La propuesta que lanzó el presidente Gustavo Petro en la 77ª Asamblea General de Naciones Unidas, de canjear deuda externa por acciones a favor de la selva amazónica, que es un pulmón para el mundo, tiene sus antecedentes.
Existe el problema global del cambio climático, que amenaza con destruir la vida humana. En ese contexto fue que Petro propuso cambiar deuda externa por acciones por la Amazonía, que por su abundante biodiversidad, tiene la posibilidad de absorber buena parte de las emisiones de gases de efecto invernadero que son los que ocasionan el amenazante problema ambiental.
La idea de canjear deuda externa por acciones sobre la Amazonia viene de tiempo atrás. De hecho, surgió en la década de los ochenta, según el portal InfoAmazonia.
Para esos años, el científico Thomas Lovejoy, que luego fue considerado como el padre de la diversidad biológica, se refirió al tema en una columna del famoso periódico The New York Times. En el escrito mencionaba que los países, tan pronto tienen alguna dificultad económica y necesitan recortar el gasto público para ajustar sus finanzas, lo primero que recortan es el rubro destinado a las acciones ambientales.
Aprovechando que los países, particularmente los de América Latina, tienen abultadas deudas con organismos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, entre cuyos miembros con poder decisorio están las naciones más poderosas que están participando ahora en la Asamblea de Naciones Unidas, Lovejoy planteó en su momento utilizar dichas deudas en pro de resolver los problemas ambientales de la humanidad.
Es lo que ahora retoma Petro, quien dijo en su discurso ante la ONU: “los convoco a salvar la Selva Amazónica integralmente con los recursos que puedan destinarse mundialmente a la vida. Si no tienen la capacidad para financiar el fondo de la revitalización de las selvas, si pesa más destinar el dinero a las armas que a la vida, entonces reduzcan la deuda externa para liberar nuestros propios espacios presupuestales y con ellos realizar la tarea de salvar la humanidad y la vida en el planeta. Lo podemos hacer nosotros si ustedes no quieren. Solo cambien deuda por vida, por naturaleza”.
Ya se ha probado
Colombia, por ejemplo, tendría varias ventajas, pues esta nación emite un porcentaje muy bajo de gases de efecto invernadero, mientras que tienen mucha biodiversidad, capaz de capturar emisiones. A ello se le agrega que su deuda externa ascendió a 176.085 millones de dólares a mayo de 2022, es decir, el 50,7 % del producto interno bruto (PIB). Si el país está haciendo acciones climáticas y las potencializa, podría ir reduciendo la deuda externa con las naciones que más aportan gases de efecto invernadero (algo similar a vender el cupo que puede tener cada nación sobre el límite de gases que puede emitir).
Según Infoamazonia, un modelo así se ensayó en Bolivia, en 1987, año en el cual, “la ONG Conservación Internacional adquirió el compromiso de comprar 650 mil dólares de la deuda boliviana a cambio de que el gobierno estableciera tres áreas de conservación en 15 millones de hectáreas de la Amazonia, que en ese momento tenía 13 especies de animales en peligro de extinción”.
Para esa ocasión, “la deuda externa de Bolivia rondaba los cuatro mil millones de dólares, por lo que el alivio no fue tan significativo y el gobierno boliviano incumplió con la asignación de los recursos”, recuerda Infoamazonía.
Como siempre, habrá que esperar a que se den más detalles de la petición que hizo Petro en la ONU.