Desde mayo del año 2000, los colombianos no veían una inflación mayor a 10 por ciento, una cifra significativa, pues bajar de ese nivel costó sangre, sudor y lágrimas, y solo se consiguió una vez el Banco de la República se volvió independiente y estableció el llamado mecanismo de inflación objetivo. Es decir, fijó una meta (de 3 por ciento) y hace todos sus esfuerzos por cumplirla.
No obstante, esos esfuerzos parecen estar perdiéndose 22 años después al alcanzar de nuevo una elevación en los precios de 10,21 por ciento anual en julio. Esta cifra se encuentra por encima de las expectativas de los analistas y es una muy mala noticia para los hogares, en especial los más pobres, cuyo costo de vida sube por encima del promedio nacional y alcanzó 11,88 por ciento en el séptimo mes del año.
Y si las noticias sobre el nivel de precios son desalentadoras para todos los consumidores, se podría decir que son más abrumadoras para los habitantes de Cúcuta, capital que lleva ya varios meses con el triste récord de tener la inflación más alta del país.
En julio el costo de vida de esta ciudad fue de 14,09 por ciento, casi cuatro puntos porcentuales por encima del promedio nacional y casi cinco por encima de Bogotá, la ciudad que registró el nivel más bajo.
“En todo el país, los precios están subiendo porque hay mucha demanda, pero en el caso de Cúcuta hay más presión por las compras que hacen las familias venezolanas de la frontera, que, así sea a través de las trochas, se abastecen de comida en esa capital. Es más, muchos productores de alimentos colombianos han seguido surtiendo a las tiendas y a los comercios venezolanos, así no sea por los conductos regulares”, explica un experto del Banco de la República.
En efecto, la presión del vecino país deja huella económica en las zonas fronterizas, pues los venezolanos también buscan economía, y, aunque los precios han subido en Colombia, la inflación acá es inferior a la del otro lado de la frontera. Estimaciones de LatinFocus Consensus indican que, al cierre del segundo trimestre, la inflación en Venezuela era de 178 por ciento, una cifra escandalosa que, no obstante, es menos mala que la registrada en el primer trimestre, de 284 por ciento.
Los extremos
En general, son los alimentos los que están encareciendo la canasta familiar, pues en promedio subieron 24,61 por ciento y en Cúcuta lo hicieron en 28,68 por ciento. Paralelamente, el segundo grupo de gastos que más presionan hoy la inflación es el de restaurantes y hoteles, los cuales también están relacionados con la comida. Este grupo subió 15,20 por ciento anual en julio en toda Colombia y 19,27 por ciento en Cúcuta.
Además, de los 189 productos que conforman la canasta familiar, los 20 con las mayores variaciones de precios son todos alimentos y están liderados por la yuca, que a julio sube 141,7 por ciento anual, el plátano (75,60 por ciento) y la cebolla (64,21 por ciento).
En el polo opuesto al de Cúcuta están Bogotá y Pasto, las dos ciudades con la menor inflación. En el caso de la capital del país, se beneficia de su amplia oferta de alimentos y de todo tipo de bienes y servicios, pese a sus más de 7 millones de habitantes. El índice de precios al consumidor (IPC) de los rolos está un punto por debajo del nacional (9,21 por ciento vs. 10,21 por ciento) y en el grupo de gastos en el que más se nota la diferencia es en el de recreación y cultura. Ahí Bogotá registró un dato de 3,93 por ciento anual a julio frente a 4,90 por ciento nacional.
En lo que respecta a Pasto, que en meses anteriores había sido la ciudad de menor inflación, esta vez se ubicó en el segundo lugar con un registro de 9,84 por ciento. En su caso, la canasta familiar sube más lento por la comida, pues en ese rubro está 3,36 puntos por debajo del promedio nacional. Según el experto del Banco de la República, en la capital de Nariño e incluso un poco en Popayán se benefician por la oferta de alimentos de Ecuador, donde la inflación ha subido mucho menos que en Colombia.
En junio el costo de vida en Ecuador subió 4,2 por ciento, el más alto desde 2015. Al estar dolarizado, el vecino país tiene poco margen para controlar las subidas de precios, pues su banco central no cuenta con la capacidad para aumentar las tasas de interés.
Lo que viene
Aunque los alimentos siguen siendo los motores de la inflación en Colombia, en julio también afectó una ‘normalización’ en los precios de las prendas de vestir y del calzado, que en junio bajaron por cuenta del día sin IVA. Otro factor que ha impactado el costo de vida es la electricidad, que sube a un ritmo de 6,13 por ciento.
Para analistas como los del BBVA, los resultados de julio podrían implicar un cierre de la inflación en 2022 por encima del 9,2 por ciento, y en lo que resta del año continuaría en niveles elevados cercanos al 10 por ciento.
En el Banco de Bogotá agregan que es importante tener en cuenta las variaciones en el grupo de gasto de transporte, que subió 9,12 por ciento y en el que se hizo evidente el ajuste de la gasolina. “Este rubro será clave en adelante en la medida en que se esperan ajustes por varios años. Estamos incorporando en nuestras proyecciones un aumento mensual de 150 pesos en la gasolina hasta 2023″, señala un informe del banco.
Asimismo, los expertos de esta entidad financiera consideran sorprendente que la inflación en Colombia siga al alza, a pesar de un contexto global que empieza a mostrar algunas señales de mejora para los precios. Creen que esa tendencia probablemente tardará en impactar la inflación local. No obstante, advierten que en agosto existe un efecto base favorable que podría permitir un descenso en la inflación anual, con todo y el aumento en la gasolina.
En general, los analistas consideran que el dato de inflación de julio incidirá en las decisiones de tasa de interés del Banco de la República, las cuales podrían subir más de lo previsto. Hoy ya están en 9 por ciento.