Es mucha y muy polémica la controversia que se genera en Colombia cuando se trata de hablar de la tributación de las empresas.
Unas pagan, otras ―en las mismas condiciones― no lo hacen. A unos sectores les aplican gabelas que a veces son presentadas como momentáneas, pero terminan quedándose de forma permanente. Es decir, el disparate.
La inequidad tributaria de las empresas sigue siendo muy marcada en Colombia, lo que le resta competitividad a las que juegan limpio frente a las que no lo hacen.
El tema fue analizado por el Observatorio Fiscal de la Universidad Javeriana, que, una vez más puso en evidencia las disparidades que hay en tributación, lo que finalmente desestimula el pago de los impuestos.
Hallazgos de diversa índole fueron encontrados por esta entidad, que pone en el tapete las consecuencias que trae el trato diferencial alrededor del impuesto de renta, según el informe.
En primer lugar, hay que señalar que los beneficios tributarios que se aplican en Colombia, se llevan por delante entre 14 y 17 billones de pesos que deberían reposar en las arcas públicas, si fueran amortizados por los deudores de impuestos.
Es común que los colombianos alcen la voz cuando tienen un negocio por el cual deben pagar una cantidad determinada de impuestos, pero ven que otra empresa similar aporta menos o no aporta, inclusive, si las similitudes entre ambas son innegables.
Para ejemplificar las diferencias en la tributación, el Observatorio puso el ejemplo de una compañía que de dedica al desarrollo de software y genera ingresos anuales por 1000 millones de pesos, pero también reporta costos anuales por 800 millones de pesos. Mientras tanto, la empresa B es especializada en temas agrícolas, “dedicada a la producción y venta de alimentos orgánicos”, parece tener otro tratamiento. Las condiciones para ambas son lo mismo: así como ganan y gastan, ¿por qué no pagan lo mismo?
¿Qué sucede?
En condiciones normales, “las empresas ―ambas, si existiera equidad― deberían pagar 35 %, es decir, 70 millones de pesos”. Sin embargo, esa realidad no se deja ver en nuestro país.
El informe consigna que “la normatividad tributaria tiene para muchas actividades económicas, especificidades que generan una variación en la carga tributaria, haciendo que sea mayor o menor que la carga asumida por entidades de otros sectores”.
En muchos casos, lo que se creó con una intención altruista para incentivar a un sector que lo necesitaba, termina generando un desequilibrio sin razón.
Los incentivos para la realización de la actividad económica no son malos; pero muchas veces se otorgan por periodos prolongados, según el lobby que hagan sus voceros, los que generalmente son gremios. “El tratamiento tributario diferenciado es un reflejo de las complejidades de la realidad económica, las prioridades y valores de la sociedad y la capacidad de incidencia política de varios actores”, argumentan los investigadores en el estudio.
¿Quién paga y quién no?
El informe muestra que hay actividades económicas que pagan poco y se desconoce la razón de ello.
La actividad que tiene en la actualidad menor beneficio tributario y termina pagando el porcentaje más alto entre los sectores incluidos en el análisis es el de las corporaciones financieras, que tendrían ahora una tasa efectiva de tributación de 14 %, señala el documento.
En el mismo sentido, está la producción de malta, elaboración de cerveza y otras bebidas malteadas, con una tasa de tributación efectiva de 13 %, al igual que la de fabricación de otros artículos.
Entre las compañías que tienen un pago más bajo en tasa de impuesto efectivo anual, sobresalen el transporte aéreo internacional (0 %); actividades de atención en instituciones de alojamiento y planes de seguridad social de afiliación obligatoria (2 %), para mencionar solo unos cuantos.
A manera de conclusión, el observatorio señala que “es innegable que persisten las complejidades y enigmas en las formas de tributación presentes en el sistema tributario colombiano, el cual ostenta con justa razón el título de uno de los más intrincados a nivel mundial”, dice el informe.
Sin embargo, en enfatizan en que esa circunstancia “no debe ser motivo para cesar en el cuestionamiento acerca de la necesidad de mantener o de eliminar los incentivos fiscales para ciertas actividades económicas”. Falta mucha tela por cortar.