Las zonas en las que se presenta esta situación en las tasas corresponden a Estados Unidos, el Reino Unido y la Eurozona, pero también en la mayoría de las economías emergentes; de esta forma, los críticos temen que esto ponga fin al crecimiento.

“Me recuerda lo que sucedía (en la antigüedad) con las sangrías”, afirma el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz en comunicación con AFP, en referencia a la práctica de hacer sangrar a un enfermo para curarlo.

“Cuando se hacía una sangría a un paciente, por lo general no se curaba, salvo milagro. Cuanto más lo sangraban, peor se ponía. Temo que los bancos centrales estén haciendo lo mismo”, criticó.

Para esta semana, los bancos centrales de Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea deberían seguir ajustando el cinturón, puesto que la Fed podría aumentar el miércoles sus tasas en 0,75 % o incluso un punto porcentual entero, después de cuatro aumentos desde marzo.

Por otro lado, Sudáfrica, Brasil y Suecia también buscan combatir la inflación. El objetivo principal es aumentar el coste del crédito concedido a los hogares y a las empresas, ralentizar el mercado laboral, los incrementos salariales y, en última instancia, el aumento de los precios.

Sin embargo, por otro lado, lo cierto es que después de seis meses de guerra en Ucrania y de las devastadoras consecuencias que esto trajo consigo en algunas regiones del mundo que se vieron impactadas, es de entenderse que estén preocupados por las consecuencias de políticas restrictivas que intervienen de manera sincronizada.

“¿La economía necesitaba esto para frenar?”, se pregunta Eric Dor, director de estudios económicos en la escuela de negocios francesa IESEG, que según sus declaraciones sostiene que “la inflación creó la caída de la actividad, los hogares perdieron poder adquisitivo y el aumento de los salarios es inferior a la inflación”.

“Esto representa un freno al consumo”, especialmente en la zona europea, donde dichos aumentos pueden debilitar aún más la economía, continúo señalando. Además, ”es posible que cause un poco de pérdida de crecimiento”, mencionó el viernes 16 de septiembre la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, durante una conferencia en París. Pero para ella, “es un riesgo que hay que correr”.

Recesión mundial a la vista

Para el momento, la prioridad es frenar la subida de los precios, afirmó también la responsable de economía y finanzas del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, Janet Yellen, identificando “un riesgo” de recesión en el país norteamericano.

En ese sentido, es innegable que el espectro de la inflación que azotó fuertemente durante los años setenta y ochenta, cuando los precios se dispararon durante más o menos una década, aún no desaparece por completo.

El Banco Mundial estimó que el aumento simultáneo de las tasas de interés refuerza el riesgo de una recesión mundial en 2023, especialmente en los países emergentes y en desarrollo, y les pide a los bancos centrales que continúen sus esfuerzos para reducir la inflación.

Aparte de dichas acciones de contrapeso y sus efectos secundarios, la discusión también se ha tornado hacia las causas que han desbordado en esta situación que aqueja a los países involucrados.

Según Stiglitz, el aumento de la inflación se debe menos a un exceso de demanda que a los aumentos de los precios de la energía y los alimentos, y a los persistentes bloqueos de las cadenas de suministro. Fenómenos contra los cuales los bancos centrales tienen un campo de acción mucho más reducido.

“Utilizan un remedio para un diagnóstico erróneo”, indicó el economista, haciendo énfasis en que en Estados Unidos los precios de los alquileres podrían continuar en alza bajo el efecto del aumento de las tasas y, por lo tanto, la inflación persistirá.

Así mismo, Eric Dor, en relación con Europa, manifestó que “el riesgo es que, sin tener un impacto real sobre la inflación, esta política aumente el coste en términos de actividad y empleo”.

*Con información de AFP