
A los cálculos de abastecimiento de energía, que ya empiezan a estar apretados si se presenta un fenómeno de El Niño muy fuerte, se le suma el hecho de que en Colombia cada vez se incrementa más la demanda de energía. En mayo de 2023, de acuerdo con las estadísticas de XM, aumentó 4 por ciento, lo que podría subir exponencialmente en zonas cálidas, donde se intensificarán aún más las altas temperaturas.
El panorama para la declaratoria de una emergencia económica nacional por el fenómeno de El Niño no está despejado. Claro está, según expresó Diego Mesa, exministro de Minas, el punto clave será el jurídico, pues, por ahora, “no hay un hecho sobreviniente o excepcional” y una emergencia no se puede declarar sobre la base de una eventualidad.