Una vez conocidos los datos de inflación presentados por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), se evidencia, con cifras contundentes, el fuerte golpe que le está pegando al bolsillo de los colombianos, el incremento gradual en el precio de la gasolina, medida que se adoptó hace varios meses, con el propósito de equilibrar el precio del combustible en Colombia, con el que realmente tiene en el mercado internacional.
Durante años, el precio de los combustibles fue subsidiado en Colombia, lo que implicaba que si subía el petróleo en el mundo, acá se mantenía estable el costo de la gasolina para el consumidor. La estrategia no logró un balance financiero, pues, originalmente, se pensaba que si se guardaba plata cuando el precio estaba bajo y acá se cobraba un poco más alto, emparejaría las cargas cuando ocurriera lo contrario.
El resultado, en cambio, fue la creación de un abultado déficit en el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles, Fepc, el cual llegó a 50 billones de pesos. Para tapar el hueco, el Ministerio de Hacienda empezó a aplicar la medida de incremento gradual en el precio interno de la gasolina. Arrancó con 400 pesos y luego, subía 600 pesos, con lo cual, se ha ido zanjando la situación, pero el efecto sobre otros precios que impactan el bolsillo de las familias no se ha hecho esperar.
Este martes, el ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, se refirió a la inflación. Resaltó la baja en el precio de los alimentos, pero recordó que tendrá que seguir el alza en el precio de la gasolina y, posteriormente, seguir con el del diésel.
Gasolina solo subirá hasta $ 15.500
Hasta hace poco, el ministro había estimado que el precio de la gasolina llegaría a 16.000 pesos, ahora lanzó una nueva cifra: de 15.500 pesos. En parte, porque el precio internacional del petróleo ha bajado y, en Colombia, la distancia entre el precio que se está cobrando y el que está dándose en el exterior es cada vez más pequeña, señaló el funcionario. El problema es que ahora viene un nuevo golpe.
Según las explicaciones entregadas por Bonilla al medio radial, después de cerrar las alzas en el precio de la gasolina tendría que seguir el incremento con el diésel. “Tan pronto terminemos de igualar el precio de la gasolina, comenzamos con el diésel; tenemos todavía que el 20 % se importa, es decir, un menor impacto”, sostuvo el funcionario.
Bien es sabido que un diésel más caro no dejará nada que no salpique, toda vez que ese combustible es el que utiliza el transporte de carga. En consecuencia, aunque por el momento los precios de los alimentos no están contribuyendo al incremento en la inflación, esa circunstancia podría revertirse, debido al aumento en el costo del transporte, por cuenta de un ACPM más caro.
No obstante, el ministro de Hacienda tiene la expectativa de que la situación sea llevadera, en parte, porque el 20 % del diésel es importado, es decir, ya trae el precio que se pretende corregir internamente.
Con esas situaciones en el horizonte (más incrementos que faltan en el precio de la gasolina y el inicio de los aumentos en el ACPM o diésel) el ministro Bonilla estima que la inflación en Colombia, podría cerrar el año en una cifra de un dígito: 9,5 %.
De igual manera, se ratificó en su apuesta de que, con una tendencia bajista de la inflación, el Banco de la República inicie, en septiembre o en octubre, según su nuevo pronóstico, el ciclo de reducción de las tasas de interés, que llegarían a 11 %.
Hay que recordar que el Dane entregó los resultados de junio, según los cuales, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) se ubicó en 12,13 %, una ligera baja en relación con el mes inmediatamente anterior (12,36 %). El impulso en los precios lo dio el transporte, sector en el que se refleja ya de manera visible el incremento en el precio de la gasolina. Pero también subió el arriendo y los costos en restaurantes.
Para que se dé el pronóstico que estima el gobierno con la inflación tendrían que continuar los precios por una senda reduccionista, sin que se atraviese nada en el camino. En consecuencia, el panorama no es nada fácil para mantener el control de los precios, porque además de los incrementos en los combustibles, está el fantasma del fenómeno del Niño, que podría dañar cosechas e impulsar de nuevo el precio de los alimentos.