El aceite es uno de los productos que no puede faltar en las cocinas de los hogares colombianos, pues es necesario para realizar múltiples cocciones.

Sin embargo, el impactante aumento que ha tenido en su precio está llevando a que se convierta en un lujo en la cocina y está afectando el bolsillo de las familias, no solo en Colombia sino también en América Latina.

Un estudio realizado por Tiendeo deja en evidencia que el valor del aceite vegetal ha subido 1.350 pesos en el último año, ya que en mayo de 2021 se podía comprar a 7.650 pesos y ahora se compra en los supermercados en 9.000 pesos.

En Chile, por ejemplo, es más barata una botella de pisco (la bebida alcohólica más común en el país), que una de aceite en algunos supermercados. Y en México es el producto cuyo precio más ha aumentado dentro de la canasta de alimentos que mide el Instituto Nacional de Estadística (Inegi).

En Reino Unido, España, Italia o Alemania se han aplicado políticas de racionamiento, con algunos supermercados poniendo un tope de compra de entre uno y tres litros por persona al día. Junto al racionamiento, es cada vez más común encontrarse con estanterías vacías.

El problema no es solo que ha subido de precio, sino que en algunos negocios simplemente no hay, de acuerdo con información publicada por BBC Mundo.

El “oro líquido”

La escalada en los precios de los combustibles y los alimentos ocurre en el contexto de una inflación rampante que afecta a todo el mundo, impulsada principalmente por la guerra en Ucrania y los efectos económicos que ha dejado la pandemia de la covid-19.

Tanto se ha disparado el valor de los alimentos en el mundo que organismos internacionales han advertido sobre un aumento del hambre en los países más pobres. Además de otros productos alimentarios como el trigo, el maíz, o la soja, que han alcanzado precios impensables, el aceite es uno de los más afectados.

A nivel mundial el valor de los aceites vegetales ha aumentado 46,5 % en los últimos 12 meses, según el Índice de Precios de los Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).

El alto precio del aceite ha estado impulsado, principalmente, por la guerra en Ucrania y los efectos económicos de la pandemia de la covid-19. | Foto: gettyimages

El precio del ahora llamado “oro líquido” que se vende en los supermercados chilenos como “aceite vegetal” aumentó 67 % entre enero y abril de este año, según la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), mientras que el aceite de girasol (también conocido como aceite de maravilla) subió 63,6 %.

En países como Colombia y México el incremento se ubica alrededor de 40 %, mientras que en otros como Guatemala, Panamá o Ecuador la subida ha sido, en promedio, superior al 20 %.

Esos son valores estimados que intentan reflejar un promedio de los aumentos en distintas partes de un país, pero, sin duda, el alza depende del barrio, la ciudad, el supermercado y la marca del aceite.

El aceite de girasol y la guerra

Entre todos los aceites vegetales disponibles en el mercado, el que más escasea y, por lo tanto, que más ha subido de precio, es el de girasol.

Conocidos como “el granero de Europa”, Ucrania y Rusia concentraron el 71 % de las exportaciones de aceite de girasol en 2021, según la empresa especializada en análisis del mercado global del aceite ISTA Mielke GmbH, con sede en Hamburgo, Alemania.

Con la guerra, el suministro ha bajado a niveles mínimos, un problema que se suma a la decreciente producción de los últimos años que ya tenía al mercado en aprietos.

En países como Colombia y México el incremento en el precio del aceite se ubica alrededor de un 40 %. | Foto: All rights reserved

“Una gran preocupación”

Alejandro Betancourt, experto en aceites de ISTA Mielke GmbH, dice que la producción mundial de aceites vegetales se redujo en los últimos años. Los precios de los cuatro principales aceites (girasol, palma, colza (canola) y soja) “se han triplicado desde 2019″.

Esta situación empeoró en los últimos dos meses, le dijo a BBC Mundo, debido a la guerra en Ucrania y a una fuerte disminución en las exportaciones de aceite de palma, tanto por una menor producción como por las restricciones a las exportaciones impuestas en Indonesia.

“Hay una gran preocupación por la inflación de los precios de los alimentos y el agravamiento de la oferta alimentaria”, apuntó.

“La triple crisis”

Y el futuro no se ve, por ahora, muy alentador, explicó Gustavo Idigoras, presidente de la Cámara Argentina de la Industria Aceitera y Centro de Exportadores de Cereales.

El mercado del aceite “no tiene perspectiva de estabilizarse. Tenemos que prepararnos para al menos dos años de precios elevados” desde el momento en que termine la guerra, le dijo a BBC Mundo.

La situación es compleja porque han confluido varias causas para el aumento actual de los precios, más allá de las sequías que han estado afectando la producción global.

Por un lado, la salida de la pandemia incrementó el consumo de aceite y la guerra en Ucrania disminuyó la oferta. Pero hay otro elemento en juego, explica, que es fundamental: una alta demanda de aceites vegetales para usarlos en la industria de los biocombustibles. “Es una triple crisis por la pandemia, los biocombustibles y la guerra”, sostuvo Idigoras.